Escritura
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Marcos 11:23 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. Eso suena un poco imposible, ¿verdad? Pero, si Jesús no lo hubiera dicho, no lo tendríamos que creer; pero Él lo dijo. No lo hubiera dicho si no fuera cierto y debemos creer. Vamos a evaluar esta promesa asombrosa del Señor. En primer lugar, el primer elemento es testimonio, un testimonio expresivo de fe. Uno tiene que decirle a la montaña, ‘quítate y échate en el mar’, antes de que ocurra. Si su declaración es una válida expresión de confianza, sucederá lo que dijo. En segundo lugar, el segundo elemento de la promesa de Jesús es fe. Él dijo que la persona no debía dudar en su corazón. Acordémonos que sin fe es imposible agradar a Dios; así mismo, sin fe es imposible mover montañas. En tercer lugar, el tercer elemento es el hecho de que el Señor no dio esta enseñanza con el propósito de que su gente anduviera moviendo una montaña de acá para allá. La montaña que puede ser quitada en esta circunstancia no es una de tierra y piedras; es una montaña de problemas u obstáculos que perjudican el progreso del reino de Dios. Dios hace cosas imposibles en respuesta a nuestra fe. En cuarto lugar, el cuarto elemento de la promesa es esta: No requiere una fe poderosa para mover montañas. Jesús dijo que podíamos ver quitadas las montañas si sólo tuviéramos fe del tamaño de una semilla de mostaza. Si una fe tan pequeña puede mover una montaña, ¿qué no podría hacer una fe grande? Las promesas que Dios nos hace en la Biblia nos retan a confiar más y más en Él cada día. Por eso es que estamos investigando este asunto de Cómo vivir por medio de la fe. Ahora hablemos referente a esta verdad: Si queremos vivir por la fe, debemos hacer que nuestra fe siga creciendo y aquí están unas sugerencias que nos van a ayudar. Nosotros necesitamos tener un fuerte deseo de que nuestra fe crezca. Jesús prometió que el que tenía sed y hambre de justicia sería saciado, en Mateo 5:6. Tener sed y hambre significa que deseamos algo fuertemente. Eso significa que nuestra fe puede crecer si ese es nuestro deseo sincero. El cristiano que va desarrollando desea tener una capacidad de poder confiar más y más en Dios. Los primeros discípulos le pidieron a Jesús que les aumentara la fe; la fe de ellos creció. El Nuevo Testamento nos habla de sus experiencias de fe. La fe nuestra puede crecer también si eso es lo que deseamos. ¿Deseamos confiar más en Dios? Yo creo que sí. Si queremos hacer que aumente nuestra fe debemos mantenernos cerca de la Biblia. Romanos 10:17 dice: La fe viene por el oír y el oír, por la palabra de Dios. Eso significa que nuestro deseo de la fe será más fuerte entre más oímos la palabra de Dios. Así como uno no puede ser fuerte físicamente sin comer comida material, tampoco podrá ser fuerte uno a menos de que coma comida espiritual. Debe estudiar la Biblia; la Biblia es la base de nuestra fe. Conocimiento de la Biblia puede hacer que tu fe aumente. Para aumentar nuestra fe mientras que estudiamos la Biblia, debemos ir buscando ciertas cosas. Número 1, debemos poner atención en lo que la Biblia nos dice de la naturaleza de Dios: ¿Quién es Dios?, ¿cómo es Dios?, ¿es responsable, es amoroso, está involucrado en los asuntos del hombre? Las respuestas de estas preguntas harán que nuestra fe aumente. Número 2, examinemos las promesas de Dios: ¿Qué es lo que Dios ha prometido?, ¿ha prometido cuidar y proveer para los suyos, ha prometido contestar nuestras oraciones, cumple Dios sus promesas, ha fallado alguna vez en cumplir lo que había dicho? Hagámonos estas preguntas y observemos como nuestra fe aumenta. Número 3, busquemos lugares