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Llamados A Santidad
Llamados A Santidad - Parte 2
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Duración: 00:14:32 Minutes
Listens:
4
Aired on Sep 29, 2020

Escritura

Levítico 11:44; 1 Pedro 1:15 y 16; 1 Corintios 6:9-20; Efesios 2:15; Hechos 2:39

Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. Levítico 11:44 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:15 y 16 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. 12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:9-20 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz. Efesios 2:15 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Hechos 2:39.

La vida que agrada a Dios es una vida de Santidad. Él nos manda en Levítico 11:44: ¨Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas¨. Ese mismo imperativo nos es expresado en el Nuevo Testamento, por medio del cual se mide la vida cristiana y sus hechos. 1 Pedro 1:15 y 16, dice: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. En vista de que esa es la medida de Dios para nuestras vidas, estamos examinando las enseñanzas de 1 Corintios 6:9-20, para encontrar algunos guías que podemos seguir para vivir una vida santa en este mundo. Ya hemos visto que los versículos 9 y 10, nos dicen que debemos vivir santamente, porque el pecado nos descalifica de modo que no podemos heredar el reino de Dios.   El principio divino es: ¨ ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? ¨. El versículo 11, del texto, nos da una segunda razón por la cual necesitamos ser santos, dice: ¨Y esto erais algunos, más ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios¨. Eso nos enseña que debemos ser santos a causa del asombroso cambio efectuado en nosotros, cuando nos convertimos al Señor Jesús, por medio del arrepentimiento de nuestros pecados y nuestra fe personal en Él. La conversión a Cristo, hace un gran cambio en el creyente penitente. Es un cambio que nosotros conocemos como el haber nacido nuevamente, hecho una nueva creación, resucitado de la muerte a una vida nueva y eterna, trasladado de un reino de muerte y oscuridad a un reino de vida y luz en Jesucristo. Tendría que ser un cambio tremendo para que nuestro Señor lo expresara de las maneras que les acabo de decir. ¡Es un cambio maravilloso!, que experimentas cuando recibes a Jesús como tu Salvador.   El cambio de la Salvación es ilustrado gráficamente en nuestro texto, 1 Corintios 6:9-20. El versículo 9, nos describe la manera de vivir de aquellos que están excluidos del reino de Dios, ellos cometen pecados sexuales, por ejemplo: fornicadores, adúlteros, los que se echan con varones. Ellos cometen pecados sociales: Ladrones, avaros, borrachos, maldicientes y engañadores, después de esta dolorosa lista, viene la asombrosa declaración: ¨Y esto erais algunos¨. Antes eras, pero ahora ya no vives ese estilo de vida, ese es el cambio que Jesús hace en la persona que confía en Él. El ser salvo es cambiar, el que no ha cambiado no conoce al Señor Jesús en una experiencia de Salvación.   Dios hace un hombre nuevo de aquella persona que torna de sus pecados para confiar en Jesucristo como Salvador de su alma; eso está comprobado en Efesios 2:15. La conversión a Cristo, hace efectuar un cambio inmediato. Notemos el tiempo pasado de los verbos en nuestro texto. El versículo 11, dice: ¨Y esto erais algunos, más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados¨. Cada uno de esos verbos indican una transacción que tomó lugar en el pasado: ¨Y esto erais algunos¨, nos indica que ahora ya no somos lo que éramos, se ha efectuado un cambio. Cada creyente en Jesús puede alabar a Dios, porque Él ya no es lo que antes era. Eso es antes de conocer a Jesús como Señor.   