Escritura
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado. Romanos 14:23 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. Mateo 13:58
Gran número de creyentes son esclavos del mal hábito de la duda. Ningún borracho ha estado tan esclavizado al tomar como lo son ellos al dudar. Cada paso del progreso espiritual de ellos va en contra de la fuerte oposición de un ejército de dudas que siempre está esperándoles para atacar en el momento preciso. Sus vidas son pobres, su servicio es incompleto y su comunión con Dios es quebrado debido a las dudas. Es algo extraño pensar que personas conocidas con el nombre creyente, el cual implica que la característica principal de ellos es que creen, tengan que confesar que tienen dudas. Si esa evaluación de la experiencia de muchos creyentes es verdad, y yo creo que sí, entonces la importancia de nuestra serie de estudios sobre el tema ‘Como vivir por la fe’ es muy evidente. Consideremos hoy el hecho de que para vivir por medio de la fe hay que aprender a enfrentarnos a nuestras dudas. El dudar es pecado. Esa es una verdad que debemos reconocer ahora mismo; es lo opuesto a la fe. Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve’. Sí, la fe nos asegura de la realidad de cosas invisibles; la duda nos quita la seguridad de que existen cosas invisibles. La duda es contraria a la fe. Según Romanos 14:23, lo que no es de fe, es pecado. La duda nos perjudica en nuestro servicio a Dios. Jesús había regresado a Nazaret durante su ministerio personal aquí en la tierra. La gente conocía a su familia y rechazaban la idea de que Él era hijo de Dios y el salvador del mundo. Cristo no hizo muchos milagros ahí debido a la incredulidad o a las dudas de ellos, según Mateo 13:58. La duda del hombre siempre ha perjudicado la obra de Dios. Los discípulos no habían podido sacar a un demonio de un muchacho. Jesús explicó que la falta de poder se debía al hecho de que dudaban. Abraham es conocido como el padre de la fe porque, según Romanos 4:20: “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”. ¿Cuánto más podría Dios estar haciendo en nuestras vidas si sólo confiáramos más en Él? Las dudas perjudican el trabajo que Él quiere hacer en nosotros. La duda nos trae maldición. La Biblia nos dice que el antiguo Israel perdió la bendición de entrar a la tierra prometida debido a la incredulidad que tenía. Acompañando a ese hecho histórico, tenemos la amonestación de Hebreos 3:12 que nos dice: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”. La duda muchas veces viene disfrazada. Eso no debería sorprendernos porque Satanás muchas veces se nos presenta como ángel de luz. Por lo consiguiente, no es gran cosa que sus ministros se nos presenten como ministros de justicia como nos lo explica 2 Corintios 11:14 y 15. La duda raramente se nos presenta como lo que es: Blasfemia en contra de la fidelidad de Dios. El razonar muchas veces es el enemigo de la fe. ¿Cuántas veces hemos razonado que Dios no actuará en dadas circunstancias? Pero en así debemos acordarnos que la fe no es contraria a la razón, sino que va más allá de la razón: la razón es natural, la fe es sobrenatural. La razón hace preguntas y pide pruebas, la fe confía en lo que la palabra de Dios declara. La razón es amiga de la fe algunas veces; otras veces es enemiga de la fe. Vamos a considerar esa ocasión en la cual Jesús le dio de comer a 5000 hombres, multiplicando 5 panes y 2 pececillos. Él mandó a sus discípulos en darle de comer a la gente; ellos rápidamente calcularon y dijeron: ‘¿Qué vayamos y compremos pan para doscientos denarios y les demos de comer?’