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Vida Nueva
Lección Cinco: Jesús Y Zaqueo
Pastor - Paul Tinoco
(Centro De Vida)
Duración: 00:21:10 Minutes
Listens:
91
Aired on Abr 05, 2020

Escritura

Lucas 19:1-10

Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Muchas personas pequeñas, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. Hoy continuaremos con la serie “Vida Nueva” y el mensaje de este estudio se titula “Jesús y Zaqueo” con ustedes su amigo y pastor Paúl Tinoco. Hola amigos ¿han conocido alguna vez a un hombre que era un completo desastre, un hombre al cual su familia lo llamaba la oveja negra, un hombre en el cual nadie veía esperanza alguna, sin embargo, después de algún tiempo era un hombre totalmente diferente, un hombre que con su vida, actitud y palabras dejó a todos con la boca abierta? Bueno, en el estudio de hoy veremos algo semejante. les invito a abrir la Palabra de Dios en el libro de Lucas 19:1-10. Hoy estudiaremos el encuentro de Jesús y Zaqueo y para ello dividiremos el estudio en 4 partes. En primer lugar, estudiaremos: una ciudad encantadora. La palabra de Dios dice: “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.” El texto comienza describiendo la entrada de Jesús a Jericó. Jericó era un verdadero paraíso, su tierra era fértil, sus aguas encantadoras, su clima era cálido, su economía era próspera, hasta el aroma que respiraban era sumamente agradable. En resumen, era una verdadera belleza. Tal era su belleza que Marco Antonio la ofreció como un regalo a la hermosa reina Cleopatra. En el día de hoy no podríamos decir lo mismo de esta ciudad. Simplemente la belleza que antes cautivaba a multitudes, hoy quedo en el olvido. Esta ciudad se parece mucho a la vida del hombre. Mientras somos jóvenes gozamos de fuerza, energía, belleza y esplendor, pero tan pronto pasan los años, nuestra vida poco a poco se va consumiendo. Esta es la razón por la cual debemos de seguir el consejo del rey Salomón quien decía: “No dejes que la emoción de la juventud te lleve a olvidarte de tu Creador. Hónralo mientras seas joven, antes de que te pongas viejo y digas: «La vida ya no es agradable». Acuérdate de él antes de que la luz del sol, de la luna y de las estrellas se vuelva tenue a tus ojos viejos, y las nubes negras oscurezcan para siempre tu cielo.  Acuérdate de él antes de que tus piernas —guardianas de tu casa— empiecen a temblar, y tus hombros —los guerreros fuertes— se encorven. Acuérdate de él antes de que tus dientes —esos pocos sirvientes que te quedan— dejen de moler, y tus pupilas—las que miran por las ventanas— ya no vean con claridad” En segundo lugar, estudiaremos a Zaqueo, un ladrón profesional. La palabra de Dios dice: “Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.” Aquí notamos algunas características que tenía Zaqueo. La primera de ellas es que era jefe de los publicanos. Recuerden que en los tiempos en que vivía Jesús, toda palestina estaba bajo el control del Imperio Romano y en consecuencia todo judío tenía que pagar impuestos a Roma. ¿Quién se encargaba de cobrar los impuestos? Esta tarea la realizaban los publicanos o cobradores de impuestos. Estos hombres no eran Romanos, sino simplemente judíos que por medio del soborno a las autoridades Romanas se adueñaron de esos puestos ya que sabían que al estar en esa posición pronto serían hombres ricos. ¿No pasa lo mismo en el día de hoy? Cuantas personas están como jefes de cargos importantes en nuestra sociedad no en base a su capacidad ni a sus logros personales sino en base a su afiliación y contribución a algún partido político. Todo con el fin de que una vez dentro: saquen provecho de ello y se enriquezcan ilícitamente. En esos días había impuestos de todo tipo y color. Impuestos a la renta, impuestos a la tierra, impuestos sobre el transporte de bienes, cartas, uso de caminos, cruce de puentes, etc. Pagar impuestos en sí mismo no era algo malo. En el Antiguo Testamento Dios había establecido bajo un reino teocrático que la nación de Israel pagase el 23.3% de sus ingresos para apoyar al gobierno. Aun Jesús mismo pagó los impuestos que le