Escritura
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:19 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Romanos 8:9 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Filipenses 1:20
Una de las declaraciones más sorprendentes de la Biblia se encuentra en 1 Corintios 6:19: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cuál tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” Es la verdad sorprendente que nosotros llamamos: el Espíritu que mora en ti. Morar significa en estas circunstancias habitar en, o vivir adentro de. La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo vive en la persona quien ha nacido del Espíritu, por medio de la fe personal de Cristo Jesús. Significa que Dios mismo vive en tu cuerpo mortal, significa que la vida de Dios es vivida en ti, significa que la vida eternal es manifestada en ti, aquí en este tiempo. Eso es lo que la Biblia declara como una vida cristiana normal. El Espíritu Santo de Dios, está en ti. Eso no sólo es una forma de decir las cosas, es una verdad. Así como existe el aire en tus pulmones, así como hay sangre en tus venas, así mismo el Espíritu de Dios está en tu espíritu humano. Jesús ilustró la presencia del Espíritu Santo viviendo en uno, por medio de compararlo a tomar un poco de agua. Él dijo en Juan 4:14, “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Este es el cuadro: tú puedes tomar un poco de agua y tu cuerpo se refrescará por un momento. Pero pronto, el cuerpo eliminará esa agua, juntamente con otras materias que hay en el cuerpo, y tú tendrás necesidad de tomar más. El agua que tú tomas para satisfacer al cuerpo no permanece en el cuerpo. Tú tendrás que tomar vez, tras vez. Pero no es así en cuanto a lo espiritual. Jesús dijo que tú recibes el Espíritu Santo, al momento de la conversión. Indicado en lo que dijo en cuanto a “el que tomara del agua que yo le daré, y que no volverás a tener sed jamás”, tú nunca tienes que recibir al Espíritu Santo más que una vez. ¿Por qué? Porque el agua que Jesús te da, el Espíritu Santo de Dios permanece en ti para siempre. Piensa en eso, Jesús dijo: “será en él”. El verbo será significa, continuará, permanecerá, morará en él. Eso significa que uno recibe el Espíritu Santo de Dios, que es ilustrado aquí por medio de tomar agua una vez, y después él no necesita recibir al Espíritu otra vez porque el Espíritu nunca se aparte de él. Jesús dijo que el Espíritu Santo estaba en uno, ¿Cuál es su posición en relación contigo? Él está adentro de ti. El Espíritu Santo de Dios no está dormido, ni está inactivo en tu vida, Él se está moviendo y es energético, así como dijo Jesús que el que tomara del agua que Él le daría, tendría en Él una fuente de agua que saltaba, es la forma en que el Espíritu Santo llega a ser el recurso de vida eterna en ti; Él está saltando para vida eterna. El ser salvo, por lo consiguiente, significa que el Espíritu Santo de Dios, hace morada en el espíritu humano, y hace residencia permanente en uno. Es decir que el produce la vida de Dios en ti. Lo que nosotros conocemos en otras escrituras, con el nombre de: Vida Eterna. El hace residencia permanente en tu espíritu humano, y hace morada en tu cuerpo físico durante el tiempo que vives en la Tierra. Por esa razón, damos gracias a Dios por la Salvación en Cristo Jesús. Lo que estoy describiendo aquí, no es algo que suceda únicamente en alguno de los Santos, quienes tienen un carácter único. Es el derecho de nacimiento de cada persona, quien ha nacido otra vez por medio de la fe en Cristo. Romanos 8:9 dice: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. O tienes el Espíritu Santo viviendo en ti, o no eres Salvo. No hay que luchar con este pensamiento. Acepta la palabra de Dios y regocíjate en ella. El Espíritu de Dios viviendo en ti, te santifica. Eso es lo que quiso decir el apóstol Pablo, cuando dijo en 1 Corintios 6:19, “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cuál tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. ¿Qué es lo que hace que tu cuerpo sea un templo o un santuario para el Señor? ¡Claro! Es la presencia del Espíritu Santo viviendo en tu cuerpo. Sólo la presencia de Dios podría santificar un lugar, para hacer de ese lugar un santuario. La presencia de Dios en ti, por medio del Espíritu Santo, te hace su altar. Por lo tanto, ten cuidado de lo haces con tu cuerpo. Tu cuerpo no es para ser abusado en pecado. Dios odia eso. Tu cuerpo no debe ser usado para tu propio egoísmo. Tu cuerpo es para traer honra y gloria a Dios. Es nuestro privilegio decir lo que está escrito en Filipenses 1:20, “Ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. No hay meta más alta en la vida que esa. Dios es el quien te da su Espíritu Santo. Nuestro texto nos dice: “el cual tenéis de Dios”. ¡Sí, Él vive en ti! Es un regalo de Dios, el Padre. Él no está en ti por causa de los méritos que tú tienes, o por los esfuerzos que tú haces. Él es el regalo de amor del Padre, en vista de tu fe en su Hijo. Notemos el énfasis en el hecho de que es un regalo el Espíritu Santo, en Juan 4:14, “más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”. En Hechos 2:38 Pedro les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Romanos 5:5 nos dice: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. 2 Corintios 5:5 dice: “Mas Dios nos ha dado las arras del Espíritu”. En cada referencia, es obvio que el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, únicamente por medio de la gracia de Dios. Su presencia con y en nosotros, no es resultado de nuestra conducta, oraciones, ritos religiosos o mérito personal de ninguna clase. Es el regalo de Dios para aquellos quienes han confiado en Cristo Jesús, como único y suficiente Salvador. Pedro explicó estos eventos en Hechos 2:33, “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”. Cuando el Espíritu Santo vino a la casa de Cornelio, Pedro dijo lo siguiente que se encuentra en Hechos 11:17, “Dios les concedió el mismo don que a nosotros que hemos creído en el señor Jesucristo”. ¿Quién dio el regalo? Es Dios quien imparte su Espíritu a aquellos quienes confían en Jesús. El Espíritu Santo es el regalo de un Padre que ama a sus Hijos. El Espíritu Santo de Dios viviendo en ti, te permite vivir una vida de santidad. Esa es la prueba delante de los hombres de que uno es un verdadero Hijo de Dios. 1 Juan 3:7-10 dice: “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo. El que practica el pecado es del diablo. Aquel que es nacido de Dios, no práctica el pecado. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo”. 1 Juan 3:3 dice: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Podríamos decir que lo que dice 1 Juan 3:9 es esto: “aquel quien es un Hijo de Dios, no puede continuar en la práctica del pecado, porque la misma naturaleza de Dios está viviendo en él, y él no puede seguir practicando el pecado porque él ha nacido de Dios”. Así es como produce el Espíritu Santo una vida de Santidad en ti. Uno debe actuar de ac uerdo a su naturaleza. Cuando la naturaleza de Dios es tuya, y tu recibiste esa naturaleza al momento de conversión, 2 Pedro 1:4, “entonces una conducta que le agrada a Dios también será tuya”. Sigue los sentimientos del Espíritu Santo en ti, y vivirás una vida santa delante de Dios y también delante de los hombres. Oremos… Padre, ayúdanos a no luchar tanto con la vida, y a entregarnos en tus manos para que tú puedas vivir en nosotros, una vida que a ti te glorificará. Te lo pedimos en el nombre de Cristo, Amén.
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