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Somos Del Señor
Presencia: El Espíritu Santo Vive Dentro
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Duración: 00:14:32 Minutes
Listens:
40
Aired on Feb 08, 2021

Escritura

1 Corintios 6:12-20; Efesios 2:8; 2 Pedro 1:4; Juan 7:37-39; Romanos 8:9; 1 Juan 2:27.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Efesios 2:8 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 2 Pedro 1:4 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Romanos 8:9

Hay una doctrina sorprendente concerniente al cuerpo humano en las Sagradas Escrituras. Digo que es una doctrina sorprendente porque es tan completa que y, sin embargo, generalmente pasamos sobre ella en la enseñanza. Esta doctrina se encuentra en 1 Corintios 6:12-20. Éstos son versículos que tratan con pureza moral y moral sexual. Dice de la siguiente manera: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. El énfasis en la pureza sexual y la justicia moral es tan fuerte en estos versículos que existe una tendencia de discutir lo dicho; pero observemos más a fondo y miremos la doctrina del cuerpo físico que nos es relatada. Aquí encontramos unas verdades mayores acerca del cuerpo enseñada en 1 Corintios 6:12-20. En primer lugar, el cuerpo es temporal en su duración; Dios lo destruirá. En segundo lugar, el cuerpo existe para el propósito de Dios; el cuerpo es para el Señor. En tercer lugar, el cuerpo será resucitado después de la muerte; Dios también a nosotros nos levantará con su poder. En cuarto lugar, el cuerpo es miembro de Cristo después de que uno es salvo. En quinto lugar, el cuerpo es perjudicado y no beneficiado por la inmoralidad sexual; él que comete fornicación, contra su propio cuerpo peca. En sexto lugar, el cuerpo es templo del Espíritu Santo. En séptimo lugar, el cuerpo no le pertenece a la persona que vive en él; “no sois vuestros”. En octavo lugar, el cuerpo puede glorificar a Dios porque le pertenece a Dios. La enseñanza es sumada en los versículos 19 y 20: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Vamos a examinar esta enseñanza. Consideremos la presencia de Dios en nuestro cuerpo físico. Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios. Es casi increíble, ¿verdad? Pero es cierto. La lengua humana no puede estar más clara en cuanto a que el versículo 19 nos dice que hemos recibido el Espíritu Santo de Dios y que él vive en nuestros cuerpos físicos. Esa es la razón por la cual decimos que el espíritu de Dios mora en nosotros. Cuando decimos que Él mora en nosotros, estamos haciendo constar que el Espíritu vive dentro de nosotros, tiene su residencia en nuestros cuerpos físicos. Así como hay aire en los pulmones o sangre en las venas de cualquier individuo, en la vida de cada persona que ha llegado a ser hijo de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús, mora el espíritu de Dios. La morada del Espíritu Santo en uno es esencial al concepto bíblico de la salvación. No debemos pensar en la salvación como algo que Dios da aparte de sí mismo. Es cierto que es un don de Dios, según Efesios 2:8, pero no es un don que Él da aparte de sí mismo. Ser salvo significa que Dios ahora vive su vida divina en el espíritu de la persona que ha confiado completamente en Cristo. Así es como el creyente recibe la naturaleza discutida en 2 Pedro 1:4. Ser cristiano significa que el Espíritu Santo de Dios hace su residencia permanentemente en uno. Es Cristo en nosotros lo que hace que nosotros seamos cristianos. He encontrado 13 referencias distintas en cuanto a la presencia morada del Espíritu Santo en el espíritu humano en el Nuevo Testamento. La conversación de Jesús con la mujer samaritana que llegó al pozo comenzó con una referencia de agua que tomar porque ella había llegado al pozo con ese propósito. Nuestro Señor le dijo: Él que bebiere de esta agua volverá a tener sed, pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; pero el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. ¿Qué es lo que estaba diciendo Jesús? Habló de un trago de agua que pondría una fuente de agua dentro de una persona para que no volviera a tener sed jamás y que le garantizaría la vida eterna. Seguro está que el Señor no hablaba del agua común y corriente que nosotros tomamos para satisfacer nuestra sed. Si tomamos un paso más, Jesús nos explicará su significado. En Juan 7:37 y 38 encontramos lo siguiente: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Esa fuente de agua que Jesús dijo que saltaría en la vida de creyentes para que ríos de agua viva fluyeran en ellos es simbólico en su significado espiritual. Pero ¿qué es esa fuente y cuáles son los ríos de agua viva? Jesús explicó el simbolismo en el versículo 39; esto dijo del espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él. El agua de que Jesús hablaba era un símbolo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo hace su morada en el cuerpo físico del creyente y produce la vida eterna como si fuera una fuente que produce agua hora por hora, día tras día. El ministerio del espíritu no está limitado al cuerpo de una persona sino como la fuente sale de su cauce cubriendo la sequedad alrededor, el ministerio del Espíritu Santo sale del creyente bendiciendo a muchas personas. No hablo de una experiencia únicamente de unos cuantos cristianos quienes son especialmente santificados, yo hablo de la bendita verdad que se relaciona con cada creyente. El Espíritu Santo tiene su morada en cada cristiano y no en sólo algunos. Romanos 8:9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Si eres salvo, el Espíritu Santo de Dios vive la vida de Dios en tu cuerpo físico. La morada del Espíritu Santo en uno no es ocasional. 1 Juan 2:27 nos asegura lo siguiente: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros”. El Espíritu Santo viene a nosotros en el momento de la salvación y viene a quedarse, gloria a Dios. Pero observemos nuestro cuerpo físico: Aunque sea viejo o joven, gordo o flaco, feo o bonito, masculino o femenino, negro o blanco o de cualquier otro color, es la morada del Espíritu Santo si eres salvo y debemos darle gracias a Dios por esto y vivir como personas en quienes Dios vive. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por vivir en nosotros día a día. Esto demuestra el gran afecto que tienes para nosotros. Gracias por tu Espíritu Santo que permanece con y en nosotros. Ayúdanos a estar más conscientes de su presencia y de entregarnos cada día más a su liderazgo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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