Escritura
8 Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. 9 No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. 10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
La mejor muestra de misericordia es en salvarnos y darnos el perdón de nuestros pecados, pues nuestra vida esta perdida y ahora he sido encontrado por Cristo. La misericordia de Dios es mucho más grande que la de los seres humanos. Él nos conoce completamente, conoce nuestras luchas, fallos y debilidades. Aun así, él elige tener compasión de nosotros, abriendo la puerta para la reconciliación y el perdón de nuestros pecados. Por su misericordia, Dios no nos da el castigo que merecemos, sino que, por medio de Jesús, nos ofrece la oportunidad de recibir su perdón y la vida eterna. El propósito de la misericordia de Dios ¿Cómo muestra Dios su misericordia a sus hijos? En la forma como nos trata. Tal como dice el Salmo 103, Dios no se enoja fácilmente ni se desespera cuando cometemos errores. Su corazón está lleno de compasión. Él entiende nuestras luchas, tal como los padres buenos tienen compasión y se esfuerzan en entender a sus hijos. Sin embargo, la misericordia de Dios es mucho más grande que la de cualquier ser humano. ¿Por qué? Porque él conoce absolutamente todo sobre nosotros, todo lo que hacemos y hasta los pensamientos más escondidos de nuestra mente. Aun así, el Señor «no nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades». Él no nos da el castigo que merecemos. Por su gracia Dios nos da el regalo de la salvación y el perdón que no merecemos. Todos hemos pecado, todos merecemos ser castigados. Pero Jesús llevó sobre él el castigo que nos correspondía a nosotros. Por su misericordia Dios no nos da el castigo que sí merecemos. Dios abrió el camino por medio de Jesús para que pudiéramos recibir la salvación y su perdón. Tanto la gracia como la misericordia de Dios están disponibles para cada uno de nosotros con solo acercarnos a él. No tenemos que enfrentar nuestras dificultades y problemas solos. No tenemos que vivir sin esperanza. ¡Podemos acudir a él!
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