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El Reflejo Del Amor De Dios Por Nosotros
Amor Que Nos Envía
Wendy Carolina Escobar
(Centro De Vida)
Aired on Mar 25, 2025
Mar 25, 2025
Duración:
00:04:08 Minutes
Vistas:
2

Escritura

Mateo 28:19-20

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Hemos llegado al final de nuestra serie que hemos titulado: El reflejo del amor de Dios por nosotros. Hemos aprendido de su amor incondicional, de su Amor Sacrificial, de su Amor que restaura, de su Amor que disciplina, de su Amor Que Nos Une y para terminar la serie vamos a hablar de su amor que nos envía. Mateo 28:19-20 dice: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:19-20 es conocido como la Gran Comisión. En estos versículos, Cristo no solo nos da una tarea, sino que también nos muestra el corazón del Padre: un amor inquebrantable que desea que todas las naciones conozcan Su verdad. Este amor nos impulsa, nos une y nos envía a hacer discípulos, bautizándolos y enseñándoles a guardar todo lo que Él nos ha mandado. A través de este mandato, vemos reflejado cómo el amor de Dios trasciende culturas y generaciones, invitándonos a vivir una unidad que va más allá de las fronteras y nos une en un propósito eterno. Jesús, después de resucitar, reúne a Sus discípulos y les da una misión universal: ir, hacer discípulos de todas las naciones, bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñarles a obedecer Sus mandamientos. Este mandato no es solo una instrucción sino una invitación a participar en el plan redentor de Dios. Él no los deja solos en esta tarea, sino que promete estar con ellos “todos los días, hasta el fin del mundo”. En la Gran Comisión, Jesús muestra cómo el amor de Dios no tiene límites. Este amor nos une en propósito y nos llama a salir de nuestras zonas de comodidad. Al bautizar en Su nombre, señalamos que las personas son adoptadas en la familia de Dios. Al enseñar Sus mandamientos, compartimos no solo conocimiento, sino una forma de vida que refleja el carácter divino. La promesa de Su presencia constante nos recuerda que no dependemos de nuestras propias fuerzas, sino del poder de Su amor que nos sustenta y guía. El amor que nos une también nos llama a la acción. Hoy podemos reflejar el amor de Dios al ser testigos de Su gracia en nuestras comunidades. ¿Qué pasos prácticos puedes tomar para hacer discípulos en tu Iglesia local? Tal vez sea orar por un amigo, compartir tu testimonio o invitar a alguien a estudiar la Palabra juntos. Además, este pasaje nos invita a vivir en unidad como cuerpo de Cristo, trabajando juntos en la misión de llevar el Evangelio a quienes aún no lo conocen. Pregúntate: ¿estoy mostrando el amor de Dios al colaborar con otros creyentes y al acercarme a aquellos que necesitan escuchar las buenas nuevas? Al responder a este llamado, recordemos que no estamos solos: el mismo Jesús nos acompaña, fortaleciendo la unidad que Su amor produce.  

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