Escritura
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 1 Corintios 6:15-18 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Génesis 2:24 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. 2 Timoteo 2:22 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:19 y 20.
Me acuerdo de lo sorprendido que me sentía al realizar la verdad que nos es expresada en 1 Corintios 6:15-18. Es una de las razones dadas en ese capítulo para la Santidad activa y la actitud en los Hijos de Dios. Observemos lo que nos dice: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el cuerpo que se une con una ramera es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. La apelación a la pureza sexual está basada sobre esta declaración: “Vuestros cuerpos son miembros de Cristo”. Esa es la verdad sorprendente que encontré. Yo sé que mi espíritu le pertenece a Dios porque ya ha sido redimido por Cristo Jesús, pero no había pensado, que existía tan vital relación entre mi cuerpo físico y mi Señor Jesucristo. Esta es una de las apelaciones más impresivas en cuanto al llamamiento de una conducta sana. Pensemos por unos momentos en ello y permitamos que Dios nos revele la verdad que se encuentra en estas palabras. Consideremos la relación de tu cuerpo físico con Cristo Jesús. “Vuestros cuerpos son miembros de Cristo”. Ese término “miembro” significa: parte. Como mi brazo es parte de mi cuerpo físico, así mi cuerpo físico es parte de Cristo Jesús. Nos puede sonar algo raro el pensamiento de que el cuerpo físico sea parte de un cuerpo espiritual, pero eso es lo que el versículo nos indica. Eso nos trae al pensamiento de ¿Cómo es que eso puede ser? Pensemos en el término: cuerpo, significa, en primer lugar, el lugar donde reside el Espíritu; y, en segundo lugar, el vehículo por el cual el Espíritu se expresa. Acordémonos que, al recibir a Cristo, el Espíritu Santo entró en nosotros, para hacer residencia permanente ahí. Él vive en nuestros cuerpos físicos; Él habla con nuestras voces; claro que con el consentimiento de nuestra voluntad; Él ministra con nuestras manos y hace la voluntad del Padre, y cumple sus propósitos en el mundo, a través de los miembros de nuestros cuerpos. Yo hablo del brazo de mi cuerpo como mi brazo, y la mano de mi cuerpo como mi mano. ¿Por qué son distintos mis manos y brazos a cualquier otra mano y brazo que pudiera existir? El hecho que mi Espíritu vive en ellos, están unidos a mí, yo hago mi voluntad con ellos, por lo consiguiente son míos, miembros de mí cuerpo. El Espíritu de Cristo viviendo en mí y haciendo su voluntad en mí, me hace ser un miembro de su cuerpo. Esa es la razón por la cual debo ser Santo en mi manera de conducirme. Lo que hace mi mano es lo que hago yo. Donde van mis pies, en donde voy yo. Por lo consiguiente, lo que hace mi cuerpo lo hace Cristo en vista de que mi cuerpo es miembro de Él. Por esa razón debo vivir santamente. Tu cuerpo físico puede ser abusado en pecado, en vista de que es un miembro de Cristo. El versículo 15 de nuestro texto dice: “¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo”. El abuso y el mal usar el cuerpo es aplicado en el área de inmoralidad sexual, para demostrar lo grave de ese error. La palabra “quitaré” en la declaración: “Quitaré los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera”, es la palabra griega que significa: violación sexual. Cristo no quiere que tu cuerpo esté involucrado con la inmoralidad sexual. El Espíritu de Él, viviendo en ti, te hace parte de su cuerpo. La inmoralidad sexual es una violación de su propósito en el uso de ese miembro que es de su cuerpo. Es un pecado monstruoso. Nosotros nos ofenderíamos grandemente, si alguien abusara de una iglesia. Un edificio dedicado para la adoración a Dios y al estudio de su palabra no debe ser usado para propósitos no espirituales. Cuanto más entonces debe el cristiano, tener cuidado de su cuerpo físico, que es el templo del Espíritu Santo; debe ser usado para propósitos Santos. El mundo degenerado te dará otra explicación. Ellos te dirán: “si se siente bien, hazlo. No hay reglas de bien y mal. Haz tu propia cosa. No existe el pecado entre adultos que se consienten”. Dios dice que tal cosa es mentira y decepcionante. Él dice que el mal uso de tu cuerpo es violar a Cristo mismo. Ten cuidado con este pecado, ten cuidado de lo que haces con tu cuerpo. Vive en santidad delante de Dios y los hombres. Tu cuerpo físico puede ser mal usado, en vista de la relación que tiene con Cristo. Pablo nos da un gran contraste en los versículos 16 y 17 de nuestro texto. Él nos recuerda que la unión sexual de dos personas los hace una sola carne. Eso está basado sobre el decreto de Dios en Génesis 2:24, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Por otro lado, la fe personal en Cristo Jesús, como Señor y Salvador, crea una unión espiritual. Pero el que se une al Señor, un Espíritu es con Él. Hay una gran contradicción, cuando uno que es del cuerpo de Cristo se une con una ramera. Tal cosa es mal usar el cuerpo. ¿Cuál es la manera apropiada de usar el cuerpo físico de un cristiano? La Biblia dice en el versículo 13: “Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” Dios diseñó nuestros cuerpos para ser usados para su honra y gloria. Es abuso usar el cuerpo para otra cosa. ¿Qué sucede cuando el cuerpo de uno es usado en la práctica de lo inmoral? El versículo 18 nos dice: “Mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. La inmoralidad sexual no es una bendición al cuerpo, lo daña; ten cuidado de esto. Existe el peligro del embarazo, de enfermedades venéreas, de reputaciones arruinadas, de una conciencia de culpabilidad y del juicio y castigo de Dios. No vale la pena el arriesgarse para tomar unos segundos de placeres pasajeros para sufrir las consecuencias que continúan. El Espíritu debe controlar el cuerpo, no el cuerpo al Espíritu. En vista de que el Espíritu de Dios mora en ti, debes permitir que Él controle tu cuerpo, para así vivir santamente. Tu cuerpo físico debe ser protegido de pecado sexual. Huir de la fornicación es lo que nos dice la Biblia. Otro ha dicho: “Corra de la inmoralidad sexual como si fuera una plaga”. Esta medida drástica es la que debemos tomar. Pon en tu corazón el deseo de vivir puro y santo, delante de Dios y los hombres. Romanos 12:2 nos dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. 2 Timoteo 2:22 dice: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. Ten cuidado de tu cuerpo. No es tuyo, le pertenece a Dios. Escuchemos lo que dice 1 Corintios 6:19 y 20, “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. El precio que te compró fue la preciosa sangre de Cristo Jesús. No reine, pues, el pecado en nuestro cuerpo mortal. Oremos… Padre, ayúdanos a vivir vidas santas delante de ti. Danos la fuerza que necesitamos para mantenernos limpios. Ayúdanos a no mal usar nuestros cuerpos, ni prestar los miembros de nuestros cuerpos para traer vergüenza a tu Santo nombre. Porque esto te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.
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