(Centro De Vida)
Escritura
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Juan 12:32 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Juan 1:9
Una de las bendiciones más grande de los cristianos, es poder guiar a los demás miembros de su familia a Cristo. Todo cristiano se interesa por la salvación de almas, y ese interés es mayor, cuando esa alma es uno de los miembros de su familia. Estamos finalizando hoy una serie de estudios sobre cómo traer a la familia a Cristo. Y hemos visto cuatro estudios, los cuales han sido: 1.- Asegúrate de ser salvo. 2.- Comprenda la importancia de ser salvos; es importante pues la vida es insegura y la muerte ciertamente vendrá. 3.- Mantenga abierta las vías de comunicación espiritual; hay que hablar abiertamente de asuntos espirituales en el hogar. 4.- Poder presentar claramente el plan de salvación; hay que saber qué citas usar en la Biblia, memorizándolas para tener a mente lo necesario para dar dirección a la persona que quiere ser salva. Hoy veremos nuestro último punto en esta serie. Quiero que hablemos de tomar provecho de las oportunidades que tenemos de testificar. Lo que podemos hacer para comenzar, es ver algunas cosas que nos ayudarán en saber cómo aprovechar las oportunidades de compartir el Evangelio. Una de las cosas que podemos hacer, es observar bien a las personas, y al ver cierta preocupación o interés por algo, aprovechar la oportunidad para testificarles. Esto se puede hacer especialmente con nuestros hijos. Dios estará trabajando con ellos al llegar a la edad de responsabilidad espiritual. Jesús prometió, en Juan 12:32, “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. Juan 1:9, nos enseña que “Jesús es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre”. Podemos contar con el hecho de que Jesús hará saber a nuestros hijos, de que tienen necesidad de Dios. Nuestros hijos pueden mostrar preocupación o interés de varias maneras. Quizás expresen un temor de la oscuridad, o de morir; puede ser, si van a una iglesia, que muestren un deseo de bautizarse. Todas estas cosas pueden indicar de que Dios está trabajando en la vida de ellos. Cuando estas cosas surgen, debemos aprovechar la oportunidad de hablarles de la salvación que hay en Cristo. No debemos esforzar al niño de hacer una decisión, pero sí debemos hacerle ver que Cristo le ama, murió por él y que está disponible para salvarle. Otro asunto de importancia en aprovechar las oportunidades de presentar al Evangelio es contestar con claridad y sencillez, las preguntas que otros nos pueden hacer. No hay necesidad de usar términos teológicos; de hecho, sería mejor no usar un lenguaje religioso al presentar a Cristo a otra persona. ¿Por qué? Porque la persona que no ha sido instruida en la Biblia no entenderá nuestro vocabulario. Hay que usar términos sencillos y claros. No debemos tener miedo de que la persona no comprenda todo lo que le estamos diciendo; únicamente debemos ser sinceros y hablar las verdades expuestas en la Biblia. Dios es quien tiene que iluminar la mente del hombre, para que pueda recibir la verdad; si en una oportunidad la persona no comprende, en otra ocasión comprenderá. No debemos impacientarnos con las preguntas que nos harán; puede ser que nos hagan la misma pregunta varias veces; o también puede ser, que nos pregunten algo a lo cual no podemos responder. Si este es el caso, no debemos inventar una mentira, sino simplemente decir: “no sé”, y prometer buscar la respuesta para ellos. Esto nos dará otra oportunidad para hablar con ellos. Todos aprendemos por medo de hacer preguntas, y no debemos perder la oportunidad de enseñar a otros, cuando el momento se nos presente. Otra cosa que debemos mantener en mente es, mantener sencillas nuestras presentaciones. El plan de salvación es sencillo; no es complicado. Dios lo hizo así, para que todos pudieran alcanzarlo sin dificultad. Lo más sencillo es que, anotemos unos cuantos versículos que podemos usar en presentar el plan de salvación, memorizar esos versículos, y usarlos cuando la oportunidad se nos presente. El camino de la salvación es tan simple, que a veces las personas no lo ven. La mayoría de las personas no pueden creer que sea tan fácil. No debemos añadir nada al mensaje de la salvación; esto sería trágico, pues condenaríamos al infierno a aquella persona a quien queremos que se salve. El mensaje de salvación es sencillo y claro. Un versículo que expresa el plan de salvación con gran sencillez es Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Si el pecador creyera de corazón en este versículo, sería salvo. Debemos tener cuidado de no esforzar a la persona a hacer una decisión. Debemos animar a las personas a recibir a Cristo, pero no esforzarles pues, de nada serviría. Hay quienes presionan a las personas a recibir a Jesús; por no quedar mal, las personas dicen sí, con su boca, pero dicen no, con su corazón. Esto es inútil, pues la persona no ha aceptado a nadie. Nuestras iglesias hoy están llenas de personas quienes han dicho sí, con la boca, nada más. Nuevamente quiero instar, que esto no tiene valor alguno. No debemos esforzar o presionar a las personas. La decisión que ellos tomen es algo personal y privado entre ellos y Dios, y nuestro trabajo es únicamente testificarles. No podemos hacer una decisión por las personas, pero sí podemos animar a las personas, convenciéndoles de la necesidad que tienen de Jesús. Al animarlos, debemos mostrar nuestra preocupación, y la importancia de la decisión que ellos harán. Debemos también tener en mente el hecho de que, hoy debemos sembrar, y quizás no vamos a cosechar hasta mañana. Por eso no es de esperarse que la persona reciba a Cristo la primera vez que le hablamos, aunque a veces, esto sí suele suceder. Lo que debemos recordar es que, un testimonio con éxito es aquel en el cual, uno comparte el Evangelio con otros en el poder del Espíritu Santo, dejando los resultados con Dios. En último lugar, quiero decirles que debemos incluir a todos en nuestro testificar; o sea, que debemos aprovechar todas las oportunidades. Podemos alcanzar a nuestros hijos para Cristo. Hechos 2:39, dice: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios, llamare”. Podemos alcanzar a nuestros cónyuges para Cristo, 1 Corintios 7:14 y 16, dice: “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido. 16 Porque ¿qué sabes tú, oh, mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O que sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?”. Podemos ser como Andrés, uno de los discípulos de Jesús, trayendo a nuestros hermanos y hermanas a Cristo. Podemos traer a todos nuestros amigos y familiares a Jesús. Jesús, al igual que el gadareno, en Lucas 8:39, nos está diciendo: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo”. Quiero que sepas que Dios todavía está metido, en el asunto de salvar a familias enteras. Cada miembro de nuestro hogar puede tener la salvación por medio de fe y arrepentimiento en Cristo. Vamos a orar. Padre, ayúdanos en tener el valor de testificarle a nuestros amigos y familiares. Ayúdanos en aprovechar las oportunidades que tenemos de compartir a Cristo con otros. Acuérdanos de hablar, así de una manera honesta y sencilla, y también sembrar la semilla con fe, reconociendo que Tú, Padre, harás la obra. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.
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