Escritura
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Dios usa muchas ilustraciones para ayudarnos en comprender cosas espirituales y para explicarnos lo que Él ha provisto para nosotros por medio de Cristo Jesús el salvador, Él entra a la oficina del contador en el mundo de los negocios para levantar una ilustración. Él se imagina una hoja grande con tu nombre escrito en la parte superior de la hoja, hay una columna de figuras que toman en cuenta todo lo que tú le debes, y hay otra columna de figuras que toman en cuenta lo que le has pagado. En la primera columna están todas las cosas por las cuales tú eres responsable; en la otra las razones por las cuales Él te debe perdonar. El problema es que hay mucho escrito en la primera columna y nada en la segunda. La palabra comúnmente usada en la Biblia para describir la contabilidad de Dios es el término “culpa,” lo encuentras muchas veces en las escrituras cristianas. El Salmo 32 es un pasaje típico, “bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado, Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día porque de día y noche se agravo sobre mi tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano, mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad, dije confesaré mis trasgresiones a Jehová, y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo 32:1-5). Es posible que el método de contabilidad de Dios es al revés para algunas personas. Hay algunos que son bienaventurados en el texto a quien Jehová no culpa de iniquidad, eso significa que hay algunas personas que tiene sus deudas ya pagadas y Dios ya no los hace responsables por el pago, dejándoles libre del peligro de juicio por no haber estado a cuentas con Él, esa es la condenación más bienaventurada. Es posible que todos tengamos esa relación con Dios. Bienaventurada la persona cuya cuenta está libre de culpabilidad para con Dios. ¿Cómo puede ser posible tal cosa? Para dar respuesta a esa pregunta, tendremos que ir a las escrituras del Nuevo Testamento. Dos cosas tienen que suceder para que Dios ya no tome en cuenta la deuda del pecado de una persona: (1) La deuda de pecados pasados tiene que ser pagada y, (2) Provisión para cualquier pecado cometido después del primer pago tiene que ser dada. Eso es precisamente lo que Dios hizo por nosotros a través de su hijo, Cristo Jesús. La Biblia reporta tres grandes actos en los cuales la culpa fue atribuida a otro: (1) El pecado de Adán, el primer humano. Fue atribuido a toda la humanidad por medio de sus descendientes. (2) El pecado del mundo entero fue atribuido a Jesús, quien lo cargó en su propio cuerpo cuando fue a la cruz y murió por los pecadores. (3) La rectitud de Jesucristo, la rectitud de Dios mismo, es atribuida a cada persona que confía en Jesús como su salvador. El cuarto capítulo del libro de los Romanos, es una discusión extendida del hecho de Dios atribuyendo justicia hacia nosotros y no culpándonos de nuestros pecados. El cuarto capítulo toma en cuenta la experiencia de Abraham, grabada en el décimo quinto capítulo de Génesis, dice, “creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3). Eso significa que Dios aceptó la fe de Abraham y llamó a Abraham un hombre justo a causa de su fe en Dios, no había mérito en Abraham que lo hacía merecer ser hecho justo delante de Dios, ni siquiera había sido circuncidado para ese tiempo, Dios declaró justo a Abraham basado en su fe solamente para dejarnos el ejemplo de cómo una persona llega a justificarse a través de la fe. Eso nos animará a confiar en Dios para quitar nuestros pecados y proveernos con justicia. Romanos 4:22-25 dice, “por lo cual también su fe le fue contada por justicia, y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras trasgresiones y resucitado para nuestra justificación. Dios le prometió a Abraham que una multitud de personas descenderían de él por medio del nacimiento físico, la promesa fue hecha cuando Abraham fue anciano y su esposa Sara ya de mucha edad. Ellos habían vivido en matrimonio por muchos años, pero ningún hijo les había nacido. Ellos habían pasado ya la edad de tener hijos, sin embargo, Dios dijo que les daría un hijo del cual les nacería esa multitud de descendientes, Abraham creyó a Dios, no vio ninguna prueba, toda la evidencia demostraba que Dios no cumpliría o no podría cumplir lo que había prometido; pero Dios prometió y Abraham creyó. Dios vio su fe y lo escribió a su cuenta, quedando justo Abraham en los ojos de Dios. Lo que Dios hizo por Abraham, es lo que hace por nosotros hoy, Él ha prometido perdón de nuestros pecados sobre el fundamento de lo que hizo Jesús en su muerte y resurrección hace ya unos 2000 años pasados. No podemos comprender cómo es posible esto, no podemos saber cómo su muerte en la cruz pudiera pagar la deuda de nuestros pecados cuando eso sucedió aún antes de que naciéramos, pero Dios dice que así es, lo creemos porque Dios lo dijo, confiamos en Dios. Así como Dios aceptó la fe de Abraham y le contó por justicia, así Dios acepta nuestra fe y nos declara justos. Una transacción ocurre en el cielo, en esa hoja grande que tiene mi nombre en la parte superior con todas las figuras que determinan todos mis hechos malos, veo que alguien los ha tachado de tal forma en que ya ni se entiende lo que está escrito ahí. En esa hoja está escrita la justicia de Dios en vez de los pecados del hombre, cuando Dios ve esa hoja de contabilidad en sus archivos, ya no existe la columna de figuras que son mis pecados, solo están las que dicen que Dios ya pagó la cuenta por medio de Cristo Jesús. Eso es lo que significa recibir perdón de pecados y salvación en Jesús, eso es lo que Dios hace por ti cuando confías en Jesús como señor y salvador, tus pecados son perdonados, borrados, cubiertos por su sangre, tirados al mar, puestos tras las espaldas de Dios y olvidados para siempre, Dios lo ha prometido, puedes confiar en Él para cumplir lo que ha prometido, el perdón del pecado significa la culpa de tus pecados perdonados, ya han sido borrados, ¿pero que de los pecados que cometo después de recibir el perdón de Dios? La respuesta de Dios es, “la sangre de su hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7). Eso quiere decir que la sangre de Jesús sigue limpiándonos de nuestros pecados día tras día, ese es el fundamento de nuestra esperanza de seguridad en Cristo, el perdón no significa que Dios se encarga solamente de nuestros pecados pasados; Él hace provisión para los pecados futuros también, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (I Juan 1:9). Dios no deja nada por hacer en cuanto a la seguridad en Cristo Jesús, Él salva por la eternidad, Él se ha comprometido a sí mismo de cuidarnos eternamente, Él pone a su propio Espíritu Santo adentro de nosotros para vivir con nosotros, nos tiene en sus manos para protegernos, Él ya no apunta nuestros pecados en nuestra contra para condenarnos al infierno, estamos a salvo en Jesús, ¡gloria sea a Dios!
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