Notemos los verbos lavados, santificados y justificados, cada uno está en una forma gramatical la cual indica acción en el tiempo pasado. Nosotros podríamos decir lo mismo de la siguiente manera: Ya fuiste lavado, ya fuiste santificado y ya fuiste justificado. Eso nos daría el significado de su forma gramatical en cuanto al hecho de que están en el tiempo pasado. ¿Cuándo se llevó a cabo ese lavamiento, esa santificación y esa justificación? Sucedió en el momento en que usted recibió a Cristo como su único y suficiente Salvador. Ese cambio de la conversión es inmediato y eterno. Tú eres justificado a los ojos de Dios y hecho Santo por la gracia de Dios, ya no eres lo que eras. Ahora eres un Hijo de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús.   Eres cambiado inmediatamente y eternamente ¿Qué te parece eso? La conversión a Cristo es total, los tres verbos mayores en nuestro texto son: lavados, santificados y justificados. Son una expresión excelente del cambio que ocurre en uno, al convertirse a Cristo. El ser lavado, significa ser limpio de las manchas del pecado; el ser santificado significa ser libre del dominio del pecado.  El ser justificado significa ser libre de la condenación del pecado. Los tres están envueltos en la Salvación de tu espíritu eternal. Las tres bendiciones están puestas en el orden en que el hombre las observaría. Aquí está una persona cuya forma de vivir es diferente, reflejando la presencia del Espíritu Santo de Dios, viviendo en él. Alguien hace la pregunta, ¿Por qué es que él vive diferente? Y la respuesta es esta: Él ha sido lavado de la suciedad de sus pecados. La pregunta viene otra vez ¿Qué le lavó de esa impureza? La respuesta es: Es que él ha sido santificado.   Otra pregunta surge: ¿Y qué le santificó? La respuesta es: Él ha sido justificado delante de Dios. Luego viene una última pregunta: ¿Cómo fue él justificado? Y la Biblia da respuesta a esta última pregunta y dice. Fue justificado en el nombre de Jesús y por el Espíritu de Dios.   Las tres bendiciones en realidad están al revés. Dios justifica al pecador, arrepentido en el hecho de que Él le perdona de todo pecado y lo recibe como un Hijo. La persona quien es aceptada en paz delante de Dios, es cambiada de tal forma que es puesta a parte, separado, o sea santificado, para ser una persona única y especial para Dios. Ese que es apartado como un Hijo de Dios es lavado de todos sus pecados y vive una vida de limpieza continua.   Existe un vistazo de más profundidad en la gramática griega, escrito por el apóstol pablo Los verbos ¨Santificado y Justificado¨, son en voz pasiva indicando que eso es algo que Dios hace para los creyentes. Pero el verbo lavado está escrito en voz mediana indicando que es algo que el creyente hace por sí mismo.   Podríamos traducirlo de esta manera: Ustedes se lavaron a sí mismos o ustedes mismos se lavaron. Demuestra el consentimiento del creyente en recibir el lavamiento y en continuar viviendo en ese lavamiento, mientras que vive una vida de arrepentimiento, volteando de cada pecado conocido, para hacer la voluntad de Dios.   Hay un lavamiento de regeneración y una renovación de Espíritu Santo que ocurre en el momento de fe personal en Cristo Jesús, pero también hay una limpieza y un lavamiento continuo que ocurre cada día. Nosotros caminamos en un mundo lleno de pecado, es posible que se nos pegue la suciedad de vez en cuando, entonces tenemos la oportunidad de confesar a Dios cualquier pecado que pudimos haber cometido y recibir la limpieza que necesitamos. Allí es donde reconocemos que la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado. A través de esa limpieza diaria que nos es posible a causa del lavamiento inicial que nos sucedió al recibir a Cristo, podemos mantener una buena comunión con Dios ¿Has sido lavado en la sangre de Jesús?   Hechos 2:39, nos dice: ¨Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare¨. Tú puedes ser lavado, santificado y justificado en el nombre del señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios, cree en el Señor Jesucristo y serás salvo. Oremos… Padre, ayuda a mis amigos a recibir ese lavamiento que yo también recibí. Gracias por haberme santificado y justificado y ayúdame a mantenerme limpio delante de tus ojos. Todo esto te lo pido en el nombre precioso de Jesús. Amén.

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