. Tal suma de dinero no estaba a la disposición de ellos; pero ese era el razonar de los discípulos. Ellos no estaban razonando de acuerdo al poder del maestro. Ellos miraron a la multitud, a sus recursos limitados, a la falta de comida para comprar y llegaron a la conclusión de que Jesús les había pedido lo imposible. Por lo consiguiente, la razón perjudicó la fe de ellos. Si hubieran pensado un poco más, considerando el poder que Jesús tenía, hubieran concluido que no era imposible y la razón hubiera estado como una inspiración a la fe de ellos. Debemos tener cuidado en no dejar que nuestra lógica nos haga olvidar de la lógica de confiar en Dios. Consideremos esa ocasión cuando Jesús estaba parado frente a la tumba de Lázaro. Él dijo: “Quitad la piedra”. Marta permitió que la razón perjudicara su fe; ella razonó que Lázaro había estado muerto por 4 días, ella razonó que su cuerpo ya estaba en descomposición, ella protestó el mandato de Jesús. Pero escuchemos su respuesta: “No te dije que si creyeras pudieras ver la gloria de Dios”. Creer, creer, creer; eso es imperativo para el cristiano. Creamos y no dudemos. Los sentimientos son un enemigo potencial de la fe. Muchas personas basan su seguridad en lo que sienten; eso es un grave error. El depender de los sentimientos vuelve nuestra atención a nosotros mismos y no a Dios. Pone la confianza en la emoción humana en vez de la fidelidad a Dios. Acordémonos que cuando el hombre cayó en el Jardín del Edén, sus emociones también cayeron. Las emociones humanas están sujetas a la influencia de Satanás al igual que a la influencia divina de Dios. Si el Diablo te puede hacer dudar debido a la forma en que te sientes en un determinado tiempo, tus emociones llegarán a ser un instrumento que él usará en tu contra para vencerte espiritualmente. Los sentimientos pueden se iniciativa de fe cuando te sientes bien, pero pueden perjudicar tu fe cuando te sientes enfermo. Si eres una de esas personas que confías en tus sentimientos, deseo que hagas este experimento. Antes de acostarte esta noche, quiero que te comas una cebolla cruda y tómate un vaso de leche agria. Ya verás cómo te despiertas a la media noche y te aseguro que no te vas a sentir muy religioso. Sin embargo, lo que tú sientes en ese momento no tendrá nada que ver con la realidad de tu relación con Dios. Hay que confiar en Dios, no en nuestros sentimientos. ¿Cómo puedo tratar con la duda? ¿Es esa su pregunta? Pues aquí está la respuesta. En primer lugar, entrega tus dudas a Cristo. Así como le entregarías cualquier otro pecado, confiesa tus dudas a Jesús y pide que te perdone. Al mismo tiempo, entrégate totalmente a Él, entregándole el derecho de dudar de Él. No digas, ‘ojalá no vuelva yo a dudar’, ni, ‘ya no quiero dudar’. Debes decir, ‘ya no voy a dudar’. Habiendo entregado el lujo de sentirte mal por ti mismo puedes tomar el segundo paso. Ahora, en segundo lugar, descansa absolutamente en el Señor, confiando en Él para librarte de cualquier tentación. Confía en el hecho de que Él te dará la victoria sobre dudas al mismo tiempo que te da victorias sobre cualquier otro pecado; cuando viene la tentación, acude a Él. En tercer lugar, encuentra a tus dudas con afirmaciones de fe. Di a ti mismo: Dios me ama, yo soy su hijo, Jesús es mi salvador. Reclama las promesas de Dios que se encuentran en su palabra y aplícalas a tu vida. Pon tu seguridad sobre algo que dijo el Señor y no en tus débiles sentimientos. Haz como hizo otro hombre cuando dijo: Señor, creo; ayuda mi incredulidad. Dios contestará a tal oración. No dudes de Dios. Observa lo que nos dice 2 Timoteo 2:13: “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo”. Hebreos 10:23 dice: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Si vamos a vivir por fe, tenemos que deshacernos de nuestras dudas. Vamos a orar. Padre, perdona nuestra incredulidad. Ayúdanos a confiar en que Tú estás sentado en tu trono y en control absoluto de todos los acontecimientos. Auméntanos la fe porque te lo suplicamos en el nombre de Jesús. Amén.
Otros archivos en esta serie
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)