Escritura
27 Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. 28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. 29 Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Es maravilloso poder ver que Levi respondió como Jesús quiere que lo hagan todos sus discípulos, siguió a su Señor de inmediato e invitó a sus amigos a que hicieran lo mismo. Leví dejó el negocio de cobrador de impuestos que era muy lucrativo, pero quizás deshonesto para seguir a Jesús. Luego organizó una recepción para sus colegas y otros notorios "pecadores" para que tuvieran la oportunidad de entrevistarse con Jesús. Leví, que dejó tras sí una fortuna material a fin de ganar una espiritual, estaba orgulloso de asociarse con Jesús. pero podemos ver también como los fariseos cubrían su pecado. Se presentaban en público con apariencia de buenos, al hacer buenas acciones y señalar los pecados de otros. Jesús decidió invertir su tiempo, no con estos líderes religiosos justos, según ellos, sino con gente consciente de su pecado y que no era lo bastante buena para Dios. Para llegar a Dios, en primer lugar, debe haber arrepentimiento, y para hacerlo debemos reconocer nuestro pecado.
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(Centro De Vida)