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Profecía
Los Mensajes De Profecía
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Ene 19, 2023
Ene 06, 2023
Duración:
00:14:34 Minutes
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Escritura

Proverbios 29:18.

Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado.

Hemos estado hablando acerca de profecía en esta serie de estudio y quiero decirte que ha sido de gran bendición el compartir contigo, lo que el Señor me ha estado enseñado, yo creo que una de las razones por las cuales Dios me enseña nuevas cosas, es porque Él ha puesto en mí el deseo de compartir y no ser egoísta con lo que me muestra. No harías mal tú, en hacer lo mismo, cuando el Señor te enseña algo nuevo, comparte con otros, de esta manera todos estaremos profetizando y de esto es precisamente, lo que deseamos hablar en nuestro estudio hoy, porque vamos a tratar el asunto de los mensajeros de la profecía. Pero antes, vamos a nuestro texto para esta serie.   Proverbio 29:18 dice: “Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado”. Nuestra sociedad se encuentra en el estado en que está, debido a la falta de profecía, mira a los jóvenes andan desenfrenados, uniéndose a pandillas y cometiendo actos de violencia y sin sentir ningún remordimiento por sus hechos. Yo pensaba que el asunto de pandillas era únicamente que podía acontecer en los Estados Unidos, pero al hacer una pequeña gira evangelista por Centroamérica, en meses pasado, me he dado cuenta de que no es así y la violencia sigue escalando, a ¿qué se debe? Se debe a la falsa profecía que propaga nuestra sociedad. Cuando nuestro mundo recibe mensajes que alaban la inmoralidad, vamos a tener graves consecuencia. Cuando la sociedad nos profetiza que el homosexualismo es un estilo de vida que debemos aceptar, que está bien que abortemos niños, porque la mujer tiene derecho a su propio cuerpo, que tenemos derecho de quitarle la vida a personas que no desean ya vivir y cosas así, pues vamos a tener una sociedad que va camino a su destrucción y eso es precisamente lo que estamos viendo en la actualidad. El otro día estaba discutiendo con una abogada acerca de la disciplina, estábamos parados en un corredor que daba entrada a unos cuatro salones de corte, el edificio en que nos encontrábamos, solo trataba caso de niños y jóvenes. Ella me preguntaba si yo creía en la disciplina corporal, yo le dije que sí y era para que ella me cayera encima, con una ráfaga de comentarios acerca de abusos de niños, dejé que ella se expresara y sacara todo al aire libre y luego le pregunté, la mayoría de estos jóvenes y niños están aquí ¿porque se ha abusado de ellos? O por qué ellos han abusado en los derechos de otros. Mientras le hacia esta pregunta, una cadena de jóvenes pasó al frente de nosotros diciendo vulgaridades y riéndose de la sentencia que habían recibido, iban esposados de sus manos y sus pies, pero para ellos era un juego. Lo que más me maravilló es que llevaban puesto sus trajes de pandilleros, que insulto al sistema judicial, que insulto a los familiares de sus víctimas. Miré a la abogada y le dije, debido a la falta de castigo corporal, es que este corredor está lleno de delincuentes juveniles. Yo sé que hay métodos de castigar, sé también que al llegar a cierta edad el castigo corporal ya no funciona, pero la Biblia dice la vara y la corrección dan sabiduría, más el muchacho consentido avergonzará a su madre. También dice, la necesidad está ligada al corazón del muchacho, más la vara de corrección alejara a esa necesidad de él. Todos estos jóvenes que están aquí se ríen, porque saben que no se les va a hacer absolutamente nada, si sus padres los hubieran disciplinados correctamente, enseñándoles principios bíblicos cuando eran chicos, probablemente hoy no estarían aquí. ¿Y sabes qué? La abogada no supo qué responder, hizo un comentario acerca de sus hijos y cómo a ella les habían salido bien, luego me cambió la plática. Sabía que yo tenía la razón, pero nunca lo admitiría, ¿por qué? Porque se ha tragado las profecías de nuestra sociedad. Con todo esto quiero llegar a la conclusión de que tú y yo necesitamos hacer algo para cambiar esto, qué podemos hacer: Profetizar. Tú me dices: pero yo no soy profeta. Déjame explicarte algo, si eres hijo de Dios, puedes profetizar, ¿cómo? Por medio