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Nuestro Mandato Como Misioneros
Perdón
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 17, 2021
Dic 14, 2021
Duración:
00:14:33 Minutes
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Escritura

Salmos 32:1 y 5; Isaías 1:18

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Salmos 32:1 y 5 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18

Nuestro repaso del imperativo misionero en doctrinas cristianas seleccionadas nos ha traído a la doctrina del perdón. Si entendemos lo que la Biblia nos enseña del perdón de pecados sentiremos la urgencia de propagar el Evangelio a cada persona en el mundo. Pero ¿Qué es lo que la Biblia nos enseña acerca del perdón? La Biblia nos enseña que hay perdón para todos nuestros pecados. El Salmos 32:1 y 5 es la expresión más fina de esta verdad, dice “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”. Este Salmo es el testimonio personal de alguien quien ha sido perdonado por Dios. Hay cuatro palabras en este Salmo que describen al pecado, ellas son: Transgresión, pecado, iniquidad y engaño. Esas palabras se refieren a una sola actitud de rebelión, errores en acción, una naturaleza depravada y una relación hipócrita. Estas palabras incluyen el campo entero del pecado, actitud, acción, naturaleza y relación. Y sin embargo debemos observar que cada una de estas palabras tienen perdón. La transgresión es perdonada, el pecado cubierto, la iniquidad no es inscrita, el engaño es borrado. Todo esto significa que el perdón corrige todos los problemas que el pecado nos trae. Cambiará nuestra actitud, nuestras acciones, nuestra naturaleza y relación. Nosotros hacemos diferencia entre pecados, para nosotros hay pecados graves y pecados leves, pero no es así para con Dios, no le cuesta más perdonar un pecado grande. El perdón de nuestros pecados incluye todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros totalmente perdonados para siempre.   La Biblia nos enseña que el perdón de Dios es personal, inmediato, total y eterno. Él no nos perdona hoy para llamarnos mañana y acusarnos de un pecado que nosotros pensábamos que ya estaba perdonado, Él nos perdona completamente y para siempre. Observemos nuevamente el Salmos 32, las trasgresiones son perdonadas, pecados son cubiertos y la iniquidad no es imputada, eso significa que cuando Dios en su misericordia trata con nuestros pecados, son removidos, escondidos y ya no existe registro de que hayan sido cometidos, eso es tremendo. Escuchemos lo que nos dice Isaías 1:18 “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Pecados de grana y carmesí son los peores pecados, el perdón de Dios remueve la culpabilidad de tal modo que esos pecados quedan blancos como la nieve. Esto expresa remisión total de todo pecado, en el Salmos 103 encontramos un llamado de bendecir el nombre del Señor debido a todos los beneficios que recibimos de Él. Encontramos en ese capítulo de la Biblia cinco bendiciones que Dios nos ha dado, entre ellas el más grande es el perdón de pecado. La Biblia nos enseña que Dios perdona al pecador, esta es una declaración sorprendente, yo puedo comprender que Dios perdone a aquellos quienes han cometido pequeños errores en sus vidas, pero el hecho de que Él perdone al pecador más perverso, eso me sorprende. EL capítulo 8 de Hechos nos narra el perdón que recibió un gentil que era descendiente de uno de los hijos del famoso Noé, era un hombre de Etiopia y secretario tesorero de su nación. El Espíritu Santo envió a Felipe, un siervo de Dios para hablar con el etíope acerca de Jesucristo. El etíope leía en el capítulo 53 de Isaías, Felipe tomo el pasaje y comenzó a testificar de Jesús, el hombre escucho con interés el mensaje, recibió a Jesús en su corazón y fue bautizado. El capítulo 9 de Hechos nos relata la historia de un judío que era descendiente de Sem, otro hijo de Noé, el nombre de este señor era Saulo. Saulo era de la ciudad de Tarso y fue un hombre con bastante educación pues fue instruido a los pies del famoso Gamaliel, uno de los mejores maestros entre los judíos de su tiempo. El Señor Jesús se le apareció en una visión mientras que viajaba desde Jerusalén a Damasco, fue convertido a Cristo y bautizado en Damasco por un creyente llamado Ananías. El capítulo 10 de Hechos nos habla de aun otro descendiente, de Jafet, otro hijo de Noé. Este hombre gentil era un oficial del ejército de Roma, su nombre era Cornelio, habiendo recibido instrucciones de un ángel del Señor, Cornelio envió a unos hombres para ir donde Pedro para pedirle hablar con Cornelio de la salvación. Simón Pedro llego donde Cornelio, le predicó el mensaje de la salvación y Cornelio recibió a Jesús como su único y suficiente Salvador. La Biblia nos enseña que todos los habitantes de la tierra son descendientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. Y nosotros hemos visto donde un representante de cada uno de esos tres hijos, recibieron el perdón de sus pecados, y por medio de ese perdón la salvación de sus almas. Esta verdad es un imperativo para nuestro ministerio misionero hoy día. Cada persona con quien nos encontraremos es un descendiente de Sem, Cam o Jafet. Cada persona con quien nos encontramos es un candidato para ser creyente en Jesús, algunos de sus parientes en la rama de su descendencia familiar ya son salvos de acuerdo al registro bíblico y eso significa que ellos pueden ser salvos también. Nunca nos encontraremos con la persona a quien Dios no ama, nunca nos encontraremos con una persona por quien Cristo no murió, nunca nos encontraremos con la persona que no necesita de la salvación en Cristo Jesús, por lo consiguiente, nuestra Comisión Misionera es llevar el Evangelio a toda criatura, porque cualquier persona que se arrepiente de sus pecados y acepta a Jesús como su Salvador puede y será salva, ese es nuestro imperativo misionero en la doctrina del perdón. Ya hemos visto que debemos ser misioneros porque todos han pecado y están separados de Dios. Sabemos que el Evangelio de Cristo puede salvar, debemos ser misioneros porque el juicio que viene es seguro y severo. Sabemos que solo aquellos quienes oyen y reciben el evangelio serán salvos, debemos ser misioneros porque Cristo murió por todos los hombres. Solo aquellos quienes creen y le reciben pueden recibir los beneficios de su expiación. Debemos ser misioneros porque la gracia de Dios recibe a la persona sin considerar lo que el individuo merece, solo en el Evangelio de Cristo es que su gracia puede ser conocida, debemos ser misionero porque Dios extiende su perdón al pecador, solo aquellos quienes oyen y reciben a Jesús conocerán ese perdón. Nuestro mandato misionero es imperativo porque la doctrina de la Biblia hace que sea así. Cada uno de nosotros debemos hacer nuestra parte en evangelizar al mundo entero. Vamos a orar. Padre, llegamos al final de otra serie de estudios, pon en nosotros un fuego ardiente que nos queme el alma con el deseo de propagar el evangelio a todo el mundo. Ayúdanos a cumplir con nuestra parte en este ministerio donde quiera que nos encontremos. Porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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