(Centro De Vida)
Escritura
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:18 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4:9 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1:1,2 y 14
Cómo puede reconocer si el amor es verdadero o no. La Biblia nos dice que el verdadero amor se conoce por sus acciones. Las acciones de amor son más que palabras de amor y prueban si el amor es genuino o no. El anciano apóstol Juan dijo lo siguiente en 1 Juan 3:18, “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. El amor de Dios se reconoce por lo que él hizo por la humanidad, en la persona de Cristo Jesús. Dios pudo haber hablado de su amor al hombre de muchas maneras. Él pudo haber escrito el mensaje en las estrellas. Él pudo haber enviado un ejército de ángeles para anunciar el mensaje. Él pudo haber hecho hablar a las piedras para que nos gritaran el mensaje de su amor. Pudo haberlo hecho, pero no lo hizo. Dios escogió una manera singular para decirle al hombre que Él le amaba. Fue manifestado en una forma singular, porque su amor es singular. La Biblia nos dice en 1 Juan 4:9, “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él”. Dios habló al hombre de su amor por medio de enviar a su Hijo, para ser el Salvador del hombre. Jesús vino de Dios. La Biblia claramente nos anuncia que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo. Eso nos sugiere tres verdades de gran importancia: Que el Hijo de Dios existió en la presencia de Dios, antes de venir al mundo como hombre. Que el Hijo de Dios tenía una relación única con el Padre, antes de venir aquí a la Tierra, para vivir como hombre. Que el Hijo de Dios vino al mundo en obediencia a la voluntad de su Padre celestial. Entremos más a fondo en cuanto a estas verdades. En primer lugar, el Hijo de Dios existió en la presencia de Dios antes de venir al mundo como hombre. Juan 1:1,2 y 14, nos dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. La existencia de Cristo no comenzó el día en que nació de la Virgen María. Él es el eterno Hijo de Dios. Él pudo decir con toda sinceridad lo que dijo en Juan 8:56 y 58, Jesús dijo: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”. Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. En segundo lugar, el Hijo de Dios tuvo una relación única con el Padre, antes de venir al mundo. Jesús es el unigénito del Padre, indicando de que no hay otro como Él. Él era la mera esencia de su deidad, un duplicado exacto de la imagen del Padre, antes de venir en carne humana, según Filipenses 2:6 y Hebreos 1:3. Él era y es la segunda persona de la Santa Trinidad. Ninguna persona puede reclamar esa posición de honor, sólo Jesús. En tercer lugar, el Hijo de Dios vino al mundo para hacer el trabajo que el Padre le asignó. Dios envió a su Hijo al mundo, eso nos dice la Biblia. No significa que el Hijo no deseaba venir. Él vino con gozo y gustosamente. El capítulo 2 de Filipenses nos enseña que Jesús no estimó el ser igual a Dios, como cosa al qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, haciéndose obediente a la voluntad de su Padre. Vino al mundo, y sacrificó su vida por la nuestra. Así fue como vino Jesús de Nazaret, el unigénito del Padre, para habitar entre hombres. Jesús es el regalo de Dios al hombre. Juan nos escribe lo siguiente en 1 Juan 4:9 y en Juan 3:16, “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él”. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Dios envió a su a su hijo Jesucristo porque nos ama. ¿No es asombroso eso? El amor que conmovió a Dios en enviar a su Hijo, no fue una emoción humana, fue un amor divino. Es un amor que se extiende a los que no son dignos con el propósito de levantarles y ayudarles. Ese es el amor que Dios nos extiende. Nosotros no merecemos su amor, sin embargo, Dios nos ama. Ese amor fue demostrado cuando Él envió a su Hijo para que por Él pudiéramos alcanzar la salvación. ¿Sientes la necesidad de ser levantado por el amor de Dios? ¿Sientes que has fracasado, que estás débil e inseguro? Dios ha enviado a Jesús para salvarte de los efectos de la depravación del hombre. Tú puedes responder al amor de Dios y conocer las bendiciones redentivas que trae ese amor. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”. Tú puedes decir: “Porque de tal manera me amó Dios a mí, que me ha dado a su Hijo Unigénito” Eso es lo que la Biblia enseña en cuanto al amor de Dios. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. Jesús vino para darnos vida. ¿Qué clase de vida? La Biblia nos da la respuesta. Nos habla de tres tipos de vida: Hay una vida física. Génesis 2:7 nos habla de cómo Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices el aliento de vida: “El hombre fue un ser viviente”. La vida física, el resultado del aliento de Dios en el hombre, es algo que todos compartimos en común. Existe vida eterna. Juan 17:3 nos dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. La vida eterna, la bendición de un conocimiento personal de Dios, es compartido por todas las personas, quienes han creído en Cristo como único y suficiente Salvador. Hay vida abundante. En Juan 10:10, Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Si, Jesús vino para darnos vida. La Escritura nos dice que Dios envió su Hijo al mundo para que por Él vivamos. ¿Qué clase de vida nos vino a dar Jesús? No nos vino a dar vida física, porque muchas personas tuvieron eso, aún antes de su encarnación. Él vino para darnos vida eterna. El conocimiento personal de Dios viene por medio de Jesús, pero vino para darnos más que sólo eso. Vida eterna significa que tenemos la vida de la eternidad, aún mientras que vivimos en el tiempo presente. Es una vida que no termina cuando pasamos por la puerta de la muerte, Él nos dio esa vida en abundancia aun cuando estamos aquí en esta vida. Si, Dios en envió a su Hijo unigénito, para que nosotros pudiéramos tener la llenura abundante de la vida eterna aun estando en esta era. Él hizo eso por nosotros. Si tú hubieras sido la única persona con una necesidad espiritual, Él lo hubiera hecho por ti. Él te ama tanto; nos ama tanto a todos nosotros. Dios tuvo que pagar un gran precio porque nuestra necesidad era tan grande. Ezequiel 18:4 nos da un decreto solemne de Dios, dice: “el alma que pecare morirá”. En el Nuevo Testamento Él anunció este veredicto solemne, la paga del pecado es muerte. En Romanos 5:12, Él nos explica la necesidad universal: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Esa pena de muerte nos ha venido a todos, cae sobre mis hombros, y sobre los suyos también. Sin embargo, Jesús vino al rescate. Escucha lo que nos dice Romanos 5:6,8 y 10, “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Dios muestra su amor para con nosotros, en que aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. Todo lo hizo para que, por medio de Él, pudiéramos vivir. Dios nos ama. Él preparó un plan de salvación únicamente para ti. ¿Por qué no aceptas este plan que Él te ofrece? Recibe a Jesús. Vamos a orar: Padre, quisiera darte gracias por la salvación que tengo en Cristo. Te doy gracias por hacerme partícipe de la vida eterna, de la cual estoy gozando en este precioso momento. Pero Señor, muchos de mis amigos no conocen la vida eterna pues, no han aceptado a Jesús como único y suficiente Salvador. Te pido que les ayudes en recibir tu perdón en este momento. Ayúdales, porque te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Otros archivos en esta serie
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)