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Lo Que Significa Haber Aceptado A Cristo
Que Eres Hijo De Dios
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jul 25, 2022
Jul 21, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Mateo 28:19; Juan 3:3-7

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mateo 28:19 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:3-7

Me da pesar tener que admitir que la iglesia del Señor Jesucristo está fallando en su deber de llevar a efecto la gran comisión que el Señor la dejó, el evangelio está siendo esparcido al mundo hoy día y muchas personas están recibiendo a Jesús como su Salvador, pero hasta ahí está llegando el asunto. Al oír yo de mujeres que abandonan a sus hijos siento algo de coraje, esas mujeres no son dignas de ser madres. Al oír de padres que abandonan a sus esposas e hijos me enojo y sin embargo en la iglesia vienen las personas recibiendo a Cristo, nacen de nuevo a la familia de Dios y nosotros los dejamos a la merced del diablo, es necesario que nos acordemos que ellos son recién nacidos, no pueden defenderse a solas, son criaturas en las cosas del Señor, necesitan de nuestro cuido, necesitan nuestra ayuda, ya cuando pueden defenderse a solas en el mundo entonces habremos terminado nuestra labor. Lo que estamos viendo es que estamos fallando en el área de discipular, en Mateo 28:19 Jesús dijo claramente: “Id, y haced discípulos”, lo que nosotros hacemos es traerlos a la luz de Cristo para abandonarlos, en vista de este error que estamos cometiendo lo que tenemos en el mundo es un mundo de cristianos malnutridos que no pueden llevar a término la obra del Señor, tenemos líderes religiosos que carecen de profundidad espiritual, tenemos hermanos y hermanas en la fe que aún después de años de haber conocido el camino siguen tomando leche en vez de carne espiritual, un mundo lleno de creyentes anormales y retardados, en los estudios próximos vamos a discipular. Vamos a estudiar la Palabra con el fin de arreglar nuestras vidas y crecer en las cosas de nuestro Dios, vamos a gatear, luego caminar y por fin correr, vamos a hacer todo lo que podemos para llegar a ser los hijos que Dios desea que seamos. En esta serie de cinco estudios quiero que analicemos lo que significa haber aceptado a Cristo como nuestro Salvador, muchos piensan que recibir a Jesús solo significa que uno es salvo del infierno, pero cuando aceptamos a Cristo una serie de cosas suceden: en primer lugar, nos convertimos en hijos de Dios, en segundo lugar, recibimos vida eterna y una herencia celestial, en tercer lugar, nos volvemos enemigos de Satanás, en cuarto lugar, obtenemos una doble naturaleza y en quinto lugar dejamos de ser de este mundo. Como puedes ver tenemos mucho territorio que cubrir así que, abramos nuestras biblias y al ataque. Hoy quiero que observemos la realidad de que cuando recibimos a Jesús nos convertimos en hijos de Dios, no que vamos a ser hijos de Dios en el futuro, sino que ya lo somos desde el momento en que recibimos a Cristo como nuestro Salvador. Para poder ser hijo de Dios hay que nacer de Dios, si tienes tu biblia vamos al libro de Juan capítulo 3 para leer los versículos 3 al 7, Jesús en esta ocasión está hablando con Nicodemo, quien era un hombre distinguido entre los judíos, Jesús le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os se es necesario nacer de nuevo”. Deseo que nos fijemos en las palabras: “Lo que es nacido del espíritu”, en el momento que uno recibe a Jesús en su corazón el Espíritu Santo entra al espíritu humano y le da vida, o sea, que uno nace del espíritu, desde ese momento uno es hijo de Dios, así como uno no tiene nada que ver con su nacimiento físico tampoco tiene que ver con su nacimiento espiritual, uno acepta la verdad de Dios, pide perdón por sus pecados, invita a Jesús entrar a su corazón y en ese momento el Espíritu Santo hace nacer al individuo a la familia de Dios. Juan 1:12 y 13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Existen algunos hermanos que creen que pueden perder su salvación, yo tendría que estar de acuerdo con ellos si es que el hombre fuera quien se gana su salvación, pero no estoy de acuerdo con esa enseñanza pues, no fui yo quien me hizo nacer a la familia de Dios, yo recibí a Jesús como mi Salvador, pero Dios mismo fue quien me hizo su hijo, fíjate otra vez en el versículo 13: “Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, quiero recalcar sobre el hecho de que ahora somos hijos de Dios, no es algo que sucederá en el futuro, sino que ya sucedió en el momento que uno recibió a Jesús. Dos de mis versículos favoritos se encuentran en 1 Juan capítulo 3, son los versículos 1 y 2, esos dos versículos nos hablan del amor que Dios tiene para nosotros llamándonos sus hijos y también habla de que ahora somos sus hijos, aunque no hayamos alcanzado todavía la perfección, leamos, 1 Juan 3:1-2 dicen: “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es”. Así es, todavía no he podido ver cómo es el verdadero Ricardo, es hijo de Dios, pero todavía existen algunas cositas en él que tienen que cambiar, sin embargo, cuando se manifiesta Jesús, cuando venga en su gloria, hermano Ricardo será semejante a Él porque le verá en toda su perfección. Hasta ese día el hermano Ricardo tendrá que luchar aquí en el mundo cumpliendo sus deberes como hijo de Dios y esperando ese glorioso momento cuando Jesús vendrá por él, no vamos a servir a Dios aquí para llegar a ser sus hijos, vamos a servirle porque ya somos sus hijos y como hijos de Él tenemos ciertas responsabilidades, Efesios 2:10 dice que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Nuestra responsabilidad como hijos es de encontrar nuestro sitio en la familia y empezar a cumplir con nuestra parte del trabajo, Dios tiene preparado una obra especial para cada uno de sus hijos y los necesita a todos. En otros estudios nos profundizaremos un poco más concerniente a este tema, pero por el momento lo más importante es que comprendamos que si hemos recibido a Jesús somos hijos de Dios ahora y tenemos que cumplir con nuestras responsabilidades como buenos hijos, esto es sumamente importante porque al ver nuestras vidas y el trabajo que hacemos por nuestro Padre celestial otros vendrán a Jesús para nacer a nuestra familia, la familia de Dios. Nuestro Señor Jesucristo nos amonesta de la siguiente manera en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifique a vuestro Padre que está en los cielos”, desde que he aumentado unas cuantas libras muchas personas han hecho el comentario de que me parezco mucho a mi padre carnal, hermano Pablo Robinson, eso me agrada pero el elogio más grande que podrías darme sería el compararme con mi Padre celestial, ojalá todos me recuerden y me reconozcan como un hijo de Dios, ese es mi anhelo, sé que habemos muchos hijos de Dios pero lamentablemente no nos comportamos como tales, quizás sea por ignorancia de nuestra parte y si tal es la situación entonces esperamos salir de ello lo más pronto posible por medio de estudiar la Palabra y poner sus enseñanzas a práctica en nuestras vidas. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por llamarnos tus hijos, te damos gracias por hacernos nacer a tu familia en el momento en que nos arrepentimos y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, te pedimos que nos ayudes a reconocer nuestras responsabilidades como tus hijos y que nos des las fuerzas para realizar dichos deberes, en el nombre de Jesús te lo imploramos. Amén.

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