Copyright 2016-2019 Lifeword
El Espíritu de Dios en el Cristiano
El Espíritu de Dios en el cristiano - Parte 1
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Duración: 00:14:32 Minutes
Listens:
15
Aired on Dic 21, 2020

Escritura

Juan 16:8-11; Juan 3:1-21; 1 Corintios 12:13; Efesios 4:30; Hechos 19; Romanos 8:9; Juan 14:16-17; Juan 7:39; Efesios 4:8; Salmos 139:7-11

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:8-11 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 1 Corintios 12:13 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Efesios 4:30 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Romanos 8:9

Nosotros vivimos en un tiempo bendecido. Este tiempo ha tenido muchos títulos religiosos, algunos lo han llamado “La Edad de la Gracia”, otros lo han llamado “La Edad de la Iglesia”, pero a mí me gusta el término: “La Dispensación del Espíritu Santo”. Cualquiera de los tres títulos es apropiado en vista de las bendiciones que Dios ha derramado sobre este tiempo y a este lado de la cruz y resurrección de Jesús: esta es la Dispensación del Espíritu Santo. Una dispensación es un periodo de tiempo en el cual Dios obra con la humanidad en ciertas formas. En el tiempo presente, Dios está trabajando con la humanidad a través de la persona y el trabajo del Espíritu Santo. Cada contacto que nosotros tenemos con Dios es por medio de su Espíritu Santo. Así como Dios ministró al hombre por medio de la persona de Jesús su hijo unigénito en el tiempo de su encarnación, ahora Él ministra al hombre por medio del Espíritu Santo, según Juan 16:8-11. La obra redentora de Dios expresada en el pecador arrepentido quien confía en Él, es llevada a cabo por el llegar a nacer del Espíritu Santo, según Juan 3:1-21. El Espíritu deposita al creyente en Cristo, según 1 Corintios 12:13, y lo sella para el día de redención, según Efesios 4:30. Él hace su morada en ese creyente y llega a ser su constante compañero, su maestro perfecto, su diario santificador, su intercesor efectivo y su guía infalible. Sí, cada contacto que cualquier persona tiene con Dios, es a través de su Espíritu Santo, la tercera persona de La Santa Trinidad. En el capítulo 19 de Hechos, podemos observar el primer ministerio de Pablo en Éfeso; él encontró a varios hombres, unos doce en número, quienes decían que eran creyentes quienes esperaban la venida del Mesías. Él intentó determinar si eran creyentes verdaderos por medio de hacerles esta pregunta: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le dijeron que no. Pablo persistió con esta pregunta: ¿En qué pues fuisteis bautizados? La pregunta que les hizo Pablo, nos indica dos verdades grandes. En primer lugar, la persona que pone su confianza en Cristo Jesús para la salvación de su espíritu eterno, tiene que haber recibido al Espíritu Santo como prueba de su salvación; y, en segundo lugar, uno quien no ha recibido al Espíritu Santo, no es un candidato apropiado para el bautismo de agua porque nunca ha sido salvo. Romanos 8:9 nos dice: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. La pregunta que yo quiero hacerte no es: ¿recibiste al Espíritu Santo cuando creíste?, si no que: ¿te das cuenta de que recibiste al Espíritu Santo cuando creíste? Tú lo tienes que haber recibido si es que eres un creyente en Cristo Jesús. En Juan 14:16-17, Jesús dijo: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de Verdad al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros”. El término Consolador, viene de una combinación de dos palabras: la preposición “Para” en el griego significa “junto a” y el verbo “Kaleo” significa llamar. Los dos términos fueron juntados para formar la palabra “Parakaleo”, llegando a ser finalmente “Paraklatos”. Lo que da a entender el término es: uno que está junto a otro para ayudarle. En ese sentido es que el Espíritu Santo llega a ser tu consolador, Él está a la par suya para ser tu compañero constante. ¿Sabías que Dios está