(Centro De Vida)
Escritura
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. 2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. 3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 2 Reyes 5:1-3
Jóvenes pueden tener una influencia profunda sobre los adultos de hecho, el testimonio de un joven casi siempre lleva a decisiones importantes que los adultos tienen que tomar. Yo sé que es así debido a enseñanza bíblica y también por experiencia propia. Dios me llamó al ministerio cuando tenía apenas 16 años de edad, tuve algo de miedo entrar a ese ministerio, porque estaba seguro que ningún adulto me haría caso a mí, pues aún era demasiado joven; pero el Espíritu Santo insistió y yo entregué mi vida para ser un predicador y maestro de la palabra de Dios. Me sorprendí de como muchos adultos me recibieron; yo sé por experiencia, que la vida de los jóvenes puede influenciar a los adultos, si son un verdadero testimonio para Dios. Este hecho es confirmado también por la Biblia. Quiero que vean conmigo, un relato que se encuentra en libro de 2 Reyes 5, ahí encontraremos el registro de una joven esclava. El nombre de ella no está registrado, sin embargo, vemos que ella tuvo una influencia en la vida de su amo y esa influencia, tuvo que ver con el destino de las naciones debido al testimonio fiel que ella tuvo para con el Señor. El amo de la joven esclava era Naamán, él era el comandante general de los ejércitos de Siria. El rey de Siria estimaba mucho a Naamán, ya que él era un hombre de gran valor para la nación; pero Naamán tuvo un problema, era leproso. Lepra era una enfermedad incurable en los días de la antigüedad, y su muerte era segura. La joven esclava, un día dijo a la esposa de Naamán, “Ojalá y mi Señor fuese al profeta de Dios que está en Samaria, él le curaría su enfermedad”. La señora se lo dijo a Naamán y éste se lo contó al rey de Siria. El testimonio de la joven fue creído por hombres de alto rango y de gran autoridad. El rey de Siria no sabía con quién comunicarse en Samaria para la curación de su general por lo consiguiente, envió una carta al rey de Israel diciendo, “Yo envió a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra”. El rey de Israel no hallaba que hacer, él estaba seguro que el rey de Siria sólo buscaba una excusa para pelear, porque él no conocía a nadie quien podía sanar lepra. El profeta Eliseo envió palabra al rey, de que Dios sanaría a Naamán y pidió que el general le fuera a ver. Cuando Naamán llegó, el profeta le mandó a decir con un siervo, que éste se fuera a lavar 7 veces o a zambullirse 7 veces en el río Jordán. Después de una lucha interna, el general finalmente hizo lo que se le pidió y se sanó, ¿Dónde comenzó todo? Con una niña esclava quien tuvo fe en su Dios y no se avergonzaba de hablar de Él ante nadie. Sí, el testimonio de un joven puede tener una gran influencia en la vida de los adultos, ¿Qué podemos aprender de este relato? Deseo mencionar cinco cosas. Debemos testificar de Dios, no importa la circunstancia. En días de la antigüedad, cada nación tenía su propio Dios; cuando dos naciones iban a guerra, el ganador consideraba que su Dios, había sido más fuertes que el de la otra nación. Los sirios debieron haber creído que el Dios de ellos era más potente que el Dios de los hebreos, debido a que ellos habían ganado muchas victorias en encuentros pequeños sobre los israelitas. Ellos pudieron haberlo pensado, pero no la joven esclava. El Dios de los sirios no había podido curar a Naamán, pero la joven estaba convencida de que el Dios de Israel, sí podía sanarle. Pareciera que la joven esclava tendría pena o miedo de hablarle a su ama de su Dios, pero cuando uno conoce a Dios, al Dios verdadero, al soberano gobernador del universo, no le da ni pena, ni miedo. Ojalá nosotros fuéramos como esta joven que dio testimonio de Dios, sin tomar en importancia su