(Centro De Vida)
Escritura
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Los milagros de Jesús no fueron solo actos asombrosos. Cada uno de ellos fue una señal con propósito: mostrar quién es Él y despertar fe en los corazones. Algunos milagros sanaron cuerpos, otros restauraron almas, algunos desafiaron la lógica humana, pero todos señalaron una sola verdad: Jesús es el Hijo de Dios. Esta serie de devocionales nace con el anhelo de llevarte a conocerlo más profundamente a través de su obra poderosa, para que tu fe crezca, tu esperanza se renueve y tu corazón sea transformado y tengas la convicción de servirle con todas tus fuerzas. Jesús aún hace milagros. Y el mayor de todos es el que realiza en el corazón de todo aquel que en él cree. Juan 20:30-31 dice: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. Juan, uno de los apóstoles más cercanos a Jesús, declara que hubo muchos más milagros que no fueron registrados en su evangelio. Aun así, afirma que los milagros que sí fueron escritos tienen un propósito definido: que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Este creer no es simplemente aceptar una idea, sino un creer para vida: un acto de fe que trae transformación y salvación. Este pasaje nos muestra que cada señal fue un medio de revelación divina. Por lo tanto, los milagros no solo beneficiaron a quienes los vivieron, sino que siguen hablando hoy a través de la Palabra escrita. Los milagros de Jesús fueron intervenciones del cielo en la tierra, momentos en los que Dios rompió el orden natural para manifestar su gloria y gracia. Pero Juan nos muestra algo más: los milagros fueron también una predicación viva, una proclamación del Reino. Cada sanidad, cada liberación, cada provisión, fue una voz que gritaba: “¡Este es el Mesías! ¡Este es el Salvador prometido!” Y cada lector del Evangelio está invitado a leer los milagros no como cuentos antiguos, sino como testimonios vivos que claman por fe. El propósito no es solo admirar el poder de Jesús, sino que creamos en Él, y al creer, tengamos vida en su nombre. Esto significa que los milagros tienen una dimensión presente y eterna: no solo impactan nuestro “ahora”, sino que abren la puerta a la vida eterna. Jesús no vino a sorprender, sino a salvar. Quiero animarte a que leas los milagros como si fueras parte de ellos. Cada historia de los Evangelios es más que un relato: es una invitación a conocer el corazón de Jesús. Pregúntate: ¿Qué me está mostrando este milagro sobre Él? ¿Qué me está diciendo a mí? Segundo; Permite que tu fe sea fortalecida. Al estudiar de los milagros de Jesús, deja que el Espíritu Santo use cada enseñanza para renovar tu confianza en Dios. Tal vez enfrentas imposibles hoy, pero Jesús sigue siendo el mismo dice hebreos 13:8. Tercero; Busca no solo el milagro, sino al Dios de los milagros. No estudies esta serie como alguien que busca respuestas rápidas, sino como un discípulo que anhela más de su Maestro. Cada milagro es una ventana que nos deja ver quién es Jesús. No te conformes con el “vino nuevo”, busca al que transforma el agua. En cuarto lugar; Comparte lo que Dios te muestre. Así como los discípulos creyeron al ver las señales, otros pueden llegar a creer al ver el milagro de Dios en tu vida. Esta serie puede ser tu herramienta para Servir, evangelizar y discipular o animar a otros. Que El Señor bendiga tu vida