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Obreros De Dios
No Salvos Por Servicio
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on May 23, 2022
May 18, 2022
Duración:
00:14:35 Minutes
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Escritura

Efesios 2:8 y 9; Tito 3:4-7

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2:8 y 9 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Tito 3:4-7

Existen dos conceptos grandes en las Escrituras, en referencia al hombre y su relación con Dios. Uno de los conceptos es que Dios nos salva del pecado. El segundo concepto es que somos salvos, para servir a Dios. Muchas personas mal entienden estas dos verdades bíblicas. Por esa razón yo quiero que estudies conmigo, con el fin de aclarar un poco este asunto de salvación y servicio. Lo primero que debemos aclarar es esto: no somos salvos por el servicio que damos a Dios. Me sorprende saber cuántas personas piensan que la salvación se determina, después de que fallecemos, y que se basa sobre el servicio que hemos brindado a Dios. Ellos nos presentan un cuadro de una balanza. Todas nuestras obras buenas se ponen a un lado, y todas las malas al otro lado; el lado que pesa más, según ellos, es el que determina si somos salvos o no. Pero esto no es lo que la Biblia dice concerniente a la salvación y servicio. El decir que la persona es salva por el servicio que ha rendido a Dios, es hacer que la salvación sea asunto de las obras del hombre, y no asunto de la gracia de Dios; y esto es rechazado totalmente, en la Sagradas Escrituras.   La salvación es por gracia y fe. Efesios 2:8 y 9 nos dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. El versículo enseña que somos salvos por gracia. Esto simplemente significa que no somos salvos por algo que nosotros merecemos recibir. De hecho, la gracia es, Dios haciéndonos el bien, cuando nosotros merecemos todo lo contrario. Él nos justifica cuando merecemos condenación; Él nos recibe cuando merecemos ser rechazados por Él. Es Dios aceptándonos, aun estando nosotros sucios y en nuestros pecados, y no por nuestras buenas obras o servicios que le rendimos. El versículo nos enseña que somos salvos por fe. Alguien ha dicho que, fe es extender la mano vacía para recibir las bendiciones de Dios. Fe es confiar en Dios; es confiar únicamente en Él; es quitar nuestra confianza de cualquier otra persona o cosa, y ponerla en Dios, quien se ha revelado en la persona de Cristo Jesús. La salvación es gratis. La salvación es un regalo de Dios, es un don. Y no es algo que el hombre puede comprar. El versículo que leímos hace poco dice: “Y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Si pudiéramos obtener la salvación a base de lo que hemos hecho por medio de buenas obras, la salvación entonces sería algo que adquiriríamos por nuestros propios esfuerzos. Pero si la salvación es un regalo de Dios, entonces es algo que recibimos gratuitamente. Si la salvación se puede comprar, o puede ser adquirido por obras, entonces ya no es un regalo. Para que la salvación pueda ser un regalo, tiene que ser totalmente gratis. La salvación es el regalo de Dios, y no lo podemos obtener por medio buenas obras, ni por medio de nuestras buenas intenciones. La salvación no es por obras. No sé cómo decirlo más claro. Ojalá puedas aceptar esta clara declaración de la Palabra de Dios, y gozarte en ello, porque nosotros no debemos rebajar el precio de la salvación, por medio de mentir, diciendo que el hombre lo puede conseguir a base de sus propios esfuerzos. Escuchemos lo que nos dice el versículo, una vez más: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe”. Esta bendita doctrina de la salvación por medio de la gracia de Dios es proclamada a través de toda la Biblia. Vamos al libro de Tito, capítulo 3, y leamos los versículos 4 al 7. Tito 3:4-7 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. ¿Qué es lo que nos enseña este pasaje en referencia a la salvación? En primer lugar, nos enseña que la salvación se basa sobre la bondad y amor de Dios, nuestro Salvador. En segundo lugar, nos enseña que la salvación no es por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho. En tercer lugar, nos enseña que la salvación es a causa de su misericordia. En cuarto lugar, nos enseña que la salvación viene por el lavamiento de la regeneración, y por la renovación en el Espíritu Santo. Y, en quinto lugar, nos enseña que la salvación viene por Jesucristo, nuestro Salvador. En sexto lugar, nos enseña que la salvación significa que somos justificados por su gracia. Y en último lugar, nos enseña que la salvación nos hace herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Quiero que sepas que la salvación es a causa de la misericordia de Dios. En la cita que terminamos de leer, vimos que la salvación no es por obras de justicia que nosotros hubiéremos hecho. La salvación viene de acuerdo a la misericordia de Dios. ¿Cómo podríamos expresarlo con más claridad? No es por lo que nosotros merecemos sino, por la misericordia que Dios tiene para con nosotros. En vista de nuestra debilidad, en vista de que no podemos con el pecado, es que Dios nos tiene misericordia. Dios nos ama y en misericordia nos ayuda. Dios nos ha visto en nuestra débil situación y ha extendido su mano en misericordia para ayudarnos. En vista de que nosotros no podemos salvarnos, Él gratuitamente, nos ofrece salvación. Uno de mis himnos favoritos dice: ¿Quién me puede dar perdón? Sólo de Jesús, la sangre. ¿Y un nuevo corazón? Sólo de Jesús la sangre. Precioso es el raudal, que limpia todo mal, no hay otro manantial, sólo de Jesús, la sangre. Para rematar este asunto, leamos lo que nos dice Gálatas 2:16, “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificado por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”. Y ¿qué de aquellos quienes rinden servicio a Dios? ¿Serán rechazados aún después de haber trabajado para el Señor? Tienes que comprender, otra vez, que el trabajo que uno hace no es lo que determina si uno se salva o no. Lo que determina si uno va al cielo o no, es el hecho de que si uno ha aceptado el regalo de Dios. En Mateo 7:22 y 23, Jesús mismo dijo que “vendrían a Él algunos, quienes dirían: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. ¿Ves? Ellos estaban haciendo buenas obras, pero no habían recibido a Jesús, el regalo de Dios. No eran salvos, y eso es lo único que importa. Tú necesitas recibir a Jesús si no lo has hecho. Tus buenas obras, el ir a la iglesia, el dar limosnas y todo eso, no te va a salvar. Debes arrepentirte de tus pecados, e invitar a Cristo a entrar en tu corazón para ser tu Salvador. Si no le has recibido, ¿Por qué no lo haces ya? Él te salvará, si tan sólo quitas toda tu confianza de cualquier otra persona o cosa, y la depositas en Él. Vamos a orar. Padre, qué bueno que la salvación no sea asunto de nuestras obras, pues, todos iríamos al infierno. Gracias por tu bondad, por tu amor y por tu misericordia. Padre, te pido que ayudes a mi amigo, a que llegue a conocerte, si es que no te conoce ya. Te lo pido, en el nombre de Jesús. Amén.

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