exigieron. El problema no radicaba en los impuestos ni en quien cobraba los impuestos. El problema de los publicanos era que ellos cobraban mucho más de lo que exigía la ley, y si por algún motivo alguien no pagaba, contrataban matones que utilizaban la violencia física, la intimidación y la crueldad con tal de despojarlos de sus pertenencias. Así era Zaqueo el personaje de nuestra historia. Sin embargo, él no era un cobrador más, él era el jefe de los publicanos, en otras palabras, era el comisionario oficial de los impuestos. El más mas entre los cobradores de impuestos. La segunda característica que tenía Zaqueo, es que era un hombre sumamente rico. Todos los cobradores de impuestos al acabar su jornada tenían que darle un porcentaje de lo recaudado y como resultado de todo ello amontono para si grandes sumas de dinero ganado injustamente. La tercera característica de Zaqueo era que tenía un interés profundo por conocer a Jesús. Tal era su interés que estuvo dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de verlo.  Él sabía que era pequeño de estatura y sabía que frente a él había una gran multitud, con estos dos obstáculos, era casi imposible poder escuchar y ver al maestro. Así que ideo un plan. Salió corriendo y se subió a un árbol sicómoro. Los sicomoros eran árboles con troncos pequeños y con ramas bajas que hizo que Zaqueo pudiera treparla con facilidad. ¿Cuántos Zaqueos transitan por nuestro mundo el día de hoy?    Hoy estamos rodeados de miles de personas que alcanzan el éxito financiero en base al soborno y el robo. Personas que ocupan grandes cargos solo por pertenecer a algún partido político corrupto o por haber comprado un puesto en el gobierno. Son personas que lo tienen todo, pero que en lo más profundo de su ser saben que no tienen nada. La casa y el carro del año no le traen paz ni satisfacción a su alma. Y en ese vacío interno muchos buscan una salida. En tercer lugar, estudiaremos a Jesús un maravilloso salvador. La palabra de Dios dice: “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.” Mientras Jesús caminaba fijo su mirada hacia arriba y a las ver a ese pequeño hombre trepado en el árbol lo llamó por su nombre: y le dijo «¡Zaqueo! ¡Baja enseguida! Que debo hospedarme hoy en tu casa». que maravilloso llamado del cual podemos extraer muchas enseñanzas. En primer lugar, es Jesús quien va en busca de los perdidos.  A pesar del interés que tenía Zaqueo de conocer a Jesús, fue Jesús y no el publicano quien dio el primer paso para un contacto personal entre los dos.  A veces tendemos a pensar que somos nosotros quienes buscamos a Jesús, cuando no nos damos cuenta de que es el quien nos busca primero a nosotros. ¿no les parece grandioso esa gran verdad? No importa dónde te encuentres, ni cuán lejos del camino hayas llegado, el salvador te está buscando, no huyas de él. En segundo lugar, Jesús sabe todo de nosotros. No había que presentar a Zaqueo con Jesús para que ellos se conocieran, él lo conocía desde antes de la fundación del mundo. Jesús conocía su nombre, conocía quién era, conocía lo que estaba haciendo, conocía su corazón y su deseo de arrepentimiento, conocía absolutamente todo de él y aun así lo amo. Que hermoso, de la misma forma Jesús conoce todo de nosotros, nos vio cuando apenas éramos un embrión, nos formó en el vientre de nuestra madre, nos dio vida y desde ese día en adelante sus ojos han estado sobre nosotros. ¿Qué podemos ocultar de él? Absolutamente nada. Él lo sabe todo, conoce todas nuestras alegrías y tristezas, conoce todas nuestras luchas y defectos, conoce todas nuestras maldades y pecados, él lo conoce todo y aun así nos ama. En tercer lugar, Jesús no rechaza a los rechazados.  