Copyright 2016-2019 Lifeword
Administración Responsable
La Maldición Del Materialismo
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 21, 2021
Sep 20, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
0

Escritura

1 Crónicas 29:1-17; 1 Crónicas 29:2; 1 Crónicas 29:5; 1 Crónicas 29:3; 1 Corintios 13:1-3; 1 Crónicas 29:9 y 10; Deuteronomio 8:18

Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia. 1 Crónicas 29:2 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Deuteronomio 8:18

El Rey David tuvo el privilegio de gozar de gran prosperidad al gobernar las 12 tribus de Israel. Él unificó al gobierno, sujetó a los enemigos de Israel, hizo que las naciones vecinas pagaran tributo y estableció su reino. Después de esto se entregó a una empresa masiva de construcción. Su primer proyecto era edificar un palacio en Jerusalén; los impuestos fueron aumentados para cargar el costo. El segundo proyecto fue el de construir un templo para Jehová Dios; no sería apropiado aumentar los impuestos políticos para construirlo, entonces David pidió ofrendas voluntarias de su pueblo. 1 Crónicas 29:1-17 nos da el relato de las ofrendas que fueron dadas para la construcción y yo deseo darles 5 principios básicos que podemos aplicar a nuestras vidas como administradores de lo que Dios nos da. Debemos seleccionar un proyecto digno de nuestras ofrendas. El rey David retó al pueblo a unirse con él para levantar fondos para la compra de materiales necesitados para la construcción del templo. Fueron retados con la idea de privilegio y no de obligación. ¿En qué otra cosa hallarían un proyecto de más importancia? David les anunció que la casa no era para hombres sino para Jehová Dios; era un proyecto digno de mantener. Ellos iban a compartir en la edificación de un templo para la gloria de Dios. Como buenos administradores, debemos asegurarnos de que nuestro dinero sea puesto en áreas de trabajo que son dignas de mantener. Somos responsables delante de Dios de la forