(Centro De Vida)
Escritura
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
La disciplina es una palabra que muchas veces asociamos con castigo o corrección dolorosa. Sin embargo, Hebreos 12 nos muestra que la disciplina divina es una demostración profunda del amor de nuestro Padre celestial. Cuando comprendemos esta verdad, nuestra perspectiva acerca de la corrección cambia radicalmente: ya no vemos el dolor como un fin en sí mismo, sino como un medio por el cual Dios moldea nuestro carácter y fortalece nuestra fe. Hebreos 12:5-8 dice: 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Este texto es una cita de Proverbios 3:11-12, donde se nos recuerda que no debemos menospreciar la disciplina del Señor ni desanimarnos cuando Él nos corrige. El escritor de hebreos destaca que, así como un padre terrenal se preocupa por el bienestar de sus hijos, Dios también corrige a aquellos que ama. La disciplina es señal de nuestra relación con Dios: “Porque el Señor al que ama, disciplina” (v.6). Si Dios no nos disciplinara, no seríamos verdaderamente Sus hijos (v.8). La disciplina es un acto de amor de Dios hacia nosotros, no un acto de castigo sin propósito. Si bien puede parecernos duro atravesar momentos difíciles o correcciones divinas, debemos recordar que nuestro Padre no es un juez injusto, sino un Dios amoroso que anhela nuestro crecimiento espiritual. El autor de hebreos nos advierte: si no recibimos disciplina, no somos parte de la familia de Dios. Es la evidencia de que Él nos considera Sus hijos y está interesado en forjar en nosotros un carácter santo. En ocasiones, cuando nos resistimos a la disciplina, demostramos que no hemos entendido el corazón del Padre. Su propósito no es herirnos, sino entrenarnos. El sufrimiento o corrección pueden ser incómodos o dolorosos, pero Él lo permite para transformarnos, pulirnos y prepararnos para la eternidad. ¿Cómo aplicar en tu vida este principio de la Disciplina? Primero; Examina tu actitud: Pregúntate cómo reaccionas cuando Dios te corrige o permite situaciones difíciles en tu vida. ¿Te resientes y te alejas de Él, o buscas aprender y crecer? Segundo; Recibe la disciplina con gratitud: Cuando atravesamos pruebas, en lugar de quejarnos, decidamos confiar en que Dios está obrando para nuestro bien. Aun en el dolor, pidámosle que nos muestre lo que necesita pulir en nosotros. Tercero; Recuerda que eres hijo(a) de Dios: El hecho de que Dios te discipline es evidencia de que te ama y no quiere que sigas viviendo en una condición que te dañe o te aleje de Él. Su corrección es muestra de tu identidad como hijo(a). En Cuarto lugar; Ora por sabiduría: Pídele al Señor que te dé discernimiento para entender Su voluntad y reconocer cuándo lo que vives es parte de Su disciplina.
Otros archivos en esta serie
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)