(Centro De Vida)
Escritura
Y si Cristo no ha resucitado, entonces toda nuestra predicación es inútil, y la fe de ustedes también es inútil. 1 Corintios 15:14 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Apocalipsis 1:18
Estamos viendo acerca de la doctrina de la resurrección de Jesús, quiero decirte que esta doctrina es de suma importancia a nosotros los creyentes. Digo que es importante pues la Biblia nos dice en 1 Corintios 15:14: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe”. Esa palabra vana significa que nuestra fe sería inútil y sin provecho; si Jesucristo no resucitó de la muerte, no hay verdad en el mensaje que te predico y no hay beneficio alguno en la fe cristiana. Por eso es que los creyentes insistimos en la verdad de la muerte actual y la resurrección literal de nuestro Salvador. Jesucristo tuvo que morir para ser el sacrificio de nuestros pecados y tuvo que resucitar para ser nuestro Salvador. El negar su muerte y resurrección es negar el Evangelio. El Apóstol Pablo escribió: “Y si Cristo no resucitó, vana es también nuestra fe”, ¿por qué habrá dicho eso? Bueno, esto es lo que vamos a tratar en nuestro estudio hoy. Pablo lo dijo para dar a entender que nuestra fe depende del hecho de que Jesús resucitó y está vivo hoy, esto es significativo, porque cómo podría salvarnos la fe de un Cristo muerto; los creyentes profesamos que Cristo es nuestro Salvador, pero cómo puede salvarnos a nosotros si no se pudo salvar a sí mismo, no podría. Y por eso, si nuestra fe está puesta en un Salvador que está muerto, entonces nuestra fe es vana e insignificante, de hecho, nos estaríamos engañando a nosotros mismos. He visto a diferentes grupos de personas adorar. En un país he visto a la gente postrarse delante de la semejanza de un hombre, cuyo cuerpo había sido puesto en una tumba en las garras de la muerte. Esta gente decía ser cristiana, y pensaban que adoraban al Cristo crucificado. En otro país, la gente se postraba delante de la imagen de un hombre, la imagen fue labrada de madera y estaba sobre un estante arriba de una mesa; esta gente decía ser budistas. Francamente yo veía poca diferencia entre la adoración de ambos grupos, los dos grupos se inclinaban delante de imágenes sin fuerza. Ambos grupos dejaron el lugar de adoración sin expresiones de esperanza en sus rostros, expresiones que no señalaban lo precioso que había sido estar en la presencia de su Dios. Mi corazón se entristece por, los dos grupos. Quiero que sepas mi amigo que Jesucristo no es un bebé en las manos de su madre ni tampoco es víctima sin fuerza de una cruz o tumba; mi Cristo está vivo en gloria. Escucha sus Palabras en Apocalipsis 1:18: “Yo soy el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Y este es el Cristo a quien sirvo yo, en este Jesús es que he puesto mi confianza. No me arrepiento de poner mi confianza en Jesucristo, porque la confianza que pongo en Él está segura, si mi fe estuviera puesta en algo muerto, entonces tendría de qué preocuparme, pero tal no es el caso, mi fe está puesta en lo que vive para siempre, por lo consiguiente mi fe es efectiva y muy pero muy bendecida y es así con todas las personas que han puesto su confianza en la persona de Cristo Jesús. Jesús mismo dijo estas Palabras que se encuentran en Juan capítulo 3:14-18, leamos: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. La palabra que más sobresale en todos estos versículos es: Cree, cree, cree. Cinco veces en cinco versículos el Señor Jesucristo, nos llama a la fe personal en Él, debemos tomar en cuenta las ventajas que hay para aquellos que creen en Jesucristo. En primer lugar, el que cree en Jesús no perecerá; no se pierda, más tenga vida eterna, dice el versículo; en segundo lugar, tiene vida eterna, no verá la muerte eterna, verá la vida eterna, en tercer lugar, no es condenado, ni ahora en el presente ni después en el futuro, ¿por qué? Porque ha creído en Jesucristo, y estas son algunas de las ventajas que hay, para el que ha puesto toda su confianza en Cristo. La fe en Jesucristo es únicamente efectiva, porque Jesús está vivo; la fe del budista, del musulmán o del adorador de la naturaleza, no puede traer las bendiciones que trae la fe cristiana, imposible, ¿por qué? Porque el creer y poner su confianza en la persona equivocada, o en las cosas equivocadas, es creer en vano, es razonable y provechoso servir a Jesús porque Él está vivo, la fe cristiana no es estar de acuerdo con una doctrina, no es aceptar la enseñanza de una denominación o de una iglesia, la fe cristiana es fe personal en Cristo Jesús. Consideremos lo que nos dice Juan 3:36, leamos: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. ¿Qué nos dice este versículo acerca de la fe? Nos dice mucho; miremos las declaraciones: El que cree en el Hijo, y el que rehúsa a creer en el Hijo. Creer en el Hijo, es tener completa confianza en Jesucristo, y esa persona puede estar segura de su salvación. El que no cree en Él, no puede estar seguro de nada; el testimonio bíblico continúa, el apóstol Juan nos escribe en Juan 20:30 y 31: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Todo lo que Juan escribió en su Evangelio, fue escrito con el propósito de demostrar que Jesucristo es el Mesías, el Hijo del Dios viviente, y ¿por qué quiere hacer eso? Porque la fe en Cristo Jesús, como el Hijo del Dios viviente, es la única manera en que la persona puede recibir la vida eterna. Las bendiciones vienen cuando depositamos nuestra confianza totalmente en Jesús, aunque una vez muerto, Jesús es el Cristo, y vive eternamente. Romanos 5:1, nos habla de esta bendición diciendo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Esta fe, puesta en Jesús, trae la justificación y ser justificado, es estar bien con Dios. ¡Qué privilegio es estar en buena comunión con el soberano Dios del universo! 1 Juan 5:4, nos da otra bendición que viene por medio de la fe “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Esa es la completa victoria. Prometida a la persona que confía en Jesucristo, y ese es solo el principio de las bendiciones. Para saber qué es fe, necesitamos ir al libro de Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. La fe da sustancia a lo que esperamos y nos asegura de realidades que no podemos ver. Yo no vi que Jesús resucitara de la muerte, yo no le he visto con mis ojos, yo no le he tocado con mis manos, yo no le he oído con mis oídos, pero sé que Él vive, que es real y que está activo y que está disponible en este preciso instante; lo sé por medio de la fe. Mi fe está basada sobre las verdades que Dios me ha revelado en las Sagradas Escrituras y mi fe me da seguridad de realidades que yo no puedo ver. Yo no adoro a una víctima sacrificada, yo adoro a un Señor que vive. Yo no tengo mi vista puesta en una tumba en Jerusalén; yo miro al cielo donde está sentado sobre su trono mi Salvador. Yo no tengo mi esperanza puesta en cosas que puedo ver; mi esperanza y mi ayuda, vienen de cosas que no puedo ver con el ojo físico, y el Espíritu Santo que mora en mí, me asegura de que mi salvador está vivo y de que yo soy un hijo de Dios por medio de la fe. Vamos a orar. Padre, gracias te doy por lo maravilloso que eres con nosotros; te doy gracias porque no adoro a un Dios muerto, sino a un Dios vivo, fuerte y poderoso. Gracias Señor por la efectividad de la fe, te pido que abras los ojos de muchos que escuchan en estos momentos, pido que ellos puedan ver por medio de la fe y puedan venir a los pies de Jesucristo, para perdón de sus pecados y la vida eterna que solo Él puede darles, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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