(Centro De Vida)
Escritura
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Hechos 16:14 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. 1 Pedro 2:2
Mateo 5:6 dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Esta bienaventuranza, expresada por el Señor Jesús, expresa el cuarto principio que llevará al creyente a una vida abundante en Jesús. El principio es de cultivar un hambre por las cosas del Señor. La vida cristiana es una vida de crecimiento perpetuo. La conversión es un nacimiento; los salvos han nacido otra vez o nacido del Espíritu Santo de Dios. Esa nueva vida en Cristo principia con una infancia espiritual y crece hasta llegar a la madurez espiritual. El apóstol Pablo describe su cuido de los convertidos a la fe como un ministerio de una niñera al bebé; el anima a los creyentes a crecer hasta la madurez en Cristo. Nadie puede ser cristiano en el sentido verdadero de la palabra hasta que se entregue por completo al crecimiento espiritual. Observemos nuevamente el ejemplo de Lidia, la primera cristiana convertida en el continente de Europa. Cuando ella escuchó el Evangelio de Cristo, el Señor abrió su corazón y ella llegó a ser una creyente. La Biblia nos dice en Hechos 16:14 que ella estuvo atenta a lo que Pablo decía. Ella no estaba contenta con ser una simple creyente, ella quería estar informada, ella quería saber más acerca de la persona en quien ella había confiado, tenía un hambre en su corazón de conocer mejor a Cristo; y si nosotros queremos crecer, también tendremos que cultivar un hambre por las cosas del Señor. Debemos buscar la respuesta para la pregunta, ¿Cómo crece uno en gracia? 1 Pedro 2:2 nos dice: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Este versículo está lleno de significado. En primer lugar, sugiere que el crecimiento de un cristiano se puede lograr; en segundo lugar, sugiere que el crecimiento viene por medio de la palabra de Dios; y el tercer lugar, sugiere que la palabra de Dios es esencial para el crecimiento del creyente al igual que la leche es esencial para el crecimiento de un niño; en cuarto lugar, sugiere que el creyente debe tener un deseo tremendo por la palabra de Dios al igual que el niño desea la leche. Debemos desear el crecimiento espiritual; aparte de ese deseo, no habrá crecimiento. Cada hombre y mujer de índole espiritual ha estado entregado a la búsqueda de Dios. Escuchemos lo que nos dice uno de los profetas en Isaías 26:9: “Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. Por esta actitud del profeta es que leemos: “Y vino palabra de Jehová al profeta Isaías diciendo”. Luego tenemos el testimonio cumplido de Dios en Jeremías 29:13 que dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Jesús prometió que el que pidiera, recibiría, y el que buscara, hallaría, y el que tocara la puerta, tendría la dicha de que esa puerta se le abriera. Debemos buscar a Dios de todo corazón si deseamos vivir la vida abundante del cristiano. Vayamos al testimonio del salmista David, en Salmos 63:1 y 2; dice: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”. El libro entero de los Salmos está lleno del deseo de encontrarse con Dios y tener buena comunión con Él. Claro está que no todo fue escrito por David, pero muchos de los Salmos sí fueron escritos por Él. Viendo nosotros el deseo sincero del corazón de David en buscar personalmente a Dios, íntimamente, nos damos cuenta de porque él es conocido como “Varón conforme al corazón de Jehová”. ¿Habrá vivido David una vida de profunda espiritualidad? Si es así, ¿Cuál sería la explicación? Evidentemente, el gozo que él tuvo por la bendición de la presencia personal de Dios en su vida. Por eso es que él estuvo tranquilo y gozoso; y, ¿Por qué? Porque él buscó a Jehová con todo su corazón. No sólo le buscó; le encontró. Jesús desea que nosotros le deseemos. Él nos ama entrañablemente, personalmente, infinitamente y eternamente. Debido a su amor que no tuvo reservas, entregando su propio cuerpo para ser crucificado en nuestro lugar. Si Dios no escatimó a su unigénito Hijo entregándole a la muerte por nuestro rescate, ¿No nos dará en Cristo todo lo que necesitamos para vivir una vida de justicia? Claro que lo hará. Él nos ama demasiado para ser negligente con nosotros. Él se revelará a cada corazón que le busca. Esto es precisamente lo que quiso decir Jesús cuando dijo en Mateo 5:6: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Él nos llenará de su plenitud si tan sólo le abrimos nuestro corazón. Ojalá todo nosotros tuviéramos hambre y sed de conocer más perfectamente a Jesús. Un himno cristiano nos dice: “Más de Jesús quiero aprender, más de su gracia conocer, más de su amor con que Él me amo, más de su cruz en que murió”. Dicho espíritu es esencial para el crecimiento espiritual; sin deseo no hay apetito, sin apetito no hay recepción. Supongamos que alguien no tiene un apetito espiritual; ¿Cómo puede crecer en gracia? Yo sugiero que cultive un apetito; la palabra clave es cultivar. Podemos despertar en nosotros hambre y sed por lo espiritual. En primer lugar, podemos estudiar aquellos pasajes de la Biblia que tratan con la suficiencia de Cristo, el crecimiento potencial del cristiano y las promesas entregadas a aquéllos quienes buscan al Señor. En segundo lugar, podemos considerar el estado de nuestro propio corazón: ¿Somos maduros espiritualmente? ¿Disfrutamos de buena comunión con Dios? cuando oramos ¿Recibimos contestación? ¿Se ve el fruto de nuestro testimonio para Cristo? En tercer lugar, si lo que la Biblia promete no nos describe la diferencia, debiera crear en nosotros hambre y sed espiritual que, en cambio, resultará en la llenura y plenitud de Dios. Podemos cultivar hambre y sed espiritual y Dios nos recompensará. Comencemos hoy. No permitamos que más tiempo se nos escape. Recibamos la herencia que tenemos como hijos de Dios. Quiero que observemos esta ilustración para darnos una idea de lo que hacemos nosotros en nuestra ignorancia. Había un hombre vagabundo que vivía en los peores barrios de las ciudades que visitaba. Se subía en el tren gratis y viajaba de ciudad en ciudad, robando y mendigando para poder sobrevivir. Cocinaba en una paila sarrosa y tomaba de una lata. Era vagabundo en todo el sentido de la palabra. Un día un pariente de muchas riquezas murió y dejó todo su dinero al vagabundo. Nosotros hubiéramos sentido gran alegría si algo semejante nos llegara a suceder; pero ¿Sabes qué? El vagabundo rechazó la herencia. Dijo que no podría seguir su estilo de vida si tuviera todo ese dinero. Nosotros diríamos que el hombre no tenía inteligencia; pero, ¿Habrá sido más insensata su decisión que la que tomamos nosotros cuando rechazamos la heredad espiritual que Jesús nos ha dado? Yo pienso que no. Mi hermano, no vayamos a vivir menos del potencial que tenemos como hijos de Dios. Entreguemos nuestras vidas al liderazgo del Espíritu Santo, quien mora en cada creyente; y si hacemos esto, tendremos la plenitud del Señor. Vamos a orar: Padre, es nuestro deseo ser todo lo que tú quieres que seamos. Padre, desde hoy vamos a buscarte con todo nuestro corazón, vamos a pasar tiempo diariamente en el estudio de tu palabra y en la oración y también en testificar de nuestro Señor. Padre, queremos la plenitud de Cristo en nuestras vidas. Ayúdanos por favor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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