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Por Que Voy A La Iglesia
Por El Decreto De Dios
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Ago 02, 2021
Jul 30, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
50

Escritura

Éxodo 25:8; Éxodo 29:42-43; Éxodo 40:33-38; 1 Reyes 8:10 y 11; Salmos 150; Deuteronomio 14:22 y 23; Deuteronomio 31:11; Levítico 19:30; Hebreos 10:25.

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Éxodo 25:8 Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. 43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Éxodo 29:42-43 Finalmente erigió el atrio alrededor del tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así acabó Moisés la obra. 34 Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. 35 Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba. 36 Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; 37 pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba. 38 Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas. Éxodo 40:33-38

Nosotros somos una gente muy ocupada. Hay tantas cosas que hacer, lugares donde ir y personas a quienes queremos conocer. Muchas causas dignas toman nuestro tiempo y dinero, muchas buenas organizaciones quieren inscribirnos en su lista de membresía; en medio de toda esta presión, está la Iglesia. Ella nos llama a su membresía, quiere involucrar nuestro tiempo y ayuda financiera. Siendo una gente tan ocupada tenemos que hacer dos preguntas: Número uno, ¿Tiene derecho a la iglesia de insistir que nos involucremos con ella? número dos, ¿Necesitamos ser miembros activos de una iglesia que enseña la Biblia? La respuesta a la primera pregunta es sí. La Iglesia tiene un mandato de Dios en alcanzar a cada persona en el mundo con el mensaje del evangelio para llevar a otros a la Fe en Cristo Jesús. Ella está bajo la comisión solemne de enseñar las cosas de Dios a cada persona que corresponde en fe al Evangelio. Ella tiene el derecho de pedirnos que estemos involucrados porque Dios pide esto de ella. Pero la segunda pregunta no la podemos contestar con la misma rapidez. Les diré que sí necesitamos estar activos en una iglesia bíblica, pero nos llevará tiempo explicar el porqué. Los próximos 5 estudios vamos a dedicarlos a contestar el por qué. Allí les daré 5 razones por las cuales necesitamos ser parte de una iglesia que cree y practica la enseñanza de la Biblia.   Debemos ser parte de una iglesia bíblica porque Dios nos ha dado un decreto concerniente a un lugar de adoración. Para entender esta verdad tendremos que ir a las Escrituras del Antiguo Testamento. Dios mandó a Israel a construir un santuario al llegar a la tierra de Palestina después de su salida de Egipto. Este santuario debía ser el centro de su vida religiosa. Sobre el monte Sinaí, Dios dijo en Éxodo 25:8 y Éxodo 29:42-43: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. (…) Me reuniré con vosotros para hablaros allí (…) y el lugar será santificado con mi Gloria”. Por lo consiguiente llegamos a la verdad de que Dios prometió su presencia personal en el lugar de adoración. La gente de ese entonces recibió el mandato de llegar al tabernáculo para encontrarse allí con Dios. Debían traer sus ofrendas a ese santuario; ahí debían comer, adorar y regocijarse en el Señor. Ese era el lugar que Dios había escogido. Sacrificios no debían de ofrecerse en ningún otro lugar, en ningún otro lugar se debía practicar la adoración formal hacia Dios. Si deseaban encontrarse con Dios, tendrían que llegar al santuario central. ¿Por qué? porque allí era el lugar que Dios habitaba.   Podemos leer de la lección del tabernáculo al pie del Monte Sinaí en Éxodo 40:33-38. Cada artículo fue puesto exactamente como Dios había informado a Moisés. “Entonces, una nube cubrió el tabernáculo de la reunión y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel”. Evidentemente, Dios tomó posesión de su casa. Alrededor de unos 500 años después, Salomón edificó un templo bellísimo para Jehová Dios en Jerusalén. Tenía el mismo diseño del tabernáculo de Moisés y fue dedicado a Dios. 1 Reyes 8:10 y 11 nos dice: “Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová”. Dios tomó posesión de su templo al igual que tomó posesión del tabernáculo.   