(Centro De Vida)
Escritura
Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza. Efesios 1:15-19 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. Juan 20:31
La conversión cristiana es una experiencia maravillosa. Cuando uno ha sido reconciliado con Dios, perdonado, habiendo hecho las paces con Él, es momento de gran alegría, y una ocasión inolvidable. Pero esa conversión a Cristo sólo es el principio de la experiencia cristiana. La Biblia llama a este principio: Nacimiento espiritual; dando a entender que es el comienzo de una nueva vida, en la cual uno debe crecer y desarrollarse en el Señor. La doctrina del crecimiento espiritual es tan importante como la doctrina de la salvación para el creyente. Esa es la doctrina que se dirige el apóstol Pablo en los versículos 15 al 19, del capítulo 1 de Efesios. Dije que es de suma importancia para el creyente, pues la falta de crecimiento espiritual en la vida del cristiano es algo trágico. Estos cuatro versículos son una oración, que Pablo elevó a Dios, de parte de los creyentes en Éfeso. Esta oración nos da un ejemplo, que nos ayudará a nosotros, en poder orar con más eficacia concerniente a cómo podemos ayudarnos los unos a los otros, en crecer espiritualmente, y así ser más como nuestro Señor Jesucristo. El pre-requisito del crecimiento espiritual es vida espiritual. El apóstol Pablo comienza con las palabras: “Habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos”. Ahora, esta fe que ellos tenían en Cristo indicaba de que ellos tenían vida espiritual. Juan 20:31 nos dice: “Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Ahora, esos dos pasajes aclaran el hecho de que el que tiene su fe en Jesucristo, tiene vida espiritual. Cuando Pablo escribió de la fe que los Efesios tenían en Jesucristo, él estaba dando a saber, que ellos tenían vida espiritual en Jesús. La Biblia nos habla de la vida en tres planos diferentes. Hay una vida física, que la Biblia llama: el aliento de Dios. Hay una vida espiritual, que es el conocimiento personal de Dios. Y hay una vida abundante que es la llenura de Dios. No es suficiente el que uno tenga vida física. No es suficiente que uno sea salvo y que tenga vida espiritual. Lo que necesitamos nosotros, los creyentes, es gozar de esta vida abundante. 2 Pedro 3:18, nos enseña que debemos crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La vida espiritual es expresada en el amor para con todos los santos. Jesús enseñó que ese amor entre nosotros sería un testimonio al mundo. Jesús dice, en Juan 13:35, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuvieres amor los unos con los otros”. El apóstol Juan dijo que esto serviría de testimonio a nuestro propio espíritu. 1 Juan 3:14 dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”. La fe es el medio por el cual recibimos vida espiritual. Y amor es la prueba de que verdaderamente tenemos vida espiritual. Crecimiento es el privilegio que gozamos en nuestra vida espiritual. En el versículo 16, Pablo escribe a los hermanos en Éfeso: “No ceso de dar gracias por vosotros”. Eso nos indica que él pensaba mucho en ellos, y que, al pensar en ellos, se regocijaba, pues los recuerdos que tenía de ellos eran gratos. A Pablo le encantaba dar gracias por sus hermanos en la fe. En sus escritos vamos a encontrar que Pablo daba gracias por otros creyentes en Cristo unas 26 veces. En Filipenses 1:3 y 4, él dijo: “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones, rogando con gozo por todos vosotros”. Cuando tenemos un espíritu como el de Pablo, no será difícil vivir en unión con los hermanos. No nos será difícil ayudarnos los unos a los otros, y el interceder los unos por los otros. El tener este espíritu de gratitud que tuvo Pablo, nos auxiliaría en ayudarnos a crecer espiritualmente y alcanzar una madurez en Cristo. Pienso que necesitamos cultivar un espíritu de gratitud en nuestras vidas, dando gracias por nuestros hermanos y hermanas en la fe. Pablo quería lo mejor para sus hermanos en Éfeso. En el versículo 17, encontramos que Pablo pide que “el Dios nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”. Pablo sabía que la sabiduría espiritual y el poder ver correctamente las cosas, estaba en la buena relación que los hermanos podían tener con Dios. Pablo pidió que ellos pudieran conocer más plenamente de Dios. Y esto es normal. Todo cristiano debiera llegar a conocer, cada día más, de su Dios y Señor. Cada día debemos conocerle mejor. Esos no es algo anormal. En 2 Corintio 4:6, nos enseña que “Dios resplandece en nuestro corazón para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios, en la faz de Jesucristo”. Es nuestro privilegio, crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor, y quiero decirte que, con este crecimiento, vendrán tres bendiciones especiales. Esas bendiciones son, que, en primer lugar, entenderemos mejor la esperanza que es nuestra, debido al llamado que Dios nos hizo. Su llamado es que seamos como Cristo. Su llamado es Santo. Su llamado es que compartamos con Él su reino y gloria. Es un llamado que Él nos hace, cuando estamos en la tierra, pero que se realiza en el cielo, con Él. Conociéndole mejor a Él, podemos entender mejor todo lo que está involucrado en el llamado que él nos hace. En segundo lugar, podremos comprender la gloria de nuestra herencia. Podemos interpretar este asunto de dos maneras distintas. Me estoy refiriendo a la frase: “Y cuál es las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”, que encontramos en el versículo 18 de nuestro texto. Una de las interpretaciones sería, que los santos, somos su herencia; o sea, que Él nos estima como un tesoro precioso. Seguramente esto es verdad pues, mira todo lo que hizo para salvarnos. El hecho que haya dado a su Hijo, para morir por nosotros, es prueba de que somos especiales para Él. La otra interpretación sería que, nosotros los santos, tenemos una rica herencia en Él. La Biblia respalda ambas interpretaciones. El asunto es que, lo maravillosos de esa herencia, se comprenderá cada día, más y más, al tener un conocimiento más perfecto de Él. En tercer lugar, podemos comprender los vastos recursos del poder de Dios, que Él ejerce en tratar con nosotros, los que creemos. Su poder va más allá de nuestra comprensión. Es tan inmenso que va más allá de nuestra imaginación. Es cierto que su poder se manifestó particularmente en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, pero su poder es activo en nuestras vidas, hoy también. Quiero decirte que no importa cuánto nos cueste el crecimiento espiritual, valdrá la pena. No debemos contentarnos con nuestro actual estado. Siempre debemos estar luchando para acercarnos, más y más, a nuestro Padre Celestial. Cada día debemos estar un poco mejor que el día anterior. Cada año que pasa, nos debe dejar un poco más maduros en el Señor. Quiero que terminemos el estudio de hoy, leyendo nuestro texto. Efesios 1:15-19: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestros Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él los ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos”. Vamos a orar. Padre, cada uno de los que somos tus hijos, necesitamos crecer. Así como no es normal que un bebé no crezca, así también, no es normal que nosotros no crezcamos espiritualmente. Padre, ayúdanos a buscar la madurez espiritual que necesitamos para estar saludables y serviciales a tu reino, te lo pedimos, en el nombre de Jesús. Amén.
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