personalmente presente contigo como tu compañero consolador por medio del Espíritu Santo? Jesús prometió a sus discípulos que el Espíritu Santo quien estaba con ellos, estaría en el pronto futuro dentro de ellos. Era una predicción de la bendición del hecho que el Espíritu Santo moraría en ellos y en cada creyente. El Espíritu de Dios ha estado activo en el mundo desde el comienzo de los tiempos. Él estuvo presente en la creación; Él estuvo convenciendo a los hombres de pecados en los días de Noé; Él estuvo presente en los días de Moisés dando capacidad a los hombres para llevar a cabo la voluntad de Dios; Él estuvo presente en la historia nacional de Israel dando a conocer a los profetas los propósitos de Dios para que ellos pudieran dar sus mensajes al pueblo. Él estuvo presente en la concepción de una joven virgen permitiendo que ella, milagrosamente, diera a luz al cuerpo físico del hijo de Dios. Él ha estado presente y activo en el mundo a través de toda la historia, pero Jesús prometió que habría una nueva relación entre el Espíritu de Dios y los que confiaban y recibían a Él como único y suficiente salvador. Jesús dijo que el Espíritu moraba con ellos en ese tiempo, pero que pronto moraría en ellos. ¿Cuándo fue cumplida esa preciosa promesa? La promesa del Espíritu Santo no fue cumplida durante el ministerio personal de Jesús aquí en la tierra. Juan 7:39 nos indica que el Espíritu Santo no sería dado en difusión universal para morar en los creyentes hasta después de que Jesús fuera glorificado. Efesios 4:8 nos dice que Jesús ascendió al cielo después de sufrir la muerte y haber triunfado en la resurrección y que llevó cautiva a la cautividad y que dio dones a los hombres, el don de la morada del Espíritu Santo fue dado en el día de Pentecostés y nunca ha cesado desde ese momento. La Biblia es específica en cuanto a ese punto de vista. Cada cristiano tiene al Espíritu Santo de Dios viviendo en él como su compañero constante. El Espíritu Santo es tu compañero cada hora del día y de la noche. Él siempre está contigo y nunca te deja a solas. Él está contigo cuando sirves al Señor. Él está contigo aun cuando pecas en contra del Señor. El salmista entendió esta verdad y escribió en Salmos 139:7-11: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? si subiere a los cielos, ahí estás Tú y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, ahí estás Tú. Si tomare Las alas del alba y habitará en el extremo del mar, aun ahí me guiará tu mano y me asirá tu diestra. Si dijere ciertamente las tinieblas me encubrirán aún la noche resplandecerá alrededor de mí”. Tú nunca puedes apartarte del Espíritu Santo de Dios. El compañerismo del Espíritu Santo de Dios debe animar en gran manera al creyente. En primer lugar, es una seguridad del continuo cuidado de Dios en cuanto a nosotros y de su ministerio para con nosotros: en segundo lugar, es una prueba de su sin igual amor para con nosotros; en tercer lugar, es un reto para que vivamos en santidad y pureza; en cuarto lugar, es una seguridad de la salvación que Dios nos ha dado en Cristo Jesús; en quinto lugar, es prueba de lo que nos espera en el porvenir. Deberíamos dar gracias diariamente por el compañerismo del Espíritu Santo. Ten ánimo mi hermano, lo que dije del Espíritu Santo en cuanto a su presencia en los cristianos, es aplicable a tu vida. El Espíritu Santo no sólo mora con unos cuántos creyentes. Él mora en la vida de cada persona quien ha recibido a Jesús como Salvador y esta es la bendita heredad y privilegio de todo creyente. Vamos a orar. Padre, te damos gracias por no habernos dejado abandonados. Te damos gracias por tu Espíritu Santo, la tercera persona de La Santa Trinidad. Te damos gracias porque Él está viviendo en nuestros cuerpos mortales en este preciso momento. Con gran entusiasmo ofrecemos nuestros cuerpos como su templo al servicio del reino celestial; en el nombre de Jesús oramos, amén.

Otros archivos en esta serie