(Centro De Vida)
Escritura
misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu. Efesios 3:5 ¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Job 11:7
Si te gustan los misterios, estoy seguro que el estudio de Efesios, capítulo 3, versículo 1 al 13, te van a encantar. Esos versículos nos hablan acerca de un misterio, que ningún hombre ha podido comprender, hasta que Dios se lo haya revelado. La Biblia dice, en el versículo 5 de nuestro texto: “Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, pero que ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas, por el Espíritu”. Lo que era un misterio por muchos siglos, ahora es un secreto abierto a todos los que conocen a Dios, por medio de fe personal en Cristo Jesús. En vocabulario del Nuevo Testamento, un misterio, no es algo desconocido, o algo que queda más allá de nuestra comprensión. Es algo que fue desconocido anteriormente, pero que ahora nos ha sido revelado en Cristo Jesús. Quiero que abras tu Biblia conmigo, al libro de Efesios, capítulo 3, y vamos a hacer un estudio de los versículos 1 al 13. Vamos a estudiar, concerniente a este misterio del Evangelio. Job 11:7 dice: “¿Descubrirás tú, los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?”. La respuesta, sin dudas, a esta pregunta es: no. Pero si la respuesta es no, cómo podemos comprender el misterio del Evangelio. Vamos a dejar que nuestro texto nos conteste. Seguro está que en nuestro comprender, tendría que ser un acto de gracia de parte de Dios. En el versículo 2, Pablo dice exactamente lo mismo con estas palabras: “Habéis oído de la administración de la gracias de Dios que me fue dada para con vosotros”. Pablo consideró que su comprensión del Evangelio y su conversión a Cristo había sido un acto de la gracia de Dios. Yo soy de la opinión de que, nosotros estaríamos totalmente perdidos, si no fuera por el Espíritu Santo de Dios, quien nos da a comprender asuntos espirituales. La ayuda que recibimos del Espíritu Santo es un regalo de la gracia de Dios. Nuestra comprensión es el resultado de la revelación de Dios. Pablo en el texto nos enseña que su comprensión del misterio de Dios fue por directa revelación de Dios mismo. Esta revelación que Dios ha dado a ciertos hombres a quienes Él ha escogido, ha sido expuesta por directa intervención, en el libro que nosotros estamos estudiando: la Biblia. Nosotros no recibimos nuevas revelaciones hoy. Somos enseñados por el Espíritu Santo, aquellas cosas que están grabadas en las Sagradas Escrituras. Debido a esto, si es que queremos tener sabiduría de Dios, tenemos que estudiar la Palabra de Él. Algunas de las cosas que nosotros conocemos hoy, por enseñanza del Espíritu Santo, fueron verdades que los profetas anunciaban, pero de los cuales no tenían ningún entendimiento. El apóstol Pedro escribió de cosas que los profetas intentaban entender, debido al hecho de que no comprendían completamente, lo que el Espíritu les estaba diciendo. Cosas secretas que no entendemos le pertenecen a Dios. Las cuales que Él nos revela, nos pertenecen a nosotros. Pero Romanos 16:25 y 26 nos enseña que: “La revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, ha sido manifestado ahora, a todas las gentes, para que obedezcan a la fe”. Gracias a Dios, hoy nosotros podemos conocer el misterio. En el versículo 6 de nuestro texto, encontramos el misterio del evangelio. Dice: “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús, por medio del evangelio”. El misterio no es que los gentiles se salvarían. Una y otra vez, Dios había dicho, que los gentiles serían bendecidos por medio de Abraham. El Salmos 86:9 dice: “Todas las naciones que hicisteis vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre”. Dios habló a su siervo, en Isaías 49:6, diciendo: “Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. En Isaías 60:3, leemos: “Y andarán las naciones, gentiles, a tú luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”. Por eso es que Jesús nos manda en Lucas 24:47, que “prediquemos en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones”. En cada uno de estos casos, podemos cambiar la palabra naciones, para insertar la palabra gentiles. Toda la Biblia está llena de información de la conversión de los gentiles. Por eso es que digo, que la salvación de los gentiles no es el misterio de que nos habla nuestro texto. El misterio, es que el judío y el gentil, serían un hombre nuevo en Cristo. La intención de Dios es de reunir todas las cosas en Cristo. Eso significa que el judío y el gentil, en Cristo, son uno. Cuando un judío recibe a Jesús, no se convierte en judío cristiano. Y cuando un gentil recibe a Jesús, no se convierte en un gentil cristiano. No importa lo que uno sea, al recibir a Cristo, se convierte en un cristiano, y punto. La Biblia nos dice, en Gálatas 3:28-29, “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois unos en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Esto fue una verdad que ni el judío, ni el gentil, entendían, hasta que fuera revelada por Cristo Jesús. La unión de guardar todos los creyentes, a un hombre en Cristo, es demasiado bueno, para guardar como secreto. Esta unión es tremendísima. Todos debieran tener la oportunidad de escuchar esta verdad, y de entrar siquiera, en el redil. Pero cómo es que, es comunicada esta verdad. Nuevamente nuestro texto nos da la respuesta. Los versículos 7 y 8 nos enseñan que el misterio del Evangelio es dado a conocer por medio de testimonio personal. De veras que es un privilegio ser testigo de Jesús. Así como Él envió a sus discípulos de dos en dos, así nosotros vamos hoy al mundo con el mensaje de la salvación. El misterio del Evangelio tiene que ser aclarado a todas las personas. Es nuestro privilegio ayudar a otros, ver la verdad del evangelio. Debemos acordarnos de que ellos están ciegos espiritualmente, y que debemos alumbrarles el camino. Por eso es que nuestro Señor nos ha dado la gran comisión de anunciar el Evangelio a toda criatura. El misterio del Evangelio debe ser dado a conocer a los ángeles. El apóstol Pedro nos enseña, en 1 Pedro 1:12, “que es una de las cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. En esto llegamos a la conclusión, de que la iglesia de Dios llega a ser una universidad para ángeles, en donde aprenden de la gracia de Dios, mostrado en la salvación de pecadores, por medio de fe en Cristo Jesús. El misterio del Evangelio va de acuerdo al plan eterno de Dios. Eso lo podemos ver en el versículo 11 de nuestro texto. Dios tiene un propósito eterno que hizo en Cristo Jesús, nuestro Señor. Él está llevando a término, todas las cosas de la historia humana, de acuerdo a ese plan y propósito. De hecho, la muerte y resurrección de Jesús fueron parte de su plan desde el principio. El salvar al hombre pecador estuvo en el corazón de Dios, y el plan de la redención estuvo en su mente, aún antes de que el mundo fuera creado. El versículo 12 nos enseña que el misterio del Evangelio es conocido por los mensajeros de Dios. Los que hemos recibido a Jesús, entramos confiadamente a la presencia de Dios, recibimos su mensaje por enseñanza de su Palabra, y la compartimos con el mundo para que las personas reciban el mensaje también. Así podrán arrepentirse y aceptar la salvación y vida eterna. El versículo 13, nos habla de que el mensaje se esparcirá por medio de sufrimiento y tribulación, que podrán venir a los mensajeros del misterio. Si es así, nos alegramos, sabiendo que somos bienaventurados al ser perseguidos por causa de Jesús. Es preferible sufrir hoy, si es que esto ayudará en que otros no tengan que sufrir la eternidad en el infierno. El misterio es que todos somos uno, en Cristo Jesús. No hay distinciones. Vamos a orar. Padre, gracias por la enseñanza de hoy. Gracias por hacernos uno en Cristo Jesús. Danos el valor que necesitamos, para compartir el mensaje de este misterio con otros. Porque te lo pedimos, en el nombre de Jesús. Amén.
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