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Por Que Voy A La Iglesia
Porque Dios Lo Manda
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Ago 04, 2021
Jul 30, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
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17

Escritura

Hebreos 10:19-25; Hebreos 4:16; Hebreos 10:24 y 25; Mateo 18:20.

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Hebreos 10:19-25 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Hebreos 10:24 y 25

Cualquier discusión bíblica concerniente al asistir a una iglesia tendrá que considerar las palabras de Dios en Hebreos 10:19-25; dice: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. El énfasis de este pasaje está en el acercarnos a Dios por medio de Jesucristo; nos sugiere que vengamos a Él a través de los méritos de la sangre de Jesús. Debemos venir a Él con fe, debemos acercarnos a Él después de haber sido lavados en su sangre, debemos acercarnos a Él porque Jesús no tarda en venir. Y en medio de todo esto, tenemos el mandato: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”. Esto nos habla enfáticamente de la importancia de asistir a la iglesia.   Antes de continuar, observemos lo que nos dice el texto en cuanto al cómo debemos acercarnos a Dios: Nos acercamos a Él por medio de la sangre de Jesús. El versículo 19 dice que tenemos libertad para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesucristo; los versículos 20 y 21 nos hablan de un camino nuevo y vivo que Él abrió por nosotros, siendo Él, el gran sacerdote sobre la casa de Dios. Él es el único camino, Él es el único mediador, nos acercamos a Dios en fe con corazón sincero, en plena certidumbre de fe. Por lo tanto, como nos dice Hebreos 4:16: Nos acercamos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Nos acercamos confiadamente y Él nos recibe en paz para ayudarnos en cualquiera situación en que nos encontremos. Nos acercamos después de una limpieza, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura; eso es una limpieza por dentro y por fuera. El corazón se refiere a las actitudes y el cuerpo se refiere a acciones. Nos acercamos a Dios cuando pedimos y recibimos su perdón y lavamiento, nos acercamos a Dios con una entrega total a su voluntad en nuestras vidas. Estamos determinados a mantener firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza. Nos acercamos a Dios para ayudarnos mutuamente, aprovechando las oportunidades de exhortar a los hermanos y hermanas a una vida de buenas obras; esto nos ayuda a ser más fuertes. Nos acercamos por medio de asistir a los servicios de adoración y estudio; nos acercamos a Dios aún más, sabiendo que nuestro Señor viene pronto.   Este texto es un reto y en medio de todo encontramos el imperativo “No dejemos de congregarnos”. Dios quiere que su pueblo se reúna para adorarle; la sangre de Jesucristo lo hizo posible. Una pregunta, ¿Te estás reuniendo con hermanos en la fe para estudiar la Biblia, para orar para alabar y adorar, para poder servir mejor a Dios? Si no, vas a sufrir la consecuencia; y si sí, gozarás de los beneficios.   Observemos más de cerca Hebreos 10:24 y 25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Notemos el interés mutuo que hay aquí: “Considerémonos unos a los otros”. No es tanto lo que podemos sacar nosotros de un servicio de la iglesia, como ver lo que nosotros podemos hacer para ayudar en la iglesia. Se nos ha dado la responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros ¿Qué ayuda puedes brindar a un hermano? Debemos adoptarnos los unos a los otros para poder cuidarnos como miembros de la misma familia. Pensemos en el ánimo que podemos brindar a otros hermanos en Cristo. El exhortarles a amor y buenas obras, eso debería ser el resultado de nuestro asistir a la iglesia. Si comenzamos a hacer esto en la vida de otros, veremos que encontraremos felicidad para nosotros mismos.   La alternativa a todo esto es desastroso; la alternativa es dejar de congregarnos. La palabra “dejar”, en este versículo, significa abandonar, dejar a solas al necesitado. Sugiere a alguien que ha abandonado a un ser amado, así como el marido podría abandonar a la esposa, o el padre abandonar a sus hijos. El versículo nos enseña que, si dejamos de asistir a la iglesia, los que se quedan sentirán dolor porque han sido abandonados. No vayas a permitir que un interés egoísta o que alguien a quien le has caído mal, te detengan de asistir.   La asamblea de los Santos es donde Dios habita. Jesús dijo en Mateo 18:20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Una reunión de la iglesia es una reunión del pueblo de Dios. Cada persona ahí es salva por medio de Jesús, es amada por Él, ha sido lavada en su sangre y es morada del Espíritu Santo. Nunca debemos tener sin importancia la iglesia. Jesús dice que ella le pertenece a Él; Él no habla de ninguna otra organización de esa manera. Qué privilegio es ser parte del ministerio y tener el compañerismo los unos con los otros en la iglesia. La iglesia es un lugar donde recibimos ánimo y fuerza para seguir adelante. No sólo es un asunto de escuchar al predicador; nosotros nos servimos los unos a los otros, cada quién con su don, pues todos pertenecemos al mismo cuerpo espiritual en Cristo. Al aproximarse su venida, deberíamos gozarnos en reunirnos, esperando y preparados para su venida.   Pero, ¿Qué si uno elige no asistir a la iglesia? Pues esta persona cargará su propia responsabilidad; es culpable de pecado voluntario, causará daño a su espíritu de la misma manera en que dañaría su cuerpo por no alimentarse, sus seres amados sufrirán porque los efectos de negligencia, como padre o madre, serán cosechados en las vidas de sus hijos. Tiene reproches para con Dios, actuando como si no fuera necesario el adorarle, reconociéndole como Dios. El ser negligente en adorar a Dios, como Él lo ha mandado, es decir: “Dios no vale la pena”; es un pecado monstruoso. Sólo una persona perversa, con corazón endurecido, podría hacer tal cosa. La existencia de la iglesia es para adorar a Dios y servir a otros en el nombre de Él. Si eres un cristiano fiel, entonces adorarás y servirás a Dios.   Vamos a orar: Padre, gracias por el estudio de hoy. Danos ánimo para hacer las cosas que Tú deseas que hagamos. Pon en nosotros un ardiente deseo de participar en el ministerio de tu iglesia. Ayúdanos a comprender lo importante que es la iglesia. Ayúdanos a comprender que es a través de tu iglesia que eres honrado y glorificado. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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