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El Tema De Convicción
El Santo Espíritu De Dios
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 27, 2021
Dic 24, 2021
Duración:
00:14:33 Minutes
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Escritura

Juan 16:7-11; 1 Juan 1:1-3

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:7-11 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Juan 1:1-3

Convicción es un término legal común en cortes de la Ley. El término convicción significa probar que una persona es culpable de una ofensa de acuerdo a la evidencia que haya en su contra. El título convicto se refiere a la persona que ha sido probado culpable de haber cometido un acto ilegal. Pero es un término religioso también, convicción es cuando una persona llega a comprender que es culpable de pecado. El término en griego es “elegcho” significa convencer, reprender, hacer notar a alguien su culpabilidad. La Biblia está repleta de referencias concerniente al pecado, de tal modo que podemos formar una doctrina bíblica en cuanto a la convicción de pecado. Llegando a este entendimiento haremos un estudio de este interesante tema. Espero que todos podamos realizar en nuestros corazones un crecimiento espiritual a través de los próximos cinco estudios sobre la convicción. En Juan 16:7-11, el Señor Jesús nos habla acerca del consolador quien vendría a imponer convicciones en el corazón de los hombres, dice: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Jesucristo había sido el compañero personal de sus discípulos por unos tres años, ellos habían vivido juntos, día tras día. Estos discípulos escucharon sus enseñanzas, vieron sus milagros, compartieron su ministerio, le vieron morir, recibieron prueba de su resurrección, además de ser testigos de palabras como estas que encontramos en 1 Juan 1:1-3: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”. Qué privilegio la de estos hombres poder compartir personalmente con Jesús su ministerio personal aquí en la tierra, por tres años. De repente llega el día en que Jesús sorprende a sus discípulos con las palabras: “Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir”. Claro está que esto fue un choque fuerte para los discípulos, ellos no podían comprender porque Jesús tendría que dejarlos. Para consolarlos Jesús les explicó el por qué: “Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre. Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis”. En Juan 16:16 Jesús dijo: “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque voy al Padre”. Jesús comprendió lo que ellos estaban sintiendo, en Juan 16:22 Él les dice: “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”. Poco después de haberles dicho estas palabras, les explicó lo siguiente: “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre”. Pero Jesús no los dejó con esas palabras tristes, les habló de una fuerza especial que estaría con ellos, para que pudieran seguir adelante. En Juan 16:6 y 7 Jesús les dice: “Antes porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. Que promesa más maravillosa, su ausencia corporal no significaba que los discípulos quedarían sin Dios. Jesús dijo que Él se encargaría personalmente de que recibieran otro compañero para estar con ellos: el Consolador. No tenemos tiempo para hacerlo hoy, pero me gustaría que estudiaran Juan 16:7-18 para comprender el contenido de esa promesa. La palabra Consolador viene de la palabra griega paracletos, su significado es alguien quien acompaña. Jesús prometió a sus discípulos otro compañero igual a Él. Este Consolador es sumamente importante y muy personal para con cada uno de los creyentes. El hecho de que ese Consolador habite en uno es prueba de su presencia personal. 1 Juan 3:24 dice: “Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. La presencia de este Consolador no es limitada. Él permanece en uno para siempre. Jesús en Juan 14:16 dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Jesús no habitó permanentemente con los primeros discípulos, su ministerio con ellos duró apenas tres años, Él se fue de ellos para regresar al Padre en los cielos. Pero no es lo mismo con el nuevo Consolador, Él habitará con nosotros para siempre. Hay que tomar en cuenta la ventaja que tenemos debido a la presencia de este nuevo compañero en nuestras vidas. Jesús comprendió lo que sentían sus discípulos, pero Él les explicó que había una gran ventaja para ellos si Él regresaba al cielo y les enviaba a otro Consolador. Era para el bienestar de ellos. Era algo de mucha ventaja pues el nuevo Consolador estaría en ellos, mientras que Jesús solo estaba con ellos. El nuevo Consolador estaría con ellos para siempre, mientras que Jesús pudo estar con ellos solo por un tiempo corto nada más. El nuevo Consolador podía estar en todas partes al mismo tiempo, mientras que el Señor Jesucristo estaba limitado por el tiempo y el espacio en su cuerpo humano. En todo esto vemos que era para el bienestar de los creyentes, que Jesús regresara al cielo para mandar a otro Consolador, y por ello debemos estar agradecidos. Juan 14:17 nos indica que el “Consolador sería el Espíritu de verdad”. ¡Sí! El nuevo Consolador es el Espíritu de Dios mismo, quien mora con y en cada persona que recibe a Jesús como su Salvador. Ahora, ¿Qué tiene que ver la presencia del Espíritu Santo entre los hombres con la convicción del pecado? Lo que tiene que ver es que el Espíritu Santo es el agente de la convicción. El Espíritu Santo convence al hombre de su culpabilidad y lo llama al arrepentimiento, convence al hombre de su necesidad de Cristo quien es el único quien puede perdonarle sus pecados y entregarle vida eterna. Cuando el individuo se arrepiente, y pone su fe en la persona de Jesús, el Espíritu Santo efectúa un nuevo nacimiento en el espíritu humano del individuo y le hace ser hijo de Dios. Desde ese momento Él hace su morada permanentemente en el nuevo convertido y nunca lo deja a solas. En esto vemos el doble Ministerio del Espíritu Santo. En primer lugar, Él está convenciendo al pecador de sus pecados y de su necesidad de Cristo, y en segundo lugar Él está viviendo en la vida del creyente para enseñarle y dirigirle en las cosas del Señor. Sí señor, el Espíritu Santo es el agente de la convicción. Vamos a orar. Padre te damos gracias por el ministerio del Espíritu Santo. Te doy gracias porque cada creyente puede realizar el poder de tu fuerza si tan sólo estamos dispuestos a rendirnos a tu voluntad. Te doy gracias de que hay alguien más poderoso que nosotros, quien está convenciendo al hombre de sus pecados y de su necesidad de Jesucristo para ser salvo. Padre ojalá todo hombre, incrédulo y creyente, estuviera atento a la voz del Consolador. Ayúdanos a prestar atención a su voz, porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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