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Lo Que Significa Haber Aceptado A Cristo
Que Tienes Doble Naturaleza
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jul 28, 2022
Jul 21, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Juan 3:6; Gálatas 5:16 y 17.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Juan 3:6 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas 5:16 y 17

Cuando recibí a Cristo como mi Salvador pensé que todo me iba a salir bien, pensé que ya no tendría problemas con el pecado en mi vida, pensé que el diablo me iba a dejar en paz, pero veo que no es así. ¿Qué está pasando? ¿Será que Cristo no me cambió? Estoy muy confuso. Tal es la situación de muchos cristianos hoy día, nadie les ha explicado que cuando uno recibe a Cristo comienza una batalla espiritual la cual ellos antes desconocían, dicha batalla tuvo su inicio en el momento que uno nace a la familia de Dios, como vimos en nuestro estudio pasado el nacer uno a la familia de Dios se constituye uno en  enemigo de Satanás y desde ese día Satanás hizo ejército de demonios, lanzarán un ataque sobre su testimonio para rendirle en capacitado en cuanto a servir al Padre celestial, ¿por qué puede Satanás tener éxito en la vida de un hijo de Dios? Puede tener éxito debido a que el cristiano tiene una doble naturaleza, el creyente en Cristo antes de ser espiritual fue carnal y al nacer espiritualmente del espíritu de Dios no perdió su naturaleza carnal, hay una gran diferente entre la carne y espíritu y nunca deben de confundirse, Jesús dijo en Juan 3:6: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. O sea, que los que han recibido a Cristo tienen una naturaleza doble, tienen la naturaleza carnal, la cual recibieron de sus padres físicos, pero también tienen la naturaleza espiritual, la cual recibieron del Padre celestial al recibir a Jesús en sus corazones. Desde el día en que el creyente recibe a Jesús comienza una lucha en su vida, ¿por qué? Porque ambas naturalezas no se quieren, la carne quiere seguir los deseos físicos carnales, el espíritu quiere seguir la voluntad de Dios, así que cada momento hay un choque interno y el pobre creyente se ve en medio, por un lado el Espíritu Santo animándole a vivir conforme al espíritu y por el otro lado Satanás y sus demonios animándole a desobedecer a Dios, debemos acordarnos que Satanás desea ser adorado en vez de Dios y cuando el hijo de Dios se somete a los deseos de la carne, fuera de los límites que Dios ha establecido, su alianza es para el enemigo, claro está que al hacer esto pierde su salvación, ¿verdad? No, ¿y por qué? Porque la parte espiritual de él no participó en sus acciones, de hecho, su espíritu le estuvo suplicando de que no se dejara vencer por la carne, esta lucha se lleva a efecto en la vida de todos los hijos de Dios, Gálatas 5:16 y 17 dice: “Digo, pues: andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. Aún el gran Apóstol Pablo tuvo que luchar con esta cosa en su vida, quiero que estudiemos las palabras de Pablo concerniente a este asunto en Romanos 7:14-25, escucha bien y luego haremos algunas observaciones, dice: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí, así que queriendo yo hacer el bien hallo esta ley, que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. ¿Te suena familiar este sentir del Apóstol Pablo? Claro que sí, es el sentir de cada hijo de Dios, esas palabras representan la lucha que está siendo peleada en la vida de todo creyente en Cristo, quiero que notes las palabras: “Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios, pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente”, nuevamente tenemos que reconocer nuestra doble naturaleza: carnal y espiritual. Quiero que sepas que la naturaleza espiritual que hay en nosotros no puede pecar, por eso es ridículo pensar que uno puede perder su salvación, no puede pecar porque es nacido de Dios y Dios no puede pecar, cuando uno recibe a Cristo el Espíritu de Dios entra al espíritu humano y le da vida, eso es lo que nosotros llamamos: nacer de nuevo, esa parte que nace, la parte espiritual, es la parte que es salva, esa parte de nosotros no puede pecar, para probarlo vamos a 1 Juan 3:9 dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. Lo mismo decía el Apóstol Pablo al hablar de su doble naturaleza y lo mismo decía Jesús cuando dijo: “Lo que es de la carne, carne es; y lo que es del Espíritu, espíritu es”. Por otro lado, la carne no puede hacer bien, la carne siempre buscará el bien del yo, nunca busca servir a Dios, el adulterio, la idolatría, las enemistades, los celos, las envidias, borracheras, pleitos y todas esas cosas son producto de la carne, si el hijo de Dios se deja llevar por la carne nunca podrá traer honra y gloria a su Padre celestial, su testimonio será destruido y no tendrá con qué servir a Dios, mejor sería que no hablara de Dios pues sus acciones cancelan lo bueno que dice, por eso es que Jesús dijo en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, el hijo de Dios debe hablar de Dios pero al mismo tiempo su vida debe reflejar sus palabras, ¿cómo puede el creyente vivir una vida que agrade a Dios si su carne siempre busca el mal? Aquí es donde entra el poder del Espíritu Santo, cada hijo de Dios tiene que entregarse al poder del espíritu, tiene que sacrificar los deseos de la carne y someterse por completo a la voluntad del Espíritu, eso fue lo que hizo el Señor Jesucristo: obedeció en todo al Espíritu, fue Jesús quien dijo en Marco 8:34: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, simplemente estaba diciendo: “Deben olvidarse de los deseos carnales que tienen, hay que crucificarlos y seguir en mis pisadas, así como yo fui obediente al espíritu ustedes también lo tienen que hacer”. Gálatas 5:24 dice: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”, conste que nadie ha dicho que esto será fácil, el Apóstol Pablo dijo que él tenía que golpear su carne y ponerlo en servidumbre, o sea que cuando su carne quería hacer su gana Pablo le decía: “no, nosotros vamos a hacer lo que Dios quiere”. En otras palabras, uno debe negarse a la carne y hacer que su carne obedezca al espíritu, cuando uno no quiere estudiar la palabra, orar con Dios o testificar de Cristo, es cuando uno debe exigirse en hacerlo, uno debe esforzarse en ser obediente a Dios, al alimentar al hombre espiritual este se va fortaleciendo y la tarea de conquistar sobre la carne será más fácil con el pasar del tiempo. Efesios 4:22-24 habla de nuestra doble naturaleza diciendo: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Como hijos de Dios tendremos que luchar para matar al viejo hombre, la naturaleza carnal y dejar que el hombre nuevo, la naturaleza espiritual, sea quien viva en nuestro diario proceder ante el mundo. Quizás tú ya has recibido a Cristo, pero no te dabas cuenta de lo que hemos hablado hoy, tal vez Satanás te ha estado mintiendo diciéndote que como hijo de Dios estás acabado, yo quiero decirte que no es así, tu naturaleza espiritual no ha pecado, nunca, y tú puedes comenzar hoy a vivir de acuerdo a tu naturaleza espiritual, díselo al diablo y sirve a tu Señor. Quiero terminar leyendo una exhortación de Romanos 6:12-13, escuchan “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por nuestra naturaleza espiritual la cual nace de ti y no puede pecar, ayúdanos a vivir de acuerdo al Espíritu haciendo someter nuestra carne a tu voluntad, ya sabemos que esto es importante pues, otros deben ver a Cristo en nosotros y no le verán a menos de que vivamos de acuerdo al espíritu, haz que esto sea una realidad para la honra y gloria tuya, lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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