Tenemos un ejemplo que seguir. ¿Qué nos dice esto de la iglesia? Nos dice que Dios sabe que hay una gran importancia de la oración corporal en la cual un grupo de personas se reúne para presentarse delante del Señor. Nos dio ese ejemplo en el Antiguo Testamento y espera que sigamos ese ejemplo hoy. Toda adoración en el antiguo Israel debía ser centralizada en el santuario; ahí fueron ofrecidos los sacrificios. El sacrificarlos en algún otro lugar sería sufrir la expulsión de toda la nación y adoración a Dios. Ahí fueron expresadas las alabanzas a Dios. El Salmos 150 nos dice: “Alabad a Dios en su santuario”. La casa de Dios hoy es el mejor lugar para ofrecer nuestra alabanza a Dios. Las oraciones serán ofrecidas ahí. El Nuevo Testamento nos habla de ciertas horas en que la gente pobre llegaba a orar al templo en Jerusalén y, cuando no podían asistir al templo, se dirigían hacia el lugar donde el templo estaba situado en Jerusalén, para orar. Esa era la costumbre del Antiguo Testamento también. La casa de Dios era un lugar de mayordomía, sabiduría y reverencia; los diezmos y ofrendas fueron presentados a Dios en ese lugar. Dios dijo en Deuteronomio 14:22 y 23: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiera tu campo cada año (…) en el lugar que Él escogiere para poner allí su nombre (…) para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”. Todas las ofrendas de Dios debían ser presentadas en el lugar que Jehová había escogido.   La palabra de Dios fue leída al pueblo de Dios en ese lugar de adoración. Jehová ordenó en Deuteronomio 31:11: “Cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos”. Claro está que la ley se podía leer en otros lugares y en diferentes ocasiones, pero el templo fue el lugar asignado por Dios donde el público debía reunirse para recibir la ley de Él. Uno debía mostrar reverencia para el lugar central de adoración. Dios dijo en Levítico 19:30: “Mis días de reposo guardareis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová”. Eso no significa que adoramos a la casa de Dios donde el pueblo de Dios se reúne, sino que respetamos el lugar donde Dios se encuentra con su gente debido a la reverencia que tenemos para Él. Por eso es que pensamos que algunas cosas no malas en sí (por ejemplo, los niños corriendo y jugando) no son apropiadas en el lugar donde adoramos a Dios. El respeto que tenemos a la casa de Dios indica el respeto que tenemos para el Dios a quién pertenece la casa.   La iglesia es hoy para los cristianos lo que el templo y el tabernáculo eran para los judíos de antes. La Biblia nos sugiere que ese es el deseo de Dios. Es nuestro lugar especial donde nos reunimos para adorar a Dios, es la casa de Dios porque es ahí donde Él se reúne con su gente de una manera muy especial. Ahí es donde debemos ofrecer nuestras alabanzas y oraciones, nuestros diezmos y ofrendas y recibir la palabra de Dios para nuestro bienestar espiritual. Debemos respetar la casa de Dios, no porque Dios vive ahí sino porque ahí es el lugar donde hemos designado para encontrarnos con Dios. Cuando Moisés construyó el tabernáculo al pie del Monte Sinaí, la presencia de Dios lo llenó. Cuando Salomón edificó el templo en Jerusalén, la presencia de Dios lo llenó. Cuando Jesucristo estableció su iglesia durante su ministerio personal, la presencia de Dios la llenó en el día del Pentecostés cristiano. La Biblia nos ordena en Hebreos 10:25: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.   Vamos a orar: Padre, gracias te damos por la lección de hoy. Ayúdanos a comprender la importancia de pertenecer a una iglesia bíblica que practica la sana doctrina. Ayúdanos a reconocer que Tú recibes honra y gloria a través de tu iglesia. Llénanos de alegría cuando nos reunimos para adorarte en aquel lugar que hemos edificado para encontrarnos especialmente contigo. Permítenos sentir de una manera muy especial tu presencia al reunirnos con hermanos en la fe. En el nombre de Jesús te lo suplicamos. Amén.

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