(Centro De Vida)
Escritura
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Continuamos con el milagro de sanidad del siervo del Centurión, donde pudimos ver la humildad de este hombre. Cuando Jesús estaba cerca de su casa, el centurión vuelve a sorprendernos. Esta vez envía amigos con un mensaje poderoso que revela la grandeza de su fe y el profundo entendimiento que tenía sobre la autoridad de Cristo. Este segundo momento del relato nos enseña que la fe no necesita lo visible para creer, y que el poder de Jesús no conoce límites geográficos ni espirituales. Pocas veces se ve a Jesús maravillándose en los evangelios, y una de ellas es por la fe de un extranjero. El centurión no solo entendió la autoridad de Cristo, sino que confió plenamente en que su palabra era suficiente. Este milagro no se realizó con contacto físico, ni con presencia directa. Fue a distancia, fue por fe. Lo que ocurrió ese día sigue hablándonos de la eficacia de la Palabra de Dios y de cómo la fe trasciende barreras culturales, religiosas y físicas. Hay tres cosas importantes que sobresalen en esta historia: Primero; La fe verdadera no tiene fronteras. El centurión era gentil, pero su fe superó la de muchos en Israel. Jesús deja claro que el Reino está abierto a todos los que creen, sin importar su origen. Segundo; La palabra de Jesús tiene poder absoluto. Jesús no necesita presencia física ni rituales. Su autoridad es tal, que lo que dice y sucede. Su Palabra es viva, eficaz, y suficiente. Tercero; La fe produce resultados reales. Recordándonos que nuestra fe no es estéril. Cuando confiamos, Dios obra. La fe mueve el corazón de Dios y activa su poder. Este pasaje nos exhorta a cultivar una fe que no pone condiciones, que no necesita pruebas visibles, y que descansa en el poder de la Palabra de Cristo. La pregunta es: ¿Puedes confiar en que una palabra de Jesús es suficiente para cambiar tu realidad? ¿Tu fe reconoce la autoridad total de Jesús? ¿Tu humildad te lleva a depender más profundamente de Él?
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