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Ayúdame a Crecer
El Maestro Puede Aprender Su Lección
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Oct 28, 2021
Oct 23, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Romanos 15:1; Hechos 18:24 y 25

Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Romanos 15:1 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Hechos 18:24 y 25

De todos los predicadores del primer siglo, ¿A quién hubieras deseado oír predicar? Ahora nuestra respuesta dependería de varios asuntos, pero me imagino que, si los hubieras podido oír predicar a todos, escogerías a Apolos. Sin embargo, Apolos no llegó a ser un gran predicador de la fe hasta caer en un error, y ser instruido por una pareja fiel al Señor. En ello tenemos otro ejemplo de cristianos más fuertes ayudando a sus hermanitos. Es una ilustración digna del principio que hemos estado estudiando en esta serie de estudios. El principio que encontramos en Romanos 15:1, dice: “Así que, los que somos fuertes, debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”. Deseo que repasemos hoy la historia de Apolos, y aprender más acerca del maestro que aprendió una lección. Apolos era nativo de Alejandría, una ciudad capital en la costa norte de Egipto. Esa ciudad había sido establecida por Alejandro Magno y tomaba segundo lugar, únicamente a Roma en comercio, cultura e importancia. Era una bella ciudad de calles paralelas, fortalezas, monumentos, palacios, parques, muelles, lugares de adoración y casas privadas, todas erigidas de acuerdo a un plan artístico; su población en los días de Apolos era de seiscientos mil a ochocientos mil habitantes. En Alejandría Apolos fue expuesto a la enseñanza más alta entre judíos. Los judíos en Alejandría tenían fortuna, educación, posición social, y muchas veces ocupaban grandes posiciones en el gobierno. El Antiguo Testamento fue traducido del hebreo al griego por escolares en Alejandría, esa versión es conocida por muchos como la “Septuaginta”. Fue en Alejandría que se educó a Apolos, llevándole a ser buen maestro del Evangelio de Cristo Jesús. Lucas nos da una brillante descripción de Apolos en Hechos 18:24 y 25: “Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor”. Apolos era buena persona y estaba hablando de Cristo, pero tenía un problema. Su problema era tan grave que casi lo descalifica para el ministerio cristiano. Habiendo estudiado en Egipto, alguien le había hablado de Juan el Bautista; y de lo que Juan había dicho concerniente a Jesús. Pero eso era todo lo que Apolos conocía, nadie le había contado el resto de la historia. Apolos andaba predicando el mensaje de Juan el bautista, diciendo “…El Mesías viene, prepárate para recibirle…”. Las Escrituras lo explican de esta manera, diciendo: “…Solamente conocía el bautismo de Juan…” Él predicaba el mensaje de Juan el bautista, ¿Y qué tiene de malo eso? Había ocurrido, Juan el bautista predicó ese mensaje en el año treinta, después de Jesucristo, su propósito era preparar al hombre para la venida del Mesías. Apolos estaba predicando en el año cincuenta y cuatro, después de Jesucristo, al tiempo de su ministerio el Mesías ya había venido en la persona de Jesús. Ya Jesús había tenido su ministerio de tres años en la tierra; había muerto; sido sepultado; y resucitado; después ascendió al Padre en los cielos. Apolos no sabía nada de esto. Él solo había oído el mensaje de que el Mesías vendría, su mensaje no era evangélico, su mensaje no era ni siquiera cristiano; el mensaje que debería haber estado predicando es el de la necesidad de arrepentirse y aceptar a Jesús como Salvador. Miren, no es suficiente el ser sincero, Apolos era sincero; no es suficiente el ser elocuente, Apolos era elocuente; no es suficiente el tener buena educación o enseñanza, porque Apolos tuvo buena enseñanza; no es suficiente el ser persuasivo, porque Apolos era persuasivo; no es suficiente el ser predicador, Apolos era predicador. Miren, no hay sustituto para la verdad, Apolos no tenía la completa verdad en su predicación, y esa falta de la verdad le descalificaba para el ministerio cristiano. El medio mensaje de Apolos estaba creando problemas. Poco después de estar en Éfeso el apóstol Pablo había llegado a visitar en su tercer viaje misionero. Pablo se encontró con un grupo que declaró ser discípulos. Pablo quería saber cómo habían llegado a ser discípulos y preguntó: “… ¿Recibisteis el Espíritu Santo, cuando fuisteis bautizados?”