Copyright 2016-2019 Lifeword
¿Cómo Es Que Debemos Vivir? Parte I
Vive La Vida De Cristo
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Abr 18, 2022
Abr 18, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
0

Escritura

Efesios 4:1-6; 2 Corintios 5:17.

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Efesios 4:1-6 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17

Quiero que vayas conmigo hoy al libro de Efesios 4:1-6. Vamos a comenzar una serie de estudios sobre cómo debemos vivir. El apóstol Pablo en su carta a los hermanos en Éfeso escribe acerca de los cambios que deben acontecer en la vida de los que han creído en Jesucristo. Pablo pidió a los hermanos hasta el punto de rogarles que anduvieran como era digno de la vocación a la cual fueron llamados. Esta serie de estudios se va a dedicar precisamente a eso. Queremos estudiar sobre el asunto de cómo nosotros, los creyentes en Cristo, podemos vivir como es digno de la vocación a la cual fuimos llamados. Nuestro énfasis será sobre el andar dignamente.   Efesios 4:1 nos dice: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”. Nuestra vocación es aquella carrera a la cual sentimos que debemos desarrollar. Pablo simplemente está reconociendo que nosotros entramos a la vocación cristiana debido a un llamado que nos fue hecho de parte del Señor. La vida del cristiano es una vida marcada por santidad y servicio así que si vamos a vivir dignos de ese llamado tendremos que vivir con esas características de santidad y servicio como es digno de los hijos de Dios. Debemos caminar de acuerdo a esas virtudes. Ya hemos visto en 2 Corintios 5:17 como el cristiano es una “nueva criatura” en Cristo. Este creyente o nueva criatura debe hacer morir los deseos de su carne que podrían producir inmoralidad, envidia, el deseo de posesionar lo ajeno y sensualidad. El creyente debe cuidarse en contra de enojos, blasfemias, lenguaje sucio y mentiras, además de muchas otras cosas. El creyente debe vestirse de un carácter que ha sido diseñado conforme a la imagen de Dios; su vida debe ser marcada con las cualidades de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, perdón y amor. ¿Por qué? Porque a esa vocación ha sido llamado por Dios. El versículo 2 del capítulo 4 de Efesios nos da 5 cualidades espirituales que deben encontrarse en la vida de alguien que dice ser cristiano. Estas 5 cualidades demuestran que él está andando digno de su vocación. Las 5 cualidades son: humildad, mansedumbre, la disposición de soportar, paciencia y amor.   Humildad viene cuando uno considera el valor de sí mismo correctamente. Cuando uno se reconoce como una criatura de Dios, admitiendo que su dependencia total está en la persona de Dios, entonces vivirá con una actitud correcta en cuanto a sí mismo. La persona humilde no se cree autosuficiente; reconoce que él, al igual que todas las demás personas, dependen de Dios. Cuando hablamos de mansedumbre, hablamos de una fuerza controlada. Se refiere a un espíritu de gentileza hacia otras personas y una sumisión total a Dios. La persona que controla las fuerzas de su espíritu y es paciente ejerciendo el control sobre sus fuerzas es una persona que actúa con mansedumbre. No es fácil soportar la actitud de algunas personas; muchas veces sentimos el deseo de desquitarnos en retaliación a algo que nos han hecho. Contestamos con un espíritu de amargura. Por eso debemos aprender a soportarnos los unos a los otros. También es difícil, a veces, ser paciente. La mayoría de nosotros queremos las cosas ya o ayer, si es posible. El creyente en Jesús debe aprender a ser paciente, concerniente a asuntos, personas y aún consigo mismo. Claro está que esto nos trae a la quinta cualidad: La cualidad de amor. De hecho, el cristiano estará dispuesto a expresar las otras 4 cualidades en su vida debido a esta quinta cualidad que debe existir en su vida. Dios es amor y, debido a que es Dios quien vive en el creyente, debemos poder ver amor en su vida también.   