(Centro De Vida)
Escritura
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy
Las palabras "Yo soy" pronunciadas por Jesús revelan Su identidad divina y Su relación única con el Padre. Estas palabras están cargadas de significado y resuena con la revelación que Dios le dio a Moisés en la zarza ardiente, donde se identificó a sí mismo como "Yo soy el que soy" (Éxodo 3:14). Jesús toma esta declaración y la aplica a sí mismo, demostrando que es mucho más que un maestro o profeta; es Dios en la carne. Juan 8:58 dice: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”. En este versículo, el Señor está afirmando Su preexistencia y Su eternidad, lo que desató una reacción violenta de los líderes religiosos, pues lo entendieron como una proclamación de deidad. En el contexto de este pasaje, Jesús está discutiendo con los líderes judíos sobre Su identidad y Su relación con Abraham. Cuando ellos lo cuestionan, Jesús responde de manera directa. "Antes que Abraham naciera, Yo soy". Esta afirmación no solo les recordaba el nombre con el que Dios se reveló a Moisés, sino que también implicaba la eternidad y la divinidad de Jesús. La reacción de los judíos fue intentar apedrearlo, porque entendieron perfectamente lo que Jesús estaba declarando: Su igualdad con Dios. Las palabras "Yo soy" de Jesús nos revelan varios aspectos importantes. Primero; Jesús no es un ser creado; Él es eterno, existente antes de la creación del mundo. Segundo; Él está directamente revelando su naturaleza divina, afirmando que es el mismo Dios que se reveló en el Antiguo Testamento. Esto nos enseña que en Jesús no solo encontramos a un buen maestro, sino a Dios mismo, quien vino para traer salvación, mostrando que Jesús tiene autoridad sobre toda la historia y el tiempo, y que Su poder no está limitado por el contexto humano. Estas declaraciones "Yo soy" de Jesús nos desafían a reconocer quién es Él verdaderamente y a vivir de acuerdo con esa revelación. Si Jesús es el eterno y divino "Yo soy", nuestras vidas deben reflejar esa verdad en nuestra fe y obediencia. Debemos seguirle no solo como un buen ejemplo o un gran maestro, sino como el Señor y Salvador. Esta verdad también nos brinda una seguridad profunda: el mismo Dios que se reveló a Moisés y guio a Israel es el mismo que está presente hoy en nuestras vidas, guiándonos y sosteniéndonos.