situación. Dios es más grande que cualquier circunstancia. Debemos testificar al que desea escuchar, sin importarnos quien sea. Esta esclava judía testificó a su ama, sabiendo que Naamán recibiría la noticia, ¿Quién iba hacerle caso a ella? ¿A caso el testimonio de ella podría hacer un cambio en las decisiones de su amo? Ella no tenía por qué escoger, ella lo único que debía hacer, era hablar la verdad de Dios y dejarle a Él los resultados. Demasiadas veces nosotros testificamos viendo hacia abajo a las personas, mayormente hablamos a los menos poderosos, a los más jóvenes, a los que tienen menos influencia. Pues no fue así con esta joven, ella testificó a una de las familias de más influencia en el imperio de siria y Dios honró su testimonio. Debemos testificar aún en cara de circunstancias imposibles, no había ninguna cura para la lepra en los días de Naamán. El decir que Dios curaría esa enfermedad demostraba gran fe; pero esta joven no tuvo temor de decir lo que su Dios podía hacer. Ella estaba confiada en el hecho de que Dios curaría a su amo, si él iba al profeta de Dios en Israel. Eso es verdad con el evangelio hoy día, el evangelio es el poder de Dios para salvación a todo el que cree. Nunca se puede compartir el evangelio con la persona equivocada. Dios cambia al más pecador entre los hombres y lo convierte en un santo, cuando la persona se arrepiente y pone su fe en el Cristo del evangelio. Debemos testificar con fe en Dios, la joven esclava dijo positivamente que Dios curaría a su amo. Aunque otros dudaran de lo que ella había dicho, ella sí tenía fe en que Dios haría el milagro. Podemos seguir el ejemplo de esta joven, no debemos habar medio confiados en Dios, Dios nunca cambia. Habla con confianza y con fe, y verás como Dios premiará tu fe con hechos. Debemos testificar y dejar los resultados a Dios. Tal vez la joven esclava nunca se dio cuenta de lo que aconteció en Samaria, ella supo que su amo se había ido enfermo y que regresó sanado, y eso era todo lo que le era importante. Ella no supo que su ida a Israel, casi causó una guerra entre naciones, los adultos no habían entendido como lo había entendido la joven, sin embargo, Dios siempre hizo su milagro. El nombre de Dios fue glorificado, las necesidades del hombre fueron suplidas. Un pagano se convirtió al Dios de Israel y todo esto comenzó con una joven esclava, ella sale del registro histórico, el nombre de ella permanece desconocido; pero el testimonio de ella permanece para honrarla, para retarnos a nosotros y para glorificar a Dios. Sólo me queda una cosa por decir de la fe y el testimonio de esta joven, “Id y haced lo mismo”. Cada uno de nosotros podemos ser testigos del amor de Jesucristo, no importa cuál sea nuestra situación, podemos ser sus testigos si estamos dispuestos a confiar en Él y a habar bien de Él. Podemos testificar a aquellas personas que son consideradas más importantes que nosotros, o quienes se consideran superiores a nosotros. Podemos ser testigos porque Dios nos capacitará. La pregunta no es, ¿Podemos ser testigos? La pregunta es, ¿Seremos testigos del Señor Jesús? Jesús nos ha dado el mandato de ser sus testigos en todo el mundo. Aquellos quienes comparten su compañerismo te dirán que ellos son sus testigos, debemos testificar sin importarnos nuestra situación o nuestra circunstancia. Debemos tener fe en Dios y dejarle los resultados, testifiquemos y seamos una bendición para alguien el día de hoy, vamos a orar. Padre, gracias por permitirnos ser tus hijos. Queremos ser testigos del Señor Jesucristo dondequiera que andemos, llénanos de valor y ayúdanos a depositar nuestra fe completamente y totalmente en tus manos. Úsanos para tu honra y gloria, y permita que seamos una bendición a alguien que tanto necesita de ti. En el nombre de Jesús te lo imploramos, Amén.
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