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El Cristo
La Encarnación De Dios
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 14, 2021
Sep 13, 2021
Duración:
00:14:28 Minutes
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Escritura

Génesis 3:15; Isaías 7:14; Filipenses 2:7; Lucas 1:26-38; Lucas 19:10; Juan 3:16 y 17; 1 Timoteo 3:16; Lucas 2:52; Filipenses 2:7

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Génesis 3:15 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Isaías 7:14 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Filipenses 2:7

Espero que todos estemos familiarizados con la palabra encarnación. Se encuentra una sola vez en la Biblia, pero usamos el término para referirnos a un evento grandemente enfatizado en las Sagradas Escrituras. Encarnación significa (bueno, su mismo nombre lo dice) “en carne”. Nosotros usamos el término en referencia a la venida de Dios para tomar forma humana como hombre, para vivir en la tierra en la persona de Jesús de Nazaret. Encarnación significa que Jesús era Dios en todo sentido de la verdad, antes de nacer a una madre humana. La encarnación de Cristo en cuerpo humano fue predicha mucho antes de que sucediera. Génesis 3:15 nos habla de la simiente de mujer que heriría la serpiente en la cabeza. Dios prometió al rey David que, un día, un hijo se sentaría sobre su trono para establecer un reino perpetuo que no podría ser destruido. En Isaías 7:14, encontramos estas palabras del profeta: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”; que significa, “Dios con nosotros”. Miqueas profetizó que, de Belén, de Judea, se levantaría el que gobernaría Israel. Todas esas promesas y muchas más del Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento en la persona de Cristo Jesús. Deseo hacer énfasis en esto: La encarnación y el ministerio de Jesús no fueron algo que Dios fabricó al último momento; Él propuso en la eternidad antes de que existiera el tiempo que Él rescataría a los pecadores por medio de su unigénito Hijo. En su persona y en su trabajo, Jesús fue el cumplimiento de todas esas promesas. Cristo, la segunda persona de la Trinidad, antes de poder venir en forma humana tuvo que despojarse de su absoluta deidad con todos los privilegios de la deidad. Para tomar forma humana, Jesús tuvo que humillarse aceptando un cuerpo inferior al de su naturaleza. Él se despojó de su gloria y aún de su derecho de actuar como el soberano Dios que es; se despojó de sus privilegios, gloria y dignidad. Según Filipenses 2:7, Él “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. La encarnación se llevó a efecto por medio de un milagro creativo del Espíritu Santo. Lucas 1:26-38 nos da el reporte de Lucas, un médico, concerniente a la concepción de la madre de Jesús. Un ángel del Señor apareció a una virgen llamada María y anunció que ella sería la madre del Cristo. Ella preguntó, “¿Cómo será esto?, pues no conozco varón”; el ángel le explicó, “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Santísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también, el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios”. María concibió por medio de un milagro creativo porque no hubo padre humano. No debemos dudar de la verdad sólo porque no podemos comprenderla. No nos debe tomar por sorpresa el hecho de que Dios haya intervenido, entregando a su Hijo para nacer de una madre humana por medio de romper la cadena natural de la generación humana. Dios es Dios y Él hace lo que quiere. Entendamos eso y nos ahorraremos mucha dificultad. La encarnación se llevó a término con el propósito de redimir al pecador; Jesús supo esto desde el principio. En Lucas 19:10, Él dijo: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Juan 3:16 y 17 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Jesús cumplió con ese propósito por medio de llevar nuestra culpabilidad sobre su cuerpo en la cruz del calvario; Él murió en nuestro lugar. Nosotros confiamos en Él como nuestro único y suficiente Salvador, Él nos perdona y esto se hace basado en lo que Él hizo por nosotros en su muerte y resurrección. La encarnación de Dios en forma humana involucró la unión de dos naturalezas en la persona de Cristo Jesús. Involucró la unión de su naturaleza humana con su naturaleza divina. Él, como esto podría suceder, es un milagro que ha sido discutido por teólogos y filósofos por muchas generaciones. Nosotros nos ponemos de acuerdo con el apóstol Pablo quien nos dice en 1 Timoteo 3:16: “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne”. Es un ministerio para nosotros, pero de todos modos lo creemos. Jesús llevó una naturaleza humana normal; era tan humano como tú y yo. Mientras insistimos que era Dios en la carne. También insistimos con igual importancia que la naturaleza de su deidad en Él no le distrajo de tener la llenura de Dios en sí mismo. Existe mucha evidencia de la humanidad de Jesús. Les diré algunas cosas que la Biblia nos enseña en cuanto al hecho de que era tan humano como tú o yo. En primer lugar, Jesús nació de una madre humana. María era una persona normal, no había nada excepcional en ella. El milagro fue que concibió a Jesús sin la agencia de un hombre; pero ella era normal y su niño era normal en todo el sentido de la palabra. En segundo, el desarrollo en la humanidad de Jesucristo fue normal. Lucas 2:52: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Éstos eran los cuatro puntos de desarrollo normal: físico, intelectual, espiritual y social; es así como el ser humano llega a ser adulto. En tercer lugar, Jesús llevaba la apariencia del ser humano. Filipenses 2:7 nos dice que Él tomó “forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. La samaritana junto al pozo le reconoció inmediatamente como hombre judío. Y, en cuarto lugar, Jesús tuvo las mismas necesidades, al igual que cualquier otro hombre. Le daba hambre, le daba sed, se cansaba y le era necesario dar descanso a su cuerpo físico. Él experimentaba las tentaciones al igual que nosotros; aún podía gustar la muerte al igual que cualquier otro. Todo esto nos indica que su cuerpo era igual a nuestros cuerpos. Así como somos nosotros, así era Él. Sin embargo, tenemos que reconocer que la naturaleza humana de Jesús era una naturaleza humana perfeccionada. Su nacimiento sin haber tenido un padre humano significaba que Él era libre de pecado hereditario. Su vida de pureza delante de Dios significaba que era libre de la culpabilidad personal del pecado. Su vida era tan perfecta normalmente que Él vivió sin pecado. Él era el hombre que Dios deseó que todos los hombres fueran. La naturaleza humana de Jesús continúa con Él hoy día. El ascendió al cielo en su cuerpo antes de ser crucificado, pero ahora glorificado. Al regresar, la evidencia de su encarnación humana será evidente pues le verán como aquél a quien traspasaron. A él nunca se le olvidará lo que hizo de nuestra parte mientras que estuvo en la carne, aquí en la tierra; y ese recordatorio es nuestra seguridad de salvación eterna. Vamos a orar: Padre, queremos darte las gracias por lo que Jesús hizo por nosotros. Se despojó de sus títulos divinos para humillarse para el bienestar de nuestras almas. Padre, nosotros sabemos que Él no tuvo que hacerlo, pero tal es su amor por nosotros que gustosamente entregó su vida para que nosotros pudiéramos ser salvos. Gracias, Padre, en el nombre de Jesús. Amén.

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