en donde Dios contesta la oración: ¿A quiénes le contesta Dios la oración, qué cosas ha provisto, bajo qué circunstancias ha contestado la oración, promete Dios contestar mis oraciones? Las respuestas de estas preguntas harán que oremos con más confianza. Sí, nuestra fe aumentará mientras que nos acercamos a su palabra. Pero ¿Qué hacemos con las dudas? Es simple, rehusemos tenerlas. Las dudas van dirigidas a Dios, nos hacen preguntar si Dios es el mismo o si ha cambiado, nos hacen preguntar si sus promesas son válidas hoy como lo eran en generaciones pasadas, nos ponen a pensar en si Él se interesa por nosotros o no. Debemos rechazar cualquier duda que podríamos tener. Las dudas deshonran a Dios. Si viene una duda, no permitamos que permanezca en nuestra mente. No podemos controlar el hecho de que las dudas vengan a nosotros, como no podemos controlar a una persona que nos quiera gritar palabras vulgares; pero sus palabras no son las nuestras. No somos culpables hasta que nos detenemos a decir con él las mismas palabras deshonestas. Si Satanás nos viene con dudas, encontrémonos con esas dudas por medio de afirmar la fidelidad de Dios. No permitamos que la duda se quede ni un momento. Nosotros podemos conquistar esas dudas. Si vamos a crecer en la fe, confiemos con todo nuestro poder y oremos para un aumento de fe. Debemos seguir el ejemplo del hombre de quien habla la Biblia en Marcos 9:17-29. Un señor trajo a su hijo delante de Jesús con esta petición: ‘Maestro, traje a ti mi hijo que tiene un espíritu mudo; dije a tus discípulos que lo echasen fuera y no pudieron’. Escuchemos lo que respondió Jesús: ‘Si puedes creer, al que cree, todo le es posible’. Inmediatamente el padre clamó diciendo: ‘Creo, ayuda mi incredulidad’. Jesús fue conmovido por la fe del hombre y de su deseo de crecer en fe. Jesús libró a su hijo del demonio que le atormentaba. Nuestra fe también aumentará si ese es el deseo sincero de nuestro corazón y si se lo pedimos a Dios. Nosotros debemos de hacer algo con nuestra incredulidad. Debemos de tratar con esa incredulidad como tratamos con nuestros pecados; debemos pedir perdón y liberación. Fortalezcamos nuestra fe por medio de desear, ejercer y orar. Nuestra fe aumentará si hacemos esto. Ahora, repasemos los 5 estudios que tuvimos. Dios nos ha declarado que el justo vivirá por la fe, hemos estado investigando cómo es que podemos vivir por la fe. Número 1, debemos entender lo que es la fe; es una confianza personal en un Dios personal. Número 2, debemos prepararnos para ser puestos a prueba; estas pruebas nos revelarán en quién confiamos y qué tan real es nuestra confianza en Dios. Número 3, debemos expulsar nuestras dudas; rehusemos aceptarlas en nuestras vidas y encarémonos a ellas con afirmaciones de fe basadas en la naturaleza y en la palabra de Dios. Número 4, debemos confiar en Dios sin importar las circunstancias; debemos confiar en Él en la buenas y en las malas. Número 5, debemos aumenta nuestra fe; mantengamos nuestra fe en crecimiento continuo. Con estos 5 estudios te entrego a Dios, esperando que tú, como uno de los justos, podrás vivir por medio de la fe. Entrégate al servicio de Dios y a la vida victoriosa de un cristiano con fe. Acordémonos de lo que nos dice Mateo 9:29: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Oremos. Padre, gracias por estos 5 estudios que hemos oído concernientes a la fe. Te pido que no seamos oidores solamente; ayúdanos a poner estos consejos en práctica. Bendice a cada uno de mis hermanitos y toca los corazones de mis amigos para que vengan al conocimiento de la verdad. En el nombre de Jesús te lo ruego. Amén.
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