(Centro De Vida)
Escritura
sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Isaías 11:4 y 5 Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Malaquías 4:2
Hace mucho tiempo atrás, un ciudadano estaba tan preocupado por la corrupción en su vecindad, que encendió una linterna y salió en busca de un hombre justo. Te pregunto si tú salieras en búsqueda de una persona justa, ¿crees que la encontrarías? ¿a dónde comenzarías la búsqueda? Ya hemos visto que un hombre justo es alguien recto en su andar, que su conducta es la correcta, y tal persona estaría bien en su corazón con Dios. ¿Crees poder encontrar a alguien quien llene todos estos requisitos? Las respuestas a todas estas preguntas dependerán de la fuente de justicia y de la que consideramos justicia, si tú piensas que la justicia es autodisciplina y dominio propio, entonces a lo mejor puedas encontrar a un hombre justo en tu comunidad, sea religioso o no; pero si la justicia depende de la presencia de Dios en el espíritu humano, tendrás que buscar en una dirección totalmente diferente. Quiero sugerirte que busques al hombre verdaderamente justo, en la persona de Cristo Jesús, podemos encontrar todo lo que Él era, todas sus palabras y sus hechos en las Sagradas Escrituras, la Biblia. Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la justicia de Jesús cientos de años antes de que Él viniera al mundo. Isaías uno de los famosos profetas hebreos, habló de Jesús con esas palabras que encontramos en Isaías 11:4 y 5 “juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura”. Malaquías uno de los últimos profetas de Israel dijo de Jesús en Malaquías 4:2 “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”. El profeta Jeremías escribió en Jeremías 23:5 y 6 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. Y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra”. El Nuevo Testamento nos relata cómo era Jesús en palabra y hecho, algunos hombres le recibieron, otros le rechazaron, aquellos quienes creyeron en Él daban testimonio de que no había en Él pecado, ni se halló engaño en su boca. Aquellos quienes le rechazaron no podían contestar cuando Él les preguntó “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?”. Si somos honestos, tendremos que reconocer que Jesús es justo; su justicia será evidente cuando Él regrese a la tierra; si vamos a Capítulo 19 de Apocalipsis, encontraremos allí su apariencia al regresar “Vendrá en un caballo blanco, seguido por los ejércitos del cielo y en su vestidura y en su muslo, llevará escrito un nombre, el nombre es: REY DE REYES, SEÑOR DE SEÑORES”. Con justicia gobernará al mundo y luchará en contra de la maldad. Sin más demora, yo creo que esto es evidencia suficiente, para probar la justicia de Jesús, aunque si fuera necesario, podríamos citar versículos tras versículos, pero Jesús no es el único a quien Dios acepta, también acepta a todas las personas quienes comparten la justicia de Jesucristo, pero ¿cómo podemos estar seguros de que Dios acepta la justicia de Jesús? Jesús dijo que podríamos saberlo, porque Él iría al Padre y no regresaría, sino que permanecería ahí con el Padre, en Hechos 1:9 encontramos que “sus discípulos observaban mientras que él fue alzado y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos, dos varones vestidos de blanco les dijeron a los discípulos para decirles que ese mismo Jesús que había sido tomado de ellos y llevado al cielo, vendría otro día de la misma manera”. Jesucristo fue aceptado con honores en el cielo, un diácono mientras moría dijo “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”. Sí, allá estaba Jesús, a la mano derecha del Padre, listo para recibir el espíritu de uno de sus siervos fieles, quien fue el primer mártir de la iglesia, que menciona la Biblia, que murió por su fe en Jesús. El libro de Hebreos, no enseña que Jesús es el apóstol y sumo sacerdote de la fe cristiana. Hebreos 8:1 dice que “tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos”. En Hebreos 10:12 y 14, encontramos que “Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Quiero decirte que cuando pensamos en Cristo hoy día, nuestros ojos se dirigen al cielo, porque es ahí donde esta Él, para interceder por nosotros cuando nos presentamos ante Dios en oración. La verdad más sorprendente que nos es revelada en la Biblia es la de que la justicia de Jesús puede ser nuestra, nosotros quienes somos pecadores de naturaleza y en hechos, nosotros quienes no tenemos nada en nosotros que produzca justicia, nosotros quienes somos totalmente inútiles para hacer la voluntad de Dios, nosotros, nosotros podemos recibir la justicia de Dios mismo, por medio de depositar nuestra fe en Cristo Jesús; esto parece un sueño, pero no es así, es la verdad. Cuando una persona da espaldas al pecado y se acerca a Dios, por medio de fe en Cristo Jesús, algo maravilloso sucede, esa persona está colocada en Cristo, yo puedo decirte que cuando acepté a Jesús como mi Salvador personal, pude decir como en Filipenses 3:9 que “Soy hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. El creyente en Cristo recibe la justicia de Dios y vive en esa justicia mientras está en el mundo, eso es lo que significa ser salvo. Esto es posible por lo que Jesús hizo por el pecador en la cruz del Calvario, 2 Corintios 5:21 dice “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Quiero que observemos tres cosas en referencia a este texto, en primer lugar, vemos que Jesús nunca pecó; en segundo lugar, Dios hizo que Jesús fuera pecado para nosotros cuando tomó nuestro lugar en la cruz y, en tercer lugar, debido a lo que Jesús hizo nosotros los que confiamos en Él, recibimos la justicia de Dios y si esto no te anima, no sé qué lo haría. Al recibirle, Jesús se convierte en nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención. Él llega a ser todo lo que necesitamos, no solo recibimos su justicia, sino que recibimos su propia persona cuando somos salvos. Nosotros llegamos a ser por su vida en la nuestra, todo lo que Él es, Él es el Hijo de Dios, nosotros llegamos a ser hijos de Dios, Él es justo, nosotros llegamos a ser justos, Él vivió una vida que jamás verá muerte, nosotros recibimos vida eterna, Él llama a Dios Padre, nosotros llamamos a Dios Padre, el cielo es su hogar, el cielo es nuestro hogar. 1 Juan 4:17 dice “como él es, así somos nosotros en este mundo”. Este es el fundamento de la fe cristiana. No nos basamos en lo que somos ni en lo que podemos hacer, ni en nuestra justicia, nos basamos en Jesús, en lo que Él es, y en lo que Él ha hecho y en su justicia. Dios dijo éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia, y en vista de que Dios se complace con Cristo y nosotros estamos en Cristo porque hemos creído en Él, Dios también se complace con nosotros, nosotros hemos recibido su justicia por lo cual “no se avergüenza de llamarlos hermanos” según Hebreos 2:11. ¿Y tú? ¿Estás viviendo bajo la culpabilidad de tus pecados? ¿Tienes deseos de vivir una vida de santidad, pero encuentras que fracasas vez tras vez? ¿Quieres ser la persona que Dios desea que seas? Si es así ¿Por qué no vienes a Cristo hoy? Dile que estás arrepentido de tus pecados y que deseas que Él entre a tu corazón para ser tu Salvador; si lo haces creyendo, yo te prometo que Él entrará y te dará vida eterna. Acéptale ya. Vamos a orar. Padre gracias te doy por la enseñanza de hoy, te pido que ayudes a mi amigo en comprender su situación, ayúdale a dejar su forma de vivir, aceptando a Cristo para que tú puedas vivir en él, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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