Escritura
Javiera: Por donde estará, si yo lo traía, será que lo bote, adonde, adonde estará… Ardillita: ¡Buenos días!, ¿Que pasa Javierita, te veo que buscando algo, que has perdido? Javiera: eh, hola Lulu, buenos días, es que yo traía un billete para mi ofrenda de la escuela dominical, pero no lo encuentro, no sé si lo bote en el camino. Ardillita: Todos perdemos cosas Javierita, así se me ha pasado a mí, la otra vez perdí mis semillas de nueces favoritas. Javiera: ¡De verdad! Te quedaste sin almorzar Lulu Ardillita: No te preocupes, seguro encuentras tu billete en tu cuarto, en el baño o en el patio de aquí de tu casa, solo hay que buscarlo un poco, sino, le pides nuevamente a tu papá. Javiera: Es cierto, mejor hablemos de la historia bíblica de hoy Ardillita: Para que ya no estés triste, te voy contar la historia de un hombre que un día perdió todo lo que tenía, se encuentra en Job 1:1—2:13; 42:10-17 Javiera: ¿Perdió todo Lulu, y como se llamaba ese hombre? Ardillita: Su nombre es Job. Él era un hombre muy rico, pero a la verdad a él no le interesaba tanto su dinero como respetar y obedecer a Dios. Javiera: ¿Respetar y obedecer a Dios debe ser más importante que las demás cosas? Ardillita: Si, debería de ser así, pues Dios se siente orgulloso y complacido con aquellos que viven así. Javiera: Entonces los hijos de Dios debemos amar más a Dios que a nuestras cosas, como la pelota, el carrito, la muñeca, la Tablet, o nuestra camisa favorita Ardillita: Exacto, eso significa poner a Dios en primer lugar en tu vida. Job tenía a Dios en primer lugar, y precisamente por tener a Dios en primer lugar, es que fue muy bendecido, muy prospero en todo. Javiera: Entonces es muy importante que amemos, respetemos y obedezcamos a Dios siempre.