Escritura
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. Romanos 10:8-13
¿Has oído las buenas nuevas? Yo he nacido otra vez, nacido otra vez ¿qué es lo que significa eso? Parece ser la misma persona de siempre; ¿cómo es posible que hayas nacido otra vez? Ciertamente, conversaciones como ésta se han llevado a cabo miles de veces. Recientemente, este asunto se ha tratado frecuentemente entre los medios de noticias nacionales. Aparentemente hay una gran falta de comprensión concerniente a la experiencia del nuevo nacimiento. Aunque la expresión nuevo nacimiento o nacido de nuevo son expresiones que la biblia usa, es sorprendente que muchos líderes espirituales no entienden su significado. Estos líderes religiosos aún incluyen a aquellos quienes se encuentran en iglesias cristianas. ¿Cómo es que alguien a quien se le considera como un líder entre los cristianos sea ignorante de una verdad tan claramente expresada en las Sagradas Escrituras? Es extraño ¿verdad? Jesús, nuestro señor, dedicó una enseñanza en cuanto a este asunto mientras que hablaba con un hombre llamado Nicodemo. Nicodemo era un líder entre los judíos. Este encuentro nos es relatado en el capítulo 3 de Juan. Un término que Jesús usó en este discurso fue ‘salvo’. este término también es malinterpretado por muchas personas, pero la salvación es precisamente lo que sucede cuando uno nace de nuevo. Este hombre llamado Nicodemo llegó una noche para hablar con Jesús. Llegó a hablarle cuando Jesús comenzaba su ministerio terrenal. Las noticias de Jesús habían llegado aún a los de más alto rango en cuanto a autoridad en ese entonces. De esta manera es que Nicodemo había oído de Jesús. Para mí, no creo que Nicodemo haya llegado para hablar con Jesús por pura curiosidad; pienso que algo le había atraído a Nuestro Señor. Yo estoy seguro que el Espíritu Santo impulsó a Nicodemo en buscar a Jesús. Vamos a estudiar de este hombre llamado Nicodemo. En primer lugar, encontramos que era un hombre principal entre los judíos. Teniendo ese alto grado y posición, naturalmente tendremos que reconocer que era un hombre que entendía las escrituras, que tenía autoridad y gran responsabilidad entre los de su pueblo. Nicodemo pertenecía a un grupo particular conocido como los fariseos. Los fariseos eran los más celosos en cuanto a guardar las leyes del antiguo testamento. Nadie les reprochaba de nada ya que los fariseos eran consagrados y dedicados en guardar las leyes hasta el último detalle. La sabiduría de Nicodemo en cuanto a las escrituras del Antiguo Testamento, debía haber sido algo excepcional ya que él era un maestro entre los de su pueblo. Esto es muy extraordinario en vista de que él se dirigió a Jesús llamándole Rabí, o sea, maestro. Aquí teníamos a un líder educado, llamando a uno que era hijo de un carpintero, Rabí, un título exaltado entre los judíos. Era uno de los títulos más reconocidos en esos días, un término de gran honor y respeto que muchos individuos nunca alcanzaban. Nicodemo reconoció que Jesús había recibido su doctorado del cielo pues dijo: ‘Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro’. Él sabía, o por observancia personal o por testimonio responsable de otros, que el cielo había sido la fuente del poder que fue demostrado en las obras de Cristo Jesús. Este líder de los judíos no llegó a Jesús con un espíritu de antagonista, ni rechazó tampoco su autoridad; él confesó eso al principio de la plática. Él llegó a Jesús como alguien quien busca la verdad, habiendo sido motivado por la convicción del Espíritu Santo. Cristo reconoció la honestidad de este hombre y empezó a enseñarle las verdades del reino de Dios y sus requisitos. Él le dijo a Nicodemo: ‘De cierto, de cierto te digo que él que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios’. La respuesta de Nicodemo a esta declaración poco común indicó su falta de entendimiento en cuanto al asunto de nacer de nuevo, igual a las personas de hoy día. Perplejo, Nicodemo preguntó: ¿cómo puede un hombre nacer siendo viejo?, ¿puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Era natural que Nicodemo pensara en el proceso del nacimiento físico. La Biblia nos enseña que verdades espirituales han de discernirse espiritualmente y no pueden ser comprendidas carnalmente. Jesús respondió: ‘De cierto, de cierto te digo que él que no naciere del agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del espíritu, espíritu es; no te maravilles de que te dije, os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido más ni sabes de donde viene ni a donde va. Así es todo aquél que nace del espíritu’. El apóstol Pablo dijo en Romanos 10:8-13: “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Jesús le dijo a Nicodemo: ‘¿Eres tú maestro de Israel y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo que lo que sabemos, hablamos, y lo que hemos visto testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo: el hijo del hombre que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el hijo del hombre sea levantado para que todo aquél que en Él cree no se pierda, más tenga vida eterna’. Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquél que en Él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios su hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. Porque todo aquél que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas; más el que practica la verdad viene a la luz para que sea manifiesto que sus obras son hechas de Dios. Debido a la falta de tiempo en este programa, nos quedaremos aquí por ahora. En el próximo estudio le diremos más de este importante tema, entraremos más en detalle y explicaremos más a fondo cómo es que uno puede experimentar este nuevo nacimiento. Vamos a orar. Padre, espero que tu Espíritu Santo esté trabajando aun en estos momentos con muchos de los radioescuchas. Espero que haya despertado en ellos un interés de este asunto del nuevo nacimiento y te pido que nos des otro día más para explicarles el camino de la salvación. En el nombre de Jesús te lo ruego. Amén.
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