(Centro De Vida)
Escritura
Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? 2 El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. 3 El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino. 4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; 5 Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás. Salmos 15:1-5 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Atalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; 4 Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres. Proverbios 3:3 y 4 Y Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande. Números 22:18
Repasemos las cualidades del hombre que agrada a Dios, Salmos 15:1 nos hace la pregunta, “¿Quién habitará en tu tabernáculo, oh Jehová? ¿Quién morará sobre tu monte santo?” el versículo 2 dice que Dios aceptará al que es recto en su forma de conducirse, el que anda en integridad y hace justicia y habla verdad en su corazón. El versículo 3 dice que Dios aceptará al que es caritativo con su prójimo, el que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. El versículo 4 dice que Dios aceptará al que es cuidadoso en escoger sus amistades, aquel a cuyos ojos, el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El mismo versículo nos enseña que Dios aceptará al que cumple su palabra, el que, aun jurando en daño suyo, no por eso cambia. El versículo 5 concluye que Dios aceptará al hombre que es misericordioso en sus tratos con otros que son menos afortunados que él, quien su dinero no dio a usura ni contra el inocente admitió cohecho. Esas cualidades traen bendiciones de Dios al ser encontradas en el creyente. El versículo 5 añade esta promesa, “el que hace estas cosas, no resbalará jamás”. Estamos repasando esas cualidades del hombre que agrada a Dios. En este estudio hemos llegado a la quinta cosa que agrada a Dios, el que desea agradar a Dios, debe ser misericordioso con los menos afortunados. Esa misericordia se expresa en dos formas tangibles en este salmo. En primer lugar, el hombre justo no se aprovechará del que ha prestado dinero de él, por medio de imponer sobre él una cantidad excesiva de interés. En segundo lugar, el hombre justo no abusará de una persona menos afortunada para obtener ganancia propia con la desgracia del anterior, al contrario, el hombre justo demostrará el amor de Dios por medio de levantar al caído y por medio de proteger al menos afortunado. No nos asombran las palabras del salmista porque así es como trabaja Dios. ¿Por qué mencionaría el salmista que el hombre justo no cobra intereses exagerados sobre dinero que ha prestado a otras personas? Es por la sencilla razón de que la usura era un problema particular en los días en que este Salmo fue escrito. Antes, los gobiernos no tenían instituciones financieras, y muchos individuos prestaban dinero esperando un 60% de interés. Algunas personas tenían que pedir dinero para sobrevivir, pero después les sería imposible pagar lo que habían prestado, por eso es que Dios hace mención de este abuso y del hecho que hay que ser misericordioso con las personas necesitadas. El remedio para el abuso es la misericordia, el sabio escritor del libro de los Proverbios, nos dice los siguiente en el capítulo 3:3 y 4, “nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad, átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios, y de los hombres”. El amor es una característica de Dios mismo, y también lo será del hombre que desea agradarle. Ganancia personal no debe alejarlo a uno de la misericordia y la benevolencia para con otros. Me acuerdo de un incidente en Números 22. Balac, el rey de los moabitas, había mandado a traer a Balaam, para profesar una maldición sobre los hebreos quienes pasaban por Moab, en camino a la tierra prometida. Balaam quiso proferir la maldición, pero Dios llenó su boca de bendiciones, Balac ofreció grandes títulos y riquezas a Balaam si el maldijera a los hebreos. Balaam respondió las siguientes palabras que se encuentran en Números 22:18, “Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios, para hacer cosa chica ni grande.” Bendito el hombre que llega a esa conclusión hoy, Balaam no pudo ni controlar su propia boca, tuvo que bendecir lo que Dios había bendecido; el cristiano hoy, sí puede controlar sus acciones. Bendito aquel quien no da espaldas a la misericordia debido al deseo de obtener ganancia personal, por medio de abusar de los menos afortunados. La injusticia y el abuso, parecen relacionarse más a la ganancia personal que a cualquier otra cosa, por eso es que la Biblia nos vive amonestando en contra de sus peligros. 1 Timoteo 6:10-11 dice, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre”. Hay más excelente camino que el de la ganancia personal. El camino de la misericordia es más satisfactorio que el de ganancia personal, Dios nos amonesta lo siguiente en Eclesiastés 5:10, “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad”. Jesús dice en Lucas 12:15, “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Nuestra generación necesita aprender esta verdad. Jesús prometió algo especial en una de las bienaventuranzas que se encuentran en Mateo 5, “bienaventurado los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia”. Debemos ver la aplicación de este principio en vivir una vida que a Dios le agrada. Por otro lado, existe una amonestación especial de juicio, sobre aquellos quienes rechazan el requisito de Dios para alcanzar misericordia. Santiago 2:13 dice, “porque juicio sin misericordia, se hará con aquel que no hiciere misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio”. La misericordia aquí traerá una recompensa, pero el ser descorazonado aquí, traerá juicio allá. Eso no es decir que la buena conducta, la caridad al prójimo, el cuidar nuestras amistades, el ser fiel a nuestra palabra y el ser misericordioso, son obras con las cuales meditamos recibir el agradecimiento de Dios, de ninguna manera. Es más bien decir que esas cualidades demuestran que ya pertenecemos a la familia de Dios por haber recibido a Jesucristo como nuestro Salvador. Dios se agrada de tal persona que trae honra y gloria a su nombre. Consideremos el carácter de las personas que agradan a Dios, observemos en su caminar, su hablar y en las cosas que hacen. En él encontramos a una persona que es confiable, él ama a su prójimo, es un verdadero amigo, es honesto en su negocio y es un magistrado justo. Todo lo que esta persona tiene, sus pies, sus manos, su boca, sus ojos, su dinero, su influencia, todo está consagrado al Señor. Por eso Dios dice, “el que hace estas cosas, no resbalará jamás”. Él se para firme, él está sostenido por Jehová de los ejércitos. Escondido en tal devoción, nada podría hacerle caer. Tú podrías ser tal persona, la meta es alta, pero tú puedes llegar, no trates de llegar con tu propia fuerza, sólo Dios te puede hacer llegar. Si deseas ser una persona que agrada a Dios, tendrás que arrepentirte y tener fe únicamente en Cristo Jesús, para la salvación de tu alma. Esto te convertirá en hijo de Dios, el Espíritu de Dios entrará en ti y te ayudará a vivir la vida que a Dios le agrada, tú puedes ser una persona que agrade a Dios, vamos a orar. Padre, nuestro viaje por el capítulo 15 de los Salmos, ha sido un viaje refrescante. Te damos gracias por lo que nos has enseñado y espero que apliquemos lo que hemos aprendido a nuestras vidas. En el nombre de Jesús te lo pedimos, Amén.
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