(Centro De Vida)
Escritura
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Gálatas 5:16 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:26-38
Qué tremendo es Jesús, Él es el hombre ideal. Él nos muestra lo que Dios quisiera que cada hombre fuera, Él nos enseña lo que el hombre pudiera ser, si tan solo se entregara por completo a la voluntad de Dios. Claro está que ninguno llegaremos a ser perfectos como Jesús, pero es nuestro privilegio y es nuestro deber seguir en sus pisadas. Uno de los aspectos de la vida personal de Jesús que nosotros debemos estar experimentando en nuestras vidas hoy es su relación con el Espíritu Santo; la relación que Jesús tuvo con el Espíritu Santo, mientras que estuvo desarrollando su ministerio personal, aquí en la tierra, es la misma relación que nosotros debiéramos tener con el Espíritu Santo hoy. Si queremos ser como Jesús, tendremos que andar en el Espíritu. Gálatas 5:16, nos dice: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Después de leer estas palabras, la primera pregunta que viene a nuestra mente es, ¿Qué significará esto de andar en el Espíritu? Es sencilla la respuesta, simplemente significa vivir bajo el control del Espíritu, es someterse a su liderazgo, es confiar en su poder y rehusar a hacer las cosas que le afligen. Eso fue exactamente lo que hizo Jesús. Jesús se sintió y se sometió a la dirección del Espíritu Santo en su vida, y Él obedeció en todo mientras que estuvo aquí en la tierra. Hay dos períodos en la vida de Jesús, cuando el ministerio del Espíritu Santo fue más evidente según lo que nos enseña la Biblia; el primer período, fue durante el tiempo que hubo una explicación de la singularidad de la persona de Jesús y de su entrada a la historia humana y el segundo período fue durante los comienzos de su ministerio. El Espíritu Produjo la concepción de Cristo. El libro de Lucas 1:26-38, nos menciona por primera vez la relación entre el Espíritu Santo y el Cristo encarnado. Un ángel del Señor apareció a una jovencita llamada María y le dijo que ella sería la madre del Mesías el Cristo; pero María era una virgen; no conocía varón y ¿cómo podía llevarse a cabo esto? El ángel le explicó, el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirla con su sombra, por lo cual el Santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios; este será grande y será llamado Hijo del Altísimo y su reino no tendrá fin. Es evidente, según esto, que la vida física del Señor Jesús resultó como efecto del Espíritu Santo, quien hizo que la virgen María concibiera al Mesías, al Salvador del mundo. De una manera algo diferente, los que hemos recibido a Jesús como nuestro Salvador, también hemos nacido del Espíritu, nuestros cuerpos físicos fueron concebidos y desarrollados por vías naturales, no hubo milagro del Espíritu Santo en eso, pero Jesús dijo que el nacimiento físico no sería suficiente, Él dijo que las personas deben nacer de nuevo, ese nacimiento segundo, el nacimiento espiritual, es llevado a efecto por el Espíritu Santo. Juan 3:5 y 6, nos dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es”. La conversión al cristianismo es recibir vida nueva, vida eterna y espiritual por medio del ministerio especial del Espíritu Santo de Dios; los que nacen de nuevo, no nacen de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios; eso es lo que nos dice Juan 1:13. Nuestra vida espiritual, fue llevada a efecto por el mismo Espíritu Santo de Dios. Fue el Espíritu Santo quien ungió a Jesús. Al llegar Jesús donde Juan el Bautista para ser bautizado, tenemos mención del Espíritu Santo descendiendo en forma de paloma sobre nuestro Señor. Eso fue una experiencia tremenda para Jesús; luego Jesús habló de esta experiencia por medio de leer las palabras proféticas de Isaías y aplicar esa cita a sí mismo, encontramos estas palabras en Lucas 4:18 y 19, dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Al hablar Jesús de esta cita, dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, al ser ungido por el Espíritu Santo, la vida de Jesús nunca sería igual. La Biblia nos dice en Lucas 4:1, que Jesús volvió lleno del Espíritu Santo, del Jordán, ahora su vida se sujetaría a la voluntad del Padre por medio del Espíritu Santo, quien le guiaría en todos sus caminos. Al principio Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por Satanás; al terminar ese evento; Lucas 4:14, nos dice que Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, fue en ese momento que Jesús predicó el mensaje usando por texto la cita de Isaías que dice, el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido. Quiero decirte que el secreto del poder del ministerio de Jesús en cuerpo humano aquí en la tierra fue la unción del Espíritu Santo de Dios que descansó sobre Él. Simón Pedro, quien quizás conoció a Jesús mejor que cualquier otro hombre, testificó en Hechos 10:38, diciendo: “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Es el Espíritu quien unge a los creyentes hoy, si tú has aceptado a Cristo como tu único y suficiente Salvador, tú has recibido la unción del Espíritu Santo también. Ahora, no debes rechazar esta declaración solo porque te suena increíble, lo que acabo de decir es la pura verdad; quiero que escuches bien lo que nos dice 2 Corintios 1:21 y 22: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones”. Estos dos versículos, nos enseñan que Dios ha hecho cuatro cosas por nosotros en Cristo Jesús: Nos ha establecido, nos ha ungido, nos ha sellado y nos ha garantizado, dándonos las arras del Espíritu en nuestros corazones. El apóstol Juan, también nos habla de la unción que el cristiano recibe en 1 Juan 2:20, dice: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo”. Estas palabras son dirigidas a todo cristiano y no únicamente a algunos cuantos, si tú has recibido al Señor como tu Salvador, tú tienes al Espíritu Santo de Dios en ti ¡Créelo! Juan sigue diciendo en 1 Juan 2:27: “Pero la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma nos enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”. Quiero que te acuerdes siempre de las primeras palabras de este versículo, la unción que vosotros recibiste de Él permanece en vosotros. Al recibir a Cristo, uno es ungido con su Santo Espíritu. Ese Espíritu permanece en uno; desde el día de tu conversión, el Espíritu Santo hizo morada en ti, ha estado contigo todo este tiempo; en vista de esto, tú y yo podemos vivir una vida como la de nuestro Señor, si tan solo nos entregamos por completo al liderazgo del Espíritu que mora en nosotros y andamos en Él. Gálatas 5:24 y 25, nos dice: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por el Espíritu que ha hecho su habitación en nosotros desde el momento en que aceptamos a tu hijo como nuestro salvador. Te pedimos que nos ayudes a vivir sometidos a su liderazgo, para que podamos vivir más como nuestro Señor, trayendo honra y gloria a tu Santo nombre, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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