El versículo 3 nos enseña que los creyentes deben estar solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz. Quiero que observemos por unos segundos esta declaración. El espíritu del que nos habla aquí es el Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha creado una unidad que une a los hijos de Dios; la paz de Dios envuelve a los que están unidos en el Espíritu. Sin embargo, no somos ignorantes del hecho de que hay un enemigo que quiere destruir esa unidad y esa paz que hay entre cristianos. El creyente debe hacer todo lo que está a su alcance para guardar esa unidad y esa paz. Debe vigilar y estar listo a luchar en contra de lo que pudiera destruir esa unidad. Es responsabilidad de cada hijo de Dios hacer un gran esfuerzo para mantener la unidad con sus hermanos en Cristo porque esa unión que hay entre ellos es producto del Espíritu Santo. Esa unidad es producida para que pueda haber paz en las relaciones que hay entre los hijos de Dios. Esto es trabajo de tiempo completo, así que el creyente siempre estará ocupado. Hay una constante lucha entre creyentes de cuidar sus actitudes para que la unidad con otros cristianos no sea rota. Debemos estar conscientes siempre de que somos una familia de creyentes en Jesús; todos tenemos el mismo Padre Celestial y debemos vivir en paz.   Hay muchas cosas que podrían dividir a los hijos de Dios. Hay diferencias de cultura, educación, ocupaciones, idiomas y muchas cosas más. Todas estas cosas podrían destruir nuestra unidad en Cristo, pero hay algo que nos une que es mucho más poderoso que cualquiera de esas cosa que podrían dividirnos. En primer lugar, todos tenemos la misma relación con el Espíritu Santo. Somos miembros de un solo cuerpo, El cuerpo de Cristo. Estamos unidos a ese cuerpo por el Espíritu de Dios. De hecho, sabemos que seremos victoriosos al final de los tiempos debido a esa fuerza del Espíritu Santo que nos mantiene unidos. Es ese Espíritu Santo de Dios quien nos sostiene y nos sustenta. En segundo lugar, todos los creyentes estamos relacionados a Cristo Jesús. Sólo hay un Señor en quien confiamos, Jesucristo. Sólo hay una fe por medio de la cual recibimos su perdón y santificación, sólo hay un bautismo por el medio del cual confesamos nuestra fe en Jesús; Jesús el Cristo es nuestro todo. En tercer lugar, todos los creyentes estamos relacionados al Padre. El versículo 6 de nuestro texto nos dice que tenemos “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Esta es una tremenda descripción de Dios Padre; pensemos un poco en esto. Dios es soberano “sobre todo”, dice el texto; no hay nadie superior a Él, no hay nadie igual a Él. Él es sobre todos los poderes, personas y sobre todo lo que se ve y aún sobre todo lo que no se ve. Sólo Dios es Dios. Nuestro Padre Celestial es eminente; el texto nos señala que Él es “por todos”. Nuestro Dios no es una persona que no está involucrada con nosotros; Él está con nosotros, Él está aquí por sus hijos, Él nos ama. Hechos 17:28 dice: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”. Dios habita en sus hijos; el texto dice: “y en todos”. Hay una relación muy íntima y personal entre el creyente en Cristo y el Padre Celestial porque Dios mora en la persona que recibe a Jesús como salvador. Por esa razón es que Pablo pudo decir en Gálatas 2:20: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.   El énfasis en Efesios 4:1-6 está en que debemos vivir la vida de Cristo; esto es lo que se espera de nosotros pues es nuestra vocación a la cual hemos sido llamados. Nuestra vocación requiere que tengamos un espíritu de humildad, mansedumbre, que estemos dispuestos a soportar que seamos pacientes y que tengamos mucho pero mucho amor. Es un requisito que busquemos la unidad y paz con otros hermanos y hermanas en la fe y esto no es imposible; se hace posible debido a nuestra íntima y personal relación con Dios, el Padre, por medio de Cristo Jesús. Espero que pensarás mucho en el estudio de hoy, espero que pensarás en el cambio que se debe ver diariamente en nuestras vidas como creyentes en Cristo Jesús. Hagamos un esfuerzo en demostrar al mundo lo que es ser verdaderos cristianos para la honra y gloria de nuestro Padre Celestial.   Vamos a orar: Padre, gracias te damos por tu Palabra. Señor, tenemos que reconocer a veces que hay cambios que debemos hacer en nuestras vidas. Ayúdanos a realizar esos cambios para tu honra y gloria. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie