(Centro De Vida)
Escritura
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. 1 Juan 5:13 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. 4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:3-5
Una de las cosas maravillosas en cuanto a llegar a conocer personalmente a Dios, por medio de Cristo Jesús, es que uno queda libre de la condenación del pecado. Pienso que no hay sentimiento que se iguale a lo que uno siente, cuando recibe a Jesús como Salvador en su corazón. Si tuviera que designar otro sentimiento que pudiera llegar casi, al sentimiento que acabo de mencionar, creo que tendría que escoger el sentimiento que uno tiene, cuando trae a otra persona a los pies de Jesús. Pero esta bendición es aún más especial, cuando la persona que uno trae a Cristo es miembro de su familia. En esta serie de estudios, quiero que observemos algunas cosas que pueden ayudarnos, en el asunto de ganar a nuestros familiares para Cristo. Muchos de nosotros tenemos familiares que no conocen a Cristo. El asunto es que, si nosotros nos dejamos usar por Dios, Él nos usará para ganar a los demás miembros de nuestra familia, a quienes tanto amamos. A través de nuestro estudio, habrá cuatro principios bíblicos sobre los cuales nos basaremos. El primer principio es que cada persona que llega a la comprensión del bien y del mal, está perdida y completamente condenada, aparte de la persona de Cristo. El segundo principio, es que la única forma en que una persona se puede salvar es por medio de arrepentimiento y fe, en Cristo Jesús. El tercer principio bíblico es que, Dios usa el testimonio de creyentes para llamar al pecador al arrepentimiento y fe en Jesús. El cuarto principio, es que cada cristiano puede ser usado por Dios en ganar almas, si tan sólo se entrega al liderazgo y dirección del Espíritu Santo. Vamos a hacer cinco estudios, sobre cómo podemos presentar el Evangelio a nuestras familias. El primer estudio que vamos a tener se trata de asegurarnos de nuestra propia salvación. La razón de este estudio es sencilla pues, cómo vamos a presentar a Cristo a nuestros familiares, si nosotros mismos no le conocemos. No podemos llevar a otros a un lugar donde nosotros mismos no hemos ido; así que debemos estar seguros de nuestra propia relación con Jesús. Uno de los libros más prácticos para asegurarnos la salvación es la 1 Epístola de Juan. Si has recibido a Jesús como Salvador, y Satanás ha puesto dudas en tu mente, concernientes a tu salvación, debes leer el libro de 1 Juan. 1 Juan 5:13 dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. Una de las cosas que nos asegura de que hemos sido salvados, es el deseo que Dios ha puesto en nuestro corazón, de servirle. 1 Juan 2:3-5 dice: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, es este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él”. En estos versículos encontramos un deseo interno de obedecer y servir a Dios, debido al amor que le tenemos. Hay cristianos que le sirven a Dios debido a que le temen; sienten que, si no sirven a Dios, le castigará fuertemente. Como no desean sufrir su disciplina, le sirven. Pero esto no es buen motivo por el cual servir a Dios. El creyente debe servir a Dios porque le place servirle. Fuera de amor, le debemos servir, con un deseo de glorificarle. Esto es un espíritu que indica, que uno ha nacido de nuevo. Otra cosa que nos trae seguridad de que hemos sido salvos, es cuando nuestra vida está libre de pecado. El apóstol Juan, nos escribe en 1 Juan 3:5-10, “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. Estos versículos son sorprendentes, ¿no es así? Pero una pregunta: ¿significa esto que la persona que ha sido salva nunca volverá a pecar? Hay quienes lo interpretan así, y claro está, que tienen una razón sobre la cual basan su interpretación. Lo que sucede es que, el espíritu interno, la parte de nosotros que se salva, recibe la naturaleza divina de Dios y no puede pecar, esto es la pura verdad. Sin embargo, el tiempo del verbo en ese pasaje, indica un estilo de vida que se repite y continúa. Lo que comprendo yo, es que el pasaje enseña que la persona que verdaderamente ha sido salva, no seguirá en la práctica del pecado. Podrá fracasar debido a su naturaleza carnal, pero no podrá vivir en el pecado; o sea, que no vive una vida caracterizada por el pecado. Así que, si hay en ti un deseo de vivir una vida pura y santa, es una prueba de que eres salvo. Otra cosa que nos asegura nuestra salvación es que si tenemos un amor para nuestros hermanos en la fe. Juan nos escribe de esto en 1 Juan 3:14, “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”. Esto no indica un interés pasajero por una persona necesitada. La palabra amor en este versículo, en el griego es ágape, que expresa un amor divino; o sea, el amor de Dios. Es un amor que se entrega por el bienestar de otros. Si encontramos en nosotros un amor que se extiende a personas necesitadas para ayudarles, es prueba de que Dios está viviendo en nosotros, y de que somos salvos. Los versículos 16, 18 y 19, del capítulo 3, de 1 de Juan nos dicen: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 18 hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y verdad. 19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones, delante de él”. También podemos estar seguros de que somos salvos, si el Espíritu Santo mora en nosotros. 1 Juan 3:24 dice: “Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. Cuando una persona nace de nuevo es salva, el Espíritu Santo de Dios, entra en el espíritu humano de la persona, y hace residencia permanente en esa persona. Eso es lo que hace que la persona sea salva. Esa es la naturaleza divina que el cristiano recibe. La vida de Dios se comienza a vivir en el cuerpo mortal del creyente porque el Espíritu de Dios vive en él. Según Romanos 8:9, si una persona no ha recibido al Espíritu Santo, dicha persona no es salva. El creyente puede saber que el Espíritu Santo vive en él, pues podrá ver su fruto en su vida, Gálatas 5:22-23, nos habla del fruto del espíritu que es: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”. Si podemos ver evidencias de estas cosas en la vida de uno, es una prueba de que tal persona conoce a Cristo como su Salvador, y es salva; lo mismo dirán ellos de nosotros. Otra cosa que nos asegura de que somos salvos, es si estamos confiando únicamente en Cristo como nuestro Salvador personal. 1 Juan 5:1 y versículos 11 al 13, nos hablan de esto. Leamos: “Todo aquel que crea que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. No hay razón para que vivamos en dudas o inquietudes. Podemos ser salvos y estar seguro de ello. Me duele que haya tantas personas que dicen que dicen ser mis hermanos en la fe, y que al mismo tiempo no saben si van a ir al cielo o no. Esto no es correcto. Si has recibido a Jesús, entonces eres salvo, y las cosas que acabamos de mencionar se verán en tú vida. Y si no conoces a Jesús, ¿por qué no lo aceptas hoy? Arrepiéntete de tus pecados, e invítalo a entrar en tu corazón, mientras que oramos. Vamos a orar. Padre te pido que ayudes a mi amigo, en llegar a conocerte por medio de arrepentimiento y fe, en mi Salvador Cristo Jesús. Padre, sólo tú puedes ayudarle en comprender. Ayúdale, porque te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Otros archivos en esta serie
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)