de pronunciar las verdades escritas en la Biblia, por ejemplo, tomando el caso que acabo de mencionar. Yo puedo decirte que si un joven no recibe corrección durante su niñez va a ser una amenaza para la sociedad, ¿quién lo dice? Dios. Lo que acabo de hacer es profetizar, tomé algo que Dios dice en su palabra y lo expresé y puedes estar seguro de que se llevará a término. Todo cristiano debe profetizar, debe estudiar lo que la Biblia dice y expresarla compartiendo su enseñanza con otros y esto se llama profetizar. Esto es lo que hacemos cuando les decimos a las personas que, si se arrepiente de sus pecados y aceptan a Jesús como su Salvador, pueden tener vida eterna. Esto es profetizar. Pero no solo es con nuestra boca que profetizamos, también podemos profetizar con nuestras vidas y la forma en la que hacemos las cosas, como profetas nosotros tenemos que vivir nuestras profecías. Uno no puede profetizar algo y luego tomar acciones que van en contra de su propia profecía, si lo hace nadie le creerá. Cuando comenzamos a profetizar, que un edificio se va a caer, es mejor que vayamos caminando hacia una de las salidas del edificio, quién nos va a tomar enserio si nos quedamos parados, de la misma manera si profetizo que Jesús puede llegar en cualquier momento y yo no estoy preparado para su venida, nadie va a tomar enserio mi profecía. No puedo profetizar con una cerveza en la mano y esperar que me tomen enserio, no puedo profetizar con un cigarro en la mano y esperar que me tomen enserio, no puedo profetizar con un lenguaje vulgar y esperar que me tomen enserio, no puedo profetizar en la pista de baile y esperar que me tomen enserio, no puedo profetizar con chistes sucios y esperar que me tomen enserio, sencillamente no se puede. Cuando digo que no se puede, no estoy diciendo que uno no puede hacer estas cosas y profetizar, lo que estoy diciendo es que uno no lo puede hacer y ser tomado enserio. Un borracho puede presentar el plan de salvación y, pero ¿quién va a hacerle caso? Nadie, ¿por qué? Porque no está viviendo en relación a su propia profecía. O sea, que lo que está haciendo refuta lo que profetiza, por eso es que debemos vivir de acuerdo a lo que profetizamos, sino las demás personas no creerán nuestro anuncio. Otra cosa que debemos tomar en cuenta como mensajeros de la profecía de Dios es la honestidad, no debemos inventar sino ser honestos y sinceros hablando lo que es y no lo que deseáramos que fuera. Es cierto que el profetizar la Palabra de Dios es un privilegio inmenso que ninguno merecemos, también es cierto que hay gran bendición en ser mensajero de la profecía, lo malo es cuando se nos hincha la cabeza debido al homenaje que a veces recibimos de otros y lo que tenemos que recordar, es que somos mensajeros de Dios, pero no somos Dios, porque lo que sucede es que comenzamos a exagerar y a hacer de nuestra profecía un espectáculo. La hija de un buen amigo, estaba en el hospital muriendo, su cerebro había dejado de funcionar y la tenían viva con máquinas, en eso llego una persona muy conocida entre la sociedad religiosa y pidió permiso para orar por la niña y la familia, claro está que el permiso le fue concedido y luego esta persona comenzó a decir, veo como la sangre está llegando al cerebro de la niña, su mente está volviendo a funcionar, el Señor me ha señalado que todo va a estar bien y claro está que con esa profecía mi amigo se alegró de gran manera, pero la niña murió. ¿Había sido de Dios esa profecía? Claro que no, esta persona no fue honesta, sino que habló lo que deseaba que sucediera, lo malo es que, si hubiera vivido en tiempos del Antiguo Testamento, hubieran sacado a esta persona para a padrearla hasta la muerte por falsa profecía. Además de eso, imagínate la falsa esperanza que les trajo a mi amigo, su esposa y los demás familiares. La intención no era mala pero los resultados fueron muy dañinos, especialmente para los incrédulos que estaban presentes. Vamos a orar. Padre, gracias por permitirnos ser tus mensajeros, pero ayúdanos a ser fieles a las profecías de tu Palabra, en nuestro vivir al igual que en nuestro hablar. Ayúdanos a ser siempre honestos y no exagerar, convirtiéndolo lo que nos has dado en un espectáculo para ser ridiculizados. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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