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Como Vivir Abundantemente
Se Satisfecho Solo Con Su Llenura
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Ago 13, 2021
Ago 06, 2021
Duración:
00:14:28 Minutes
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10

Escritura

2 Reyes 13:14-19; Hechos 16:15; Efesios 1:22 y 23; Efesios 4; Colosenses 2:9 y 10; Colosenses 1:19; Juan 1:14; Juan 1:16.

Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 15 Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 16 Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, 17 y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. 18 Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria. 2 Reyes 13:14-19 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos. Hechos 16:15 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Efesios 1:22 y 23

Dios se complace con hablarnos por medio de auxiliares visuales para ayudarnos en comprender verdades divinas que estarían más allá de nuestra comprensión. Tal ocasión está grabada en el libro de 2 Reyes 13:14-19. Joás, rey de Israel, visitaba al anciano profeta Eliseo. Tiempos dificultosos habían caído sobre su país. La nación del norte había amenazado a su territorio con una invasión militar. ¿Qué haría? El profeta de Dios puso un arco en mano de Joás y le instruyó lanzar una saeta. Eso significaba, según el profeta, que Israel ganaría en la siguiente batalla. Después el profeta dio instrucciones al rey en golpear la tierra con las demás saetas; el rey golpeó la tierra tres veces y se detuvo. El profeta vio indecisión en lo que hizo el rey; él anunció que los israelitas vencerían a los sirios solamente 3 veces. También anunció al rey que, si hubiera tan sólo dado 2 o 3 golpes más, su victoria habría sido completa. Esta historia me toca fuertemente en cuanto a la vida cristiana. Nos revela que Dios está listo y dispuesto a entregarnos la victoria completa si tan solo confiáramos en Él. En esta serie de mensajes hemos intentado identificar algunos principios que nos llevarían a una vida abundante en Cristo Jesús. Hemos examinado la experiencia de Lidia, la primera cristiana convertida en Europa, y hasta la fecha hemos estudiado 4 principios. El primero, necesitamos tener una relación correcta con Dios; Lidia adoraba a Dios, teniendo fe, humildad y reverencia. El segundo, necesitamos un espíritu que discierna; Dios abrió el corazón de Lidia mientras que ella escuchaba la enseñanza de la palabra. Número 3, necesitamos practicar obediencia en amor; Lidia expresó su deseo de obedecer a Dios en todo, por medio de obedecer en un hecho inicial: Ella confesó su fe en bautismo. Y, en cuarto lugar, necesitamos cultivar un hambre por las cosas de Dios; Lidia atendió a lo que Pablo dijo porque ella deseaba conocer más de su Salvador.   Hoy deseamos investigar otro principio. No debemos estar satisfechos con menos de la completa herencia que nos ha sido provista en la persona de Jesucristo. Si nos satisfacemos con menos, recibiremos menos. Si vamos a ser como el rey Joás, quien se detuvo en un punto menos a la victoria, nosotros tampoco tendremos la victoria que queremos realizar en nuestras vidas. Pero Dios nos revela los principios que nos llevarán a una vida espiritual completa; Él desea que vivamos abundantemente. Lidia no estaba satisfecha con haber oído el Evangelio, ella no estaba contenta con detenerse después de recibir su salvación, ella no había terminado cuando confesó su fe al momento de bautizarse, ella no había terminado después de escuchar la enseñanza del apóstol Pablo. Observemos lo que nos dice de Lidia el médico Lucas en Hechos 16:15: “Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”. El potencial de cada creyente es de tener un compañerismo con el mejor maestro que jamás ha existido. El Espíritu Santo está en el mundo y en el corazón del creyente para que Jesús pueda ser conocido; él vive en y con cada creyente, según Juan 14:17. Su trabajo en el creyente es el de revelar los asuntos de Cristo y conformar al creyente a la semejanza de Jesús. Por eso es que el apóstol Pablo oró pidiendo que cada creyente fuese lleno de la plenitud de Dios. Jesús es para nosotros todo lo que necesitamos. Según Efesios 1:22 y 23, Dios ha puesto “todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. El creyente está en Cristo Jesús; en esta relación él comparte con Cristo toda la plenitud de Dios. Eso es nuestra primogenitura como cristianos y no debemos esperar menos. El crecimiento espiritual y el evangelismo mundial tienen una índole de doble propósito para la existencia de la iglesia. En Efesios 4, el Espíritu Santo nos revela que los pastores y oficiales de la iglesia están con el propósito de edificar a los creyentes para una madurez espiritual, capacitándoles para administrar en el nombre de Cristo. Su propósito es que el cuerpo de Cristo sea edificado de tal manera que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, para que ya no seamos niños fluctuantes, sino que siguiendo la verdad en amor crezcamos en todo en Aquél que la cabeza, esto es Cristo. Dios desea que todos seamos cristianos maduros; por eso es que Él continúa su ministerio con nosotros. Necesitamos llegar a la meta que Dios tenía en mente cuando nos salvó. Colosenses 2:9 y 10 nos declara que en Cristo tenemos todo lo de Dios en un cuerpo humano y que aquéllos quienes están en Cristo están llenos de la plenitud de Dios. En escribir el pasaje el Espíritu Santo causó que Pablo escribiera usando formas gramaticales que revelan que la plenitud de Dios en el cristiano es un hecho; no es lo que podría ser, sino lo que es. Colosenses 1:19 dice: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud”. Cada creyente está en Cristo; por virtud de esa identificación, el creyente es heredero de Dios y coheredero con Cristo. Cada creyente necesita aceptar esta verdad. Juan 1:14 nos dice que Jesús es el unigénito del Padre, “lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:16 nos declara: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”. Eso nos demuestra que el creyente tiene en sí la plenitud divina, una vez y para siempre, de manera que permanece con una naturaleza divina viviendo permanentemente en él. Tendremos la plenitud de Cristo en exacta proporción al deseo que tendremos de estar llenos de Él. Así como el rey Joás ¿Reclamarás la victoria con desánimo? Necesitamos ser como Jacob que no estuvo dispuesto a soltar al ángel hasta que le diera su bendición. Alguien con sabiduría ha dicho: “Tendrás lo suficiente de Él, cuando le desees lo suficiente”. Qué trágico cuando un creyente ve la plenitud de Dios y no se esfuerza por entrar en esa plenitud. No debemos malgastar nuestra primogenitura, debemos recibir todo lo que Dios desea darnos. Dios nos ofrece vida en abundancia y no debemos estar satisfechos hasta vivirla. Vamos a orar: Padre, ¿Tú quieres que vivamos victoriosos sobre el mundo? ¿Tú deseas nuestro bien? Ayúdanos a lograr la victoria del verdadero creyente cuya confianza está enteramente depositada en tu persona. Padre, ten misericordia y se paciente con nosotros. Te amamos y te queremos, pero necesitamos mucho tu ayuda también. Sin Ti, nosotros no lo podemos lograr. Ayúdanos porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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