Escritura
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos. Isaías 44:3 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Joel 2:28 y 29 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19
Dios le está dando un segundo toque a su gente en estos días. Nuestra edad de incredulidad está experimentando una intervención Divina en los asuntos del humano que nos sorprende. Dios está moviendo y avivando los corazones de su gente. Esta renovación espiritual que Dios nos está enviando viene como respuesta a nuestra necesidad. La necesidad más grande de nuestra generación es ver la obra poderosa de Dios por medio del avivamiento. La necesidad más grande de nuestras iglesias es conocer el trabajo poderoso y purificante de Dios en su Espíritu y a través de sus ministerios. La necesidad más grande de nuestro corazón es experimentar personalmente el poder de Dios en victoria diaria y en testimonio dinámico. Muchos creyentes hoy claman al Señor en demostrarse en un avivamiento poderoso. Esa esperanza de renovación es la indicación de que Dios nos está enviando el avivamiento que necesitamos. Nuestra esperanza está en el hambre que tenemos. Jesús dijo en Mateo 5:6: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. El hambre espiritual nos viene del Espíritu de Dios; Él no nos dará un hambre por algo que no puede satisfacer. Fue el Espíritu quien hizo que Juan Knox orara de esta manera: “Dios, entrégame a Escocia o hazme morir”. Dijo esto porque él quería alcanzar a toda Escocia para el Señor Jesús. Él hace que los cristianos oren de esta manera: “Señor, traiga avivamiento a mi corazón”; porque Él puede y está dispuestos a traernos un avivamiento espiritual. No dejes que Satanás te engañe haciéndote creer que un avivamiento, una poderosa demostración del poder sobrenatural de Dios en lavamiento y conversión no puede existir en nuestros días; no es así. Un avivamiento es posible. De hecho, Dios prometió en sus Sagradas Escrituras que en los últimos días habría grandes demostraciones de poder espiritual en el Evangelio y que grandes números de personas serían salvas como resultados de estos avivamientos. Ahora, Satanás hará lo posible por negarlo para que tú no creas. Pero la verdad es que Dios ha prometido avivamiento en nuestros días. Nuestra expectación de avivamiento está basada en las promesas de Dios, promesas que ciertamente serán cumplidas. Escucha lo que dice el profeta Isaías en Isaías 44:3: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos”. Esta es una promesa preciosa. Dios nos da una ilustración de la naturaleza para demostrarnos esta verdad espiritualmente. Ahora, imaginémonos una tierra en donde no ha llovido por largos días: la vegetación está por morir, los ríos se han secado y el ganado y las bestias de esa tierra están sedientos. Sobre tales tierras envía Dios una lluvia; no sólo una llovizna en ciertas áreas, pero inundaciones sobre la tierra seca. Inmediatamente la naturaleza responde: hay nuevo crecimiento en la grama y nuevas hojas aparecen sobre los árboles, aún los animales pierden sus espíritus de desánimo y los renuevos salen a correr en los pastos. Toda la naturaleza tiene una vida nueva cuando las lluvias vienen para terminar con la sequedad. Dibujemos ese mismo cuadro en el reino celestial o espiritual. Las iglesias van marchando igual, los cristianos están desanimados, los predicadores predican y los maestros enseñan, pero hay poco fruto y menos gozo en los servicios. En dicha sequedad espiritual, Dios promete enviar lluvias espirituales. Así como Él envía las lluvias sobre los campos sedientos, Él hace derramar su Espíritu Santo sobre los hombres y mujeres que tienen hambre y sed de avivamiento de tal forma que grandes inundaciones de bendiciones caen sobre el pueblo de Dios. Ése es el cuadro de Dios en cuanto al avivamiento. ¿Se siente seco tu corazón?, ¿Está sin fruto tu vida?, ¿Te parece que lo que hacía Dios antes no puede repetirse hoy? Si es así, ten ánimo; es sobre esa tierra seca que Dios va a enviar sus lluvias. Es sobre esa vida sin frutos que Dios hará caer sus bendiciones