(Centro De Vida)
Escritura
piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Hechos 10:2 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Juan 4:35-36
Dios ha escogido trabajar en el mundo por medio de su propio pueblo. Él usa instrumentalmente a sus hijos para llevar a término su obra, aquí en la tierra. El apóstol Pablo dice que los cristianos son miembros del cuerpo de Cristo. El Espíritu de Cristo mora en cada creyente, y el ministerio de Cristo se lleva a efecto por medio de la vida de creyentes. Cuando Cristo quiere hacer algo en el mundo, Él lo hará por medio de su Espíritu Santo, quien mora en los creyentes. Por eso es tan importante que, los creyentes sean entregados a la voluntad de Dios y listos para servir a otros en el nombre de Él, porque es así como Dios trabaja en el mundo, hoy día. Podemos encontrar un ejemplo de lo que estoy diciendo, en el capítulo 10 del libro de los Hechos. En este capítulo encontramos un hombre que se llama Cornelio. Cornelio es un centurión romano. El versículo 2 del capítulo 10 nos dice que “él era piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”. Un día un ángel del Señor le apareció a Cornelio en una visión para darle este mensaje: tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios, envía pues ahora, hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Esta posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar. Él te dirá lo que es necesario que hagas”. Ahora, lo que tenemos aquí es un hombre que está buscando cómo ser salvo, y un siervo de Dios, que está a corta distancia. Cornelio envía por Pedro, y Pedro llega a su casa para hablarle de Cristo, a él y a los demás miembros de su casa. El resultado fue que toda la casa de Cornelio recibió a Jesús como Salvador de sus almas. Pero lo que quiero que observes conmigo hoy, es que hubo un elemento sorprendente en este evento. ¿Te fijaste que el ángel del Señor no le dijo a Cornelio cómo ser salvo? El ángel únicamente le dijo cómo podía encontrar a una persona quien podía ayudarle. Si el ángel podía darle instrucciones específicas en cuanto al lugar donde podía encontrar a Pedro, por qué no podía también indicarle cómo ser salvo. El asunto es que Dios no usa a los ángeles para anunciar las buenas nuevas al hombre; Él usa a los creyentes. Él nos usa a nosotros los humanos que hemos sido salvos por su gracia, para anunciar las buenas nuevas del Evangelio; y es por esa razón, que hay necesidad de más obreros hoy día. Se necesita de hombres y mujeres que estén dispuestos a proclamar salvación, en el nombre de Cristo Jesús, y únicamente en Él. Aparentemente muchos cristianos no se han dado cuenta de esta necesidad. Parece que ellos piensan que ser salvos es asunto de que nuestros pecados pasados son perdonados y que debemos sentarnos y esperar el día cuando Jesús vendrá, para llevarnos al cielo con Él. Pero esto no es todo lo que involucra ser salvo. El cristiano no debe estar sentado, esperando a su Señor. Todo creyente en Cristo debiera estar sirviendo a Dios, con todas sus energías, como los miembros que son, del cuerpo de Cristo. Hay una gran necesidad hoy, de que los creyentes en Jesús se entreguen de completo al servicio de Dios, en el nombre de Jesús. Es nuestro deber servir a las personas en el nombre de Dios, porque es así como servimos al Padre Celestial. Servimos a Dios, por medio de servir a otros, en su nombre. Escuchemos las palabras de Jesús, en Juan 4:35-36, “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega”. Hay un sonido de reto en la voz de Jesús, al decir las palabras “alzad vuestros ojos y mirad los campos”. Cada uno debemos responder a este reto e involucrarnos en el servicio de nuestro Salvador. En otra ocasión Jesús dijo: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. En verdad el profeta Isaías nos da un ejemplo digno de seguir. Tragedia había llegado a su nación al morir un rey, que se llamaba Usías. En esos momentos de prueba, Dios se reveló al profeta. La magnificencia de la gloria de Dios fue tan tremenda, que el profeta tuvo que gritar: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio del pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Entonces se le acercó uno de los serafines que estaban en su visión y tomó un carbón encendido del altar de Dios, y tocó sus labios. Teniendo limpio sus labios, el testimonio de Isaías cambia, al oír la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”. Isaías respondió: “Heme aquí, envíame a mí”. Ojalá tú y yo podamos responder de la misma manera de Isaías. Ojalá estemos dispuestos a decir: “Aquí estoy yo, Padre; envíame a mí, yo iré”. Alrededor del mundo hay muchos cristianos quienes están obedeciendo al Señor. Ellos están orando, que el Padre Celestial enviará obreros al campo que ya está listo para la siega. ¿Sabes qué? No hay trabajo de más prestigio, que ser un siervo del Señor, y tener parte en la siega espiritual. Cosecha de almas; hay lugar para nosotros en esa siega, y no acabará la cosecha hasta que venga el Señor Jesús. Eso significa que tú y yo, tenemos mucho trabajo que hacer, mientras que vivimos aquí, en la tierra. Muchas veces el problema que tenemos es que no nos sentimos capaces para servir a Dios. Pero quiero que sepas que Dios nos capacitará; Él nos dará todo lo que necesitemos para hacer el ministerio al cual Él nos ha llamado. 1 Corintios 1:26-29, nos enseña que: “Dios no ha escogido a los sabios, según la carne, ni a los poderosos, ni a los nobles para hacer su obra, sino que, a necios, y débiles, y hombres viles, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. 2 Corintios 3:5-6, dice: “No que seamos competentes para nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto”. 2 Corintios 10:3-4, dice: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestras milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. Tú y yo podemos servir a Dios, porque Él nos dará el equipo necesario para servirle. Ahora que hemos llegado al final de otra serie de estudios, repasemos las cinco verdades que hemos visto. En primer lugar, vimos, que no somos salvos por servir a Dios, sino que la salvación viene por medio de la fe en Cristo. En segundo lugar, vimos, que, aunque no somos salvos por servicios que rendimos a Dios, nuestra salvación que viene por medio de fe en Cristo hará que tengamos un deseo de servir a Dios. En tercer lugar, vimos, que algún día nos presentaremos delante de Dios para rendir cuentas de lo que hicimos, mientras que estábamos aquí, en la tierra. En cuarto lugar, vimos, que el cristiano será recompensado por su fiel servicio, no sólo en el cielo, sino que aquí en la tierra también. Y en quinto y último lugar vimos, que Dios está llamando a hombres y a mujeres para servirles, debido a la necesidad de otros, en llegar a conocer a Cristo. Vamos a orar. Padre, ayúdanos a comprender la importancia de proclamar la salvación en Cristo Jesús. Señor, el campo está listo para la siega; envía obreros que prediquen tu Palabra. Pon en mí un deseo ferviente de testificar a todos de tu amor y perdón. Señor, mi deseo, es que tú me encuentres trabajando a lo máximo, cuando vengas. Lo pido para tu honra y gloria, en el nombre de Jesús. Amén.
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