. Ellos respondieron: “…No sabemos del Espíritu Santo…”; Pablo les preguntó: “… ¿Y entonces por qué se bautizaron?”. Pablo sabía que una persona que no tenía el Espíritu Santo no era salvo, y en vista de esto no era candidato para el bautismo. “…Nosotros somos bautizados porque creemos en las prédicas de Juan el bautista…” le habían explicado los hombres. Y Pablo les enseñó que Juan llamaba a hombres al arrepentimiento y fe en la persona de Jesús, para que creyeran en Él y le aceptaran como Salvador. Y habiendo escuchado esto, los hombres creyeron en Jesús y fueron bautizados, confesando su fe en Jesús. Todo el problema surgió, porque un gran maestro dotado, llamado Apolos, no conocía la completa verdad para poderles enseñar mejor. Pero gracias a Dios el problema no permaneció por mucho tiempo con Apolos. Hubo una pareja cristiana a quienes Dios había colocado en Éfeso; el marido se llamaba Aquila y su esposa se llamaba Priscilla, originalmente ellos eran de una provincia en Asia Menor, pero habían ido a Roma por el asunto de su negocio. Cuando hubo una turbulencia de parte de los judíos en Roma, Claudio César expulsó a todos los judíos de la ciudad capital. Aquila y Priscilla fueron a Corinto, donde se encontraron con Pablo en su segundo viaje misionero. Mientras que hacían su oficio de hacer tiendas Pablo los había llevado a los pies de Jesús, y después Dios los mandó a Éfeso. Por la soberana providencia de Dios, ellos estaban ahí cuando Apolos llegó predicando su mensaje limitado acerca del Mesías. Aquila y Priscilla escucharon el poderoso mensaje que Apolos lanzó en la Sinagoga, luego le llevaron aparte y le explicaron lo que le había acontecido a Jesús después del tiempo de Juan, y de lo que significaba en cuanto a la salvación del hombre. Qué bendición fueron al ministerio del joven predicador, Apolos regresó a la Sinagoga y refutó todos los argumentos de los judíos en un debate público, enseñando por medio de las Escrituras que Jesús era el Mesías. Pero ¿Cómo es posible que un hombre y su esposa le enseñaran a un predicador educado? En primer lugar, porque ellos habían recibido la enseñanza de Pablo y estaban bien informados de las cosas del Señor; en segundo lugar, Apolos fue dirigido por el Espíritu Santo en llegar a la completa verdad concerniente a Jesús, Supongamos que Aquila y Priscilla, no se hubieran molestado con ayudar a Apolos; supongamos que le hubieran visto como un hereje de la fe; cuán diferente sería el relato. Pero gracias a Dios esto no sucedió. Ellos se preocuparon por el hecho de que alguien quien tuviera tanto potencial para servir a Dios, no conociera la completa verdad acerca de Jesús. Los miles que escucharon predicar después a Apolos no lo sabían, pero estaban endeudados con un hombre humilde y su esposa que hacían tiendas, fueron ellos los que se preocuparon por el bienestar y el mensaje de un joven predicador. Llegamos al final de otro mensaje sobre el asunto de hermanos fuertes ayudando a hermanos débiles en llegar a la madurez espiritual en Cristo. Ese proceso ha seguido al pasar de los años. Todavía es nuestro ministerio hoy, no debemos darnos por vencido simplemente porque otros no saben la completa verdad, o porque desconocen el significado de la verdad que tienen. Debemos ser como Aquila y Priscilla, debemos ayudarles a crecer. No hay que discutir diferencias, simplemente debemos anunciar la verdad y dejar que Dios sea quien les convence. Él es el maestro. Quién sabe, tal vez tengamos el privilegio de haber ayudado en el ministerio de algún evangelista de renombre. El que recibe nuestra ayuda tal vez crecerá a ser otro Apolos, un gran maestro, quien aprendió una lección. Vamos a orar. Padre el mundo hoy necesita de más hermanos como Aquila y Priscilla. Te pido que me ayudes a mí en ser servicial a mis hermanitos. Indícame a quien he de ayudar el día de hoy, porque te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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