Escritura
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4:9 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Juan 12:27 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:14 y 15
1 Juan 4:9, dice: ¨En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él¨. Con estas palabras, El apóstol Juan, sumó la obra redentora de nuestro señor Jesucristo. En primer lugar, fue motivado por el amor de Dios; en segundo lugar, fue manifestado en la persona de Cristo Jesús; en tercer lugar, fue ejercitada en el mundo de los hombres, en cuarto lugar, fue efectiva en dar vida espiritual o eternal a los seres humanos, y en quinto lugar, fue hecha posible, durante el ministerio de Jesús aquí en la tierra. Jesús vino a la tierra con el completo conocimiento de su propósito, Él declaró su naturaleza redentora mientras que estuvo aquí, Él dijo en Lucas 19:10: ¨Porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido¨. Otra vez dijo en Marcos 10:45: ¨Porque el hijo del hombre no vino para ser servido, si no para servir; y para dar su vida en rescate por muchos¨. El camino que le esperaba era uno de gran sufrimiento, pero aun cuando se acercó a la cruz en donde iba a morir dijo: ¨Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré?, Padre sálvame de esta hora, más para esto he llegado a esta hora¨ (Juan 12:27). Sí, Jesús vino plenamente entendido de lo que le esperaba aquí en la tierra. Jesús se vio a sí mismo como el cumplimiento profético de la serpiente de bronce que Moisés preparó en el desierto. Él dijo en Juan 3:14 y 15: ¨Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna¨. Jesús se comparó al maná que cayó en el desierto y preservó la vida de Israel en su viaje de Egipto a Canaán, Él dijo: ¨Yo soy el Pan de vida, si alguno viene a mí, no tendrá hambre jamás¨. Juan 6:50 y 51, dice: ¨Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de Él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno comiere de este pan vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo¨. Aquellas personas quienes conocían mejor a Cristo, estaban de acuerdo con la evaluación de su ministerio. El apóstol pablo escribió en 1 Timoteo 1:15: ¨Palabra fiel y digna de ser recibida por todos, que Cristo Jesús, vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales, yo soy el primero¨. Él vino a salvar a los pecadores por medio de morir por ellos, la Biblia es reservada en cuanto a contar los eventos que sucedieron al momento de la crucifixión de Jesús. Mientras que Pilato intentaba soltar a Jesús, las multitudes gritaban: ¨¡Crucifícale!¨, finalmente tuvieron más poder los esfuerzos de la multitud. Pilato decidió que lo que ellos deseaban tenía que hacerse, entonces él soltó a Barrabás, quien estaba preso por cometer un asesinato y entregó a Jesús para que le crucificaran. Poniendo la cruz sobre sus hombros, llevaron a Jesús hacia el calvario. Había otros dos criminales quienes murieron junto a Él, llegando al lugar conocido como la calavera, crucificaron a los tres hombres. Jesús ocupó la cruz de en medio, sobre su cabeza fue puesto un rótulo que decía: ¨Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos¨, esas palabras escritas con burla, completaron la maldad de la gente. Casi al mediodía el cielo oscureció, el sol dejó de brillar y todo el país estuvo en tinieblas por tres largas horas, ya al final de ese tiempo, Jesús dijo: ¨Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu¨, al haber dicho esto, murió. El capitán de la guardia, que había estado encargado de la crucifixión, vio lo que había sucedido y dijo maravillado: ¨Verdaderamente este era el hijo de Dios¨, muchos de los que habían ido a ver la crucifixión regresaron a casa golpeándose el pecho con tristeza, pero ya estaba hecho, el salvador había muerto. Pero ese no es el fin de la historia, Pablo predicó esto acerca de Jesús en Hechos 2:23, 24 y 36: ¨A este entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos; crucificándole, al cual Dios levantó sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Sepa pues ciertísimamente, toda la casa de Israel, que, a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo¨. Hechos 5:31, dice: ¨A este, Dios ha exaltado con su Diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados¨. Muchos años antes, Dios había anunciado que Satanás daría un golpe de muerte al hijo de la mujer, afectaría sin embargo solo una herida en el calcañar, al mismo tiempo, el hijo de la mujer daría un golpe que heriría a la serpiente en la cabeza. Eso es precisamente lo que sucedió en el calvario. La misma obra que pretendía destruir al hijo de Dios, la crucifixión de Jesús, llegó a ser la obra redentora por la cual los pecadores son librados del dominio de Satanás ¿Cómo puede ser posible esto? La muerte de Cristo, no fue un accidente, ni tampoco fue la simple muerte de un hombre bueno. Fue una obra redentora en morir y resucitar; Jesús afectó la salvación de muchos pecadores. Eso es lo que nosotros llamamos la doctrina de sustitución: Jesús cargó en Él los pecados nuestros y murió en nuestro lugar, el justo por los injustos. Aquellos quienes se unen a él por medio de la fe, reciben su justicia y son librados de la pena del pecado. Jesús llevó a terminación ese plan cuando Él murió en la cruz y resucitó de la muerte, por esa razón es que la Biblia hace tantas referencias en cuanto a la muerte de Jesús y al hecho de que murió por nosotros. Hebreos 2:9, dice: ¨Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos¨. Gálatas 3:13 y 14, dice: ¨Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecha por nosotros maldición porque está escrito: maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu¨. El apóstol Pedro, dice en 1 Pedro 2:24 y 3:18: ¨Quien llevó Él mismo los pecados en su cuerpo, sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia y por cuya herida fuisteis sanados, porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados. El justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu¨. Esta enseñanza no es nueva, fue anunciada por el profeta Isaías, setecientos años antes de que Jesús naciera. A través del profeta, Dios habló del sacrificio vicario del Mesías en Isaías 53:5 y 6: ¨Más Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre Él y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. Cada cual se apartó por su camino, más Jehová cargó en Él, el pecado de todos nosotros¨. Alguien podría preguntar: ¿Por qué tuvo que morir Jesús para que pudieran salvarse los pecadores? Es sencilla la respuesta, un pecador no puede sustituirse por otro pecador, para el perdón de pecados, solo un justo podría morir por salvarnos a nosotros, los injustos. Pensemos en términos financieros: Uno que está en bancarrota, no puede pagar la deuda de otro que está en bancarrota también; solo un hombre rico podría sacar de sus deudas al otro. Solo la riqueza de la justicia de Jesús, puede salvarnos a nosotros. 1 Juan 1:9, dice: ¨Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad¨. Padre, después de haber repasado este estudio sobre la obra redentora del Señor Jesucristo, unimos nuestras voces a la de Juan y decimos: ¨Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios su Padre, a Él sea gloria e imperio, por los siglos de los siglos, Amén¨.
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