Escritura
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:19 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, Tito 3:5
¿Qué es eso de que una persona puede nacer de nuevo? Yo he estado oyendo mucho en cuanto a ello últimamente pero no entiendo lo que significa. El individuo que dice tal cosa se une con muchas otras personas que carecen de entendimiento en cuanto al nacimiento espiritual, o sea, nacer de nuevo. En el mensaje pasado, leímos y consideramos la conversación que Jesús tuvo con un hombre llamado Nicodemo. El encuentro lo encontramos en Juan 3. Nicodemo era un líder entre los judíos, era un hombre de educación y miembro de una de las sectas más religiosas de su tiempo; esta secta era la de los fariseos. Él era un maestro del Antiguo Testamento entre los judíos. Sin embargo, Nicodemo sentía algo vacío en su vida; algo estaba faltando en su corazón y en su vida. Cuando se acercó a Jesús, nuestro señor le dijo que, si él deseaba entrar en el reino de Dios, tenía que nacer de nuevo. Nicodemo sólo entendía en cuanto al nacimiento físico de una persona. Jesús le dijo que el nacimiento físico es de la carne y lo de la carne perecerá; pero que el nuevo nacimiento era del Espíritu Santo de Dios. Ese nacimiento es eternal. Jesús le declaró a Nicodemo el hecho de que tendría que nacer de nuevo; esto no es cosa de opción para el que desea ver el reino de Dios. Lo que le dijo Jesús a Nicodemo, este líder de los judíos es verdad, y es verdad en cuanto a todos los judíos y no sólo en cuanto a ellos sino en cuanto a nosotros también. No hay excepciones para nadie: tenemos que nacer de nuevo si es que deseamos ver el reino de Dios. Mi amigo, si tu naces solo una vez, morirás dos veces: morirás espiritualmente en tus pecados y morirás físicamente. Pero si naces dos veces, sólo morirás una vez: morirás físicamente, pero vivirás espiritualmente para siempre porque serás un hijo de Dios por haber nacido de su Espíritu Santo. Algunas veces necesitamos ver las cosas negativamente para enfatizar lo positivo aún más. Observemos por un momento lo que el nuevo nacimiento no es. Nacer de nuevo no es una simple profesión de que uno es cristiano: hay una gran diferencia entre profesar ser cristiano y serlo. Hay una diferencia en decir que uno es cristiano y en poseer la vida eterna por medio de tener a Cristo en el corazón de uno. Muchas veces he oído decir a las personas: ‘Oh sí, yo soy cristiano, yo creo en Dios’. El nuevo nacimiento y la salvación ciertamente vienen como resultado de la fe, pero el concepto bíblico de la fe y el creer en Cristo como salvador es mucho más que un mero considerar mentalmente que existe un Dios o que Jesús sea el salvador. Cuando la Biblia nos dice: Cree en el señor Jesucristo y serás salvo, ese creer significa confiar con todo el corazón, poniendo toda tu vida en las manos de Jesús, el hijo de Dios. La Biblia nos dice: Creyendo para la salvación del alma; el creer en la existencia de Dios y en el hecho de que Jesús hizo una obra redentora, es insuficiente en traer a alguien a la relación verdadera con Dios o dar nacimiento nuevo. Es sólo cuando ese hecho hace reconocer a uno sus pecados delante de Dios, hace que se arrepienta y confiese sus pecados, entregando su vida totalmente de corazón a Jesús, confiando únicamente en Él, es que hay un nuevo nacimiento. Cuando uno ha nacido otra vez habrá evidencia en su vida diaria. El hecho de que uno diga que ha nacido de nuevo, no necesariamente significa que tiene el nuevo nacimiento del que nos habló nuestro señor Jesús. Por eso es que Jesús nos dice que podemos reconocer a los que nacen de nuevo por medio de sus frutos. La vida y la boca de estas personas deben hablar el mismo idioma espiritual. Uno de los doce apóstoles originales nos da ejemplo de uno que proclamaba alianza con Cristo, cuando en verdad era un diablo desde el principio. Judas aún dio muestra a muchos de que él era seguidor de Jesús, pero su corazón era pecaminoso; no había nacido de nuevo. El escritor Santiago trata con el asunto de la fe: Fe verdadera y los resultados que tiene. Él dijo lo siguiente en Santiago 2:19: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Pero, los demonios no son salvos, no han nacido de nuevo. Santiago siguió diciendo que la fe sin obras es muerta. Pero, esperemos un momento; no acusemos a Santiago de decir que la salvación y el nuevo nacimiento son resultados de las obras. Él simplemente declaró que la fe verdadera, la fe que salva, definitivamente producirá obras de justicia. Si alguno tiene una fe que no produce buenas obras, no es una fe genuina, no es una fe que salva. Repetidamente la Biblia nos declara lo mismo que nos declara Tito 3:5: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. El apóstol Pablo escribió en la Biblia que “Ésta es la palabra de fe que predicamos: que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Mi amigo, el nuevo nacimiento en Cristo Jesús es un cambio milagroso y divino que Dios hace en ti, que te limpia, te cambia el corazón y te da vida eterna. Él te hace una nueva persona por dentro y te convierte en su hijo. Esto acontece cuando tú te arrepientes de tus pecados, confiesas esos pecados a Dios y confías en Cristo Jesús con todo tu corazón. Si no has hecho esto, yo te pido que lo hagas en estos mismos momentos. Dios te ha entregado este mensaje y Él desea que tú le permitas hacer su obra de gracia en tu corazón y, así, darte vida eterna. Vamos a orar. Padre, yo te pido que ayudes a mis amigos en realizar la verdad de tu palabra. Pido que tu Espíritu Santo toque los corazones de ellos con poder, desatando esas vendas que Satanás les ha puesto para que no miren la luz. Ayúdales mi Señor, te lo pido en el nombre de mi Jesús. Amén.
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