Escritura
A la edad de unos ocho o nueve años, mi abuelita tenía un patio pequeño hecho de concreto, había una cerca que consistía de una sola cadena que rodeaba el patio, la cadena era más adorno que cualquier otra cosa, ya que no p9odía mantener fuera a nadie lo malo es que la cadena tenía altura y uno podía sentarse en ella y mecerse, lo peligroso de la cadena es que uno no tenía de qué sujetarse. Mi abuelita ya me había sentenciado más de mil veces diciéndome que si me caía para atrás podía rajarme la cabeza en el concreto, pero como era bien "hábil" eso nunca podía sucederme a mí, nunca le hice caso, siempre la cadena era asunto de tentación y siempre cedí, solo me aseguraba de que la abuelita y entonces me sentaba en la cadena a mecerme, nunca pensé que me podría golpear, cuál fue mi sorpresa cuando me desperté con un dolor de cabeza viendo el rostro de mi abuelita, gracias a Dios, la herida no había sid9o grande, desde ese día en adelante, la abuela ya no tuvo que preocuparse de que me sentara en la cadena de su patio para mecerme, jamás lo volvería a hacer.
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