Estoy seguro de que Zaqueo nunca pensó que un hombre tan honorable como Jesús pudiese entrar en su casa, él estaba acostumbrado al rechazo. La gran mayoría de los judíos en los tiempos de Cristo no tenían ninguna relación con cobradores de impuestos, los consideraban gente impía y despreciable, gente que merecía únicamente su desprecio. Incluso creían que si entablaban una relación de amistad con ellos esto los contaminaría espiritualmente. ¡cuán equivocados estaban ¡ Jesús vino al mundo con un propósito, buscar y salvar a los que estaban perdidos. Esta es la razón por la cual abrió su corazón frente a Zaqueo. Sin embargo, la multitud no lo tomó así, tan pronto Jesús entró en casa de Zaqueo, la gente se disgustó y comenzó a murmurar diciendo “este hombre se hospedó en casa de un pecador de mala fama”. ¿sabían que todos somos pecadores? En nuestro mundo existen dos tipos de pecadores. En primer lugar, están los pecadores que se reconocen pecadores y en segundo lugar están los pecadores que se creen justos. ¿en qué categoría te encuentras? Déjame decirte que, si estás en la primera categoría, tienes esperanza de salvación, sin embargo, si te crees una persona justa, déjame decirte que las puertas del cielo están cerradas para ti.   Bien dijo nuestro maestro: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí …pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores». En cuarto lugar,  estudiaremos  una salvación transformadora.  La palabra de Dios dice “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. No sabemos muchos detalles de lo que paso ese día, lo que sí sabemos es que Jesús se quedó en casa de Zaqueo, paso la noche ahí y seguramente pasaron un buen tiempo conversando sobre el evangelio, las buenas nuevas de salvación. Y de pronto al escuchar las palabras de Jesús aquel hombre ladrón, corrupto y despiadado, se arrepintió de sus pecados, confió en el salvador y se aferró a su gracia y misericordia. Esto trajo un cambio en el corazón que más tarde se manifestó en un cambio en su forma de actuar. Dice el texto que Zaqueo se puso de pie delante del Señor y dijo: “Señor, daré la mitad de mi riqueza a los pobres y, si estafé a alguien con sus impuestos, le devolveré cuatro veces más.” La ley exigía que en ciertos casos al hacer restitución se añadiese un quinto del dinero recibido injustamente, en este caso un quinto de lo que habría cobrado de más. En otras circunstancias había que hacer restitución doble. Sin embargo, lo maravilloso de esta historia es que Zaqueo no devolvió la quinta parte, ni el doble, sino cuatro veces más. Y si esto fuera poco dio la mitad de su fortuna a la gente pobre. De ladrón y saqueador paso a benefactor, de egoísta a ser altruista, de ser alguien que quitaba a otros, a ser un dador. Este es el cambio que experimenta un verdadero creyente. Muchos en nuestros días dicen creer en Dios, dicen tener su religión y asisten fielmente a sus iglesias cada domingo, sin embargo, nunca se han arrepentido de sus pecados, nunca han experimentado la salvación y la transformación que Jesús ofrece, todavía se gozan en sus pecados, todavía se deleitan en su maldad. Alguien dijo lo siguiente “la evidencia de que una persona conoce a Jesús es que comienza a amar la justicia que antes ignoraba y odiar el pecado antes amaba.” Eso paso con Zaqueo, y eso puede pasar contigo también si humildemente vas a él en arrepentimiento y fe. El texto termina con las palabras de Jesús quien dijo “La salvación ha venido hoy a esta casa, porque este hombre ha demostrado ser un verdadero hijo de Abraham.   Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos.” Que hermoso final y que hermosas palabras. No sé en qué situación te encuentres estimado amigo. Pero recuerda esto, el salvador no está en busca de gente santa y respetable, sino de gente perdida y pecadora. Tal vez pienses que por todo lo que hiciese ya no hay esperanza para ti. Déjame decirte que estás equivocado, el salvador te ama tal y como eres, pero no desea dejarte así, él quiere que seas como Jesús. No permitas que tu pasado te atormente, recuerda que el parabrisas es más grande que el espejo retrovisor por una razón, tu presente y tu futuro importa más que tu pasado, la gracia de Dios es más grande que tu pecado. Lo que hiciste no fue bueno, pero Dios es bueno y así como perdonó a Zaqueo, él te puede perdonar a ti. Ven a él querido amigo, ven a él en arrepentimiento y fe que él está listo para escribir un nuevo capítulo en tu vida el día de hoy.

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