abundantemente. Dios ha prometido un poderoso movimiento de su Espíritu; Él ha prometido un avivamiento de renuevo que nos traerá nuevas fuerzas. Avivamiento es misericordia después de ira, fructificación después de sequedad y un ministerio dinámico después de servicio sin poder. Un avivamiento es posible hoy; Dios lo promete el poder refrescante del Espíritu terminará con esa sequedad espiritual. La promesa de Dios en cuanto al avivamiento es verídica. Si sólo lo hubiera dicho una vez todavía sabríamos que era cierto. En su deseo de darnos a conocer esta verdad, Él lo repite vez, tras vez, tras vez, no sólo en Isaías sino también con su profeta Joel, y Dios ahí nos promete avivamiento. Leamos lo que nos dice Joel 2:28 y 29: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”. ¿Será esta promesa para ti y para mí? Claro que lo es. Es una promesa que empezó a cumplirse en el día de Pentecostés y que continúa hasta el día de hoy. Examinemos esta promesa en detalle. En primer lugar, lo nuevo vendrá por una difusión del mismo Espíritu Santo de Dios: “Yo derramaré mi Espíritu”. En segundo lugar, el Espíritu Santo será dado a todo el que cree sobre toda carne. En tercer lugar, no habrá distinción sexual en el trabajo del Espíritu de Dios: vuestras hijas y vuestros hijos, ambos gozarán en el Espíritu. En cuarto lugar, no habrá distinción de edad; tus ancianos y tus jóvenes, todos compartirán en el trabajo. En quinto lugar, no habrá distinción de clase; siervos y siervas, éstos conocerán su ministerio al igual que los hijos y las hijas. En sexto lugar, no habrá limitación de métodos de trabajo cuando el Espíritu venga en su poder avivador; uno soñará sueños y el otro verá visiones mientras que el Espíritu hace su trabajo. Ese día de bendición ya ha llegado. El apóstol Pedro explicó los acontecimientos del día de Pentecostés en Hechos 2. En los versículos 16 y 17, Él dijo: más esto es lo dicho por el profeta Joel: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne”. Lo que Dios prometió por su profeta fue cumplido. Lo que Dios hizo por otras personas de otras generaciones lo puede y lo está haciendo en nuestra generación de hoy día. El avivamiento de Dios está sobre nosotros. La promesa de Joel no fue acabada en el día de Pentecostés; el día de Pentecostés simplemente fue el comienzo de una nueva dispensación en el trabajo de Dios, fue el inicio de la dispensación de Espíritu Santo. Desde el día de Pentecostés en adelante, el Espíritu de Dios mora en todos sus hijos, en cada creyente. Esto lo hace para llenarle con el poder de Dios y para hacer a través de Él la obra de Dios. Lo que sucedió en el día de Pentecostés ha seguido continuando hasta el día de hoy: Dios ha estado llenando a su gente, dándoles poder, testificando a través de ellos y dando fruto. Es cierto que ha habido momentos en que pareciera que el Espíritu Santo se había apagado en la experiencia del pueblo de Dios, pero cada apagón fue seguido por una inundación que trajo poder al pueblo de Dios y avivó a sus iglesias. Nosotros estamos viviendo en los días de gran potencial avivador. ¿Deseas conocer un avivamiento en tu persona? Le sugiero 3 pasos de renovación. En primer lugar, haz a un lado todo lo que le desagrada a Dios; eso se llama arrepentimiento. En segundo lugar, mantente alejado de todo lo que pudiera distraerte de Dios; eso se llama santificación. Y, en tercer lugar, entrégate a ti mismo a Dios para que Él te pueda utilizar; eso es lo que se llama entrega total. Si tú te entregas por completo a Dios, Él se entregará por completo a ti. Entonces sabrás lo que es avivamiento. Hechos 3:19 dice: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”. Oremos: Padre, ayúdanos a conocer un avivamiento, no sólo en nuestras iglesias sino un avivamiento individual. Si como individuos podemos sentir este avivamiento, sé que nuestras congregaciones tendrán más fuerza en este mundo. Mándanos un avivamiento a cada corazón para que podamos honrarte como mereces ser honrado. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.
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