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¿Cómo Es Que Debemos Vivir? Parte I
Vive Una Vida Ejemplar
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Abr 21, 2022
Abr 21, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Efesios 5:1-12; 1 Pedro 1:16.

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis, pues, partícipes con ellos. 8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al Señor. 11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Efesios 5:1-12 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:16

Hoy seguimos con nuestro estudio de cómo debemos vivir ahora que ya hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador. Quiero que vayas conmigo al libro de Efesios, capítulo 5, y vamos a leer el primer versículo. Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. Este versículo es un versículo que nos da buen consejo. Simplemente nos dice que debemos imitar a nuestro Padre Celestial. Ahora que somos sus hijos por medio de la fe en Cristo Jesús debemos vivir, así como Él quiere que vivamos, debemos imitarle porque Él es nuestro Padre. Al vivir como Dios quiere que vivamos reflejaremos su luz, su imagen. Estoy de acuerdo contigo en que esto será un reto bastante grande para nosotros, pero no es una imposibilidad porque es simplemente dejar que Él viva su vida en nosotros.   Este reto nos trae a la pregunta: “¿Cómo puedo imitar a mi Padre celestial de manera que se vea su vida en la mía?”. Quiero decirte que el apóstol Pablo en los versículos 1 al 12 del capítulo 5 de Efesios nos da 3 sugerencias. En primer lugar, tenemos la sugerencia de vivir en amor. El versículo 2 de nuestro texto dice: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. Miremos las primeras palabras del versículo otra vez: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó”. ¿Cómo podemos hacer esto? Bueno, tenemos que reconocer que este amor es un amor sobrehumano; no es el mismo amor que nosotros expresamos, es el amor divino que Dios tiene para con nosotros, es el amor que Él pone en nuestro corazón por medio de su Espíritu Santo cuando nosotros aceptamos a Jesús como nuestro Salvador. Debemos reconocer que es un amor constante. Andar en amor significa que la conducta de uno será gobernada, influenciada y controlada por el amor divino de Dios. También tenemos que reconocer que es un amor sacrificial. ¿Cómo nos amó Cristo a nosotros? Nos amó con un amor que estuvo dispuesto a morir para nuestro bienestar espiritual. Esto es un amor que va más allá de un mero deseo de que la otra persona esté contenta con uno. De hecho, Jesús dio su vida en sacrificio vivo a Dios y lo mismo debemos hacer nosotros: Estar dispuestos y dar nuestras vidas en sacrificio vivo a Dios para que otros puedan llegar a conocer la salvación que se encuentra únicamente en la vida de Cristo Jesús. Nosotros somos hijos de Dios porque Él nos ama; no es cosa fuera de lo común que Él desee que nosotros también le amemos, es natural que el hijo de Dios camine en amor, es tan natural como lo es el respirar. La vida de amor es la vida ejemplar del cristiano. En segundo lugar, pablo nos da la sugerencia de vivir vidas puras y limpias. 1 Pedro 1:16 nos dice: “Sed santos, porque yo soy santo”, y ese es el tema que sigue Pablo en los versículos 3 al 7 del capítulo 5 de Efesios. En estos versículos, Pablo nos da una lista de cosas que deben ser evadidas o, de una manera, quitadas de nuestras vidas. Para después darnos las razones por las cuales debemos evitar estas cosas. Debemos evitar cada pecado que podamos y Pablo, en vista de que hay tantos pecados, los pone en dos categorías. Después nombra algunos de los pecados en cada una de las dos categorías. Pablo nos da la categoría de pecados sexuales; el versículo 3 dice: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”. Estos pecados son los primeros nombrados, debido al hecho de que el deseo sexual en el hombre es tan fuerte y Satanás lo ha usado tanto para guiar al hombre a pecar sexualmente. La moralidad en los días de Pablo era una moralidad depravada, la pureza sexual era casi desconocida, aun la perversión sexual era aprobada por personas de todo rango de vida. Pablo hace notar a los cristianos que deben huir de esta inmoralidad como si estuvieran huyendo de una plaga; hoy necesitamos más de este consejo que nunca. La segunda categoría es la de pecados vocales. El versículo 4 dice: “Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. Cualquier palabra deshonesta o vulgar que sale de la boca de uno es vergonzosa; tal hablar no conviene a los hijos de Dios. Hemos sido lavados en la sangre de Cristo Jesús, hemos sido comprados con un precio y ahora somos hijos de Él. ¿Cómo es posible que pronunciemos palabras que van totalmente en contra de la naturaleza de nuestra persona espiritual? El mentir, los chismes, el acusar falsamente y el vocear palabras sucias van en contra de lo que la Palabra de Dios nos enseña y tal no es la conducta de aquél que ha sido salvo de sus pecados. Notemos que Pablo nos da dos razones por las cuales no debemos tener estas prácticas en nuestro diario vivir. El versículo 5 nos enseña que los que practican la inmoralidad y todas estas cosas no heredan el reino de Dios. ¿Acaso debe un ciudadano del reino celestial participar en tales prácticas? Claro que no, va en contra de su ciudadanía. De hecho, el que recibe a Cristo ya no debe practicar tales cosas. Debemos dejar la vida vieja y andar en nueva luz, la luz de nuestro Señor. En el versículo 6, Pablo nos da la segunda razón por la cual no debemos practicar el pecado: “Por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia”. Quiero decirte que Dios castigará fuertemente a los que le son desobedientes. Puedes decir lo que quieras y puedes tratar de justificar lo inmoral, pero te voy a decir una cosa: La ira de Dios cae sobre aquéllos que practican ese estilo de vida. Y si no me crees, pregúntale a una persona que tiene SIDA. Nosotros debemos vivir en pureza, debemos vivir vidas limpias delante de nuestro Dios. Esto nos trae a la tercera sugerencia que nos hace Pablo. La Biblia comúnmente llama a la justicia “luz” y al pecado “tinieblas”, y no nos debe ser difícil comprender el versículo 8; dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. Antes vivíamos en la oscuridad, totalmente en tinieblas, pero al recibir a Jesús fuimos llenos de Dios. De hecho, estamos en casa cuando hablamos de la luz de Dios; debemos actuar de acuerdo a ello, debemos andar en luz, debemos reflejar la luz de Cristo al mundo. Una planta que tiene luz da buen fruto; el fruto que da el creyente en Cristo es lo que llamamos el fruto del Espíritu. Gálatas 5:22 y 23 nos da una lista de este fruto: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; es una cosecha hermosa. Debemos acordarnos que el Espíritu de Dios mora en nosotros, viviendo la vida de Dios en nuestro cuerpo físico. Su fruto, el del Espíritu Santo, debe ser producido en la vida de todos los que son hijos de Dios y debido a esta verdad es que decimos que conocemos si uno es hijo de Dios o no por el fruto que vemos producido en su vida. Según los versículos 10 al 14 de nuestro texto, es nuestro deber esparcir la influencia de la luz a otros. ¿Cómo? Por medio de mostrar la presencia de la luz en nuestras vidas; ése es el primer paso, pero hay que ir más allá. Este paso no es suficiente. ¿Por qué? Porque las personas deben poder distinguir entre la luz y las tinieblas. Por eso es que nuestro texto nos dice en el versículo 11: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”. No es suficiente el no participar en el pecado, tenemos que reprender el pecado. Las personas deben saber que nosotros no estamos de acuerdo a el pecado y por qué no estamos de acuerdo. Sin embargo, tengo que acordarte que lo debemos hacer en amor. Nuestra tarea es hacer ver al pecador el error de su andar para que pueda arrepentirse e invitar a Cristo a entrar en su corazón. Lo que hemos mencionado en nuestro estudio hoy es una vida muy diferente a la vida que el mundo ve hoy día, es una vida que da testimonio del poder de Cristo, es una vida digna de ser de los hijos de Dios. Jesús nos ha enviado al mundo para que vivamos vidas ejemplares; como lo dice Filipenses 2:15-16, que “resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida”. Vamos a orar. Padre, comprendemos que es tan importante que vivamos correctamente. Pedimos que nos ayudes a ser los luminarios en este mundo que debemos ser para esparcir la luz de Cristo. Gracias Padre por el estudio de hoy. Te agradecemos en el nombre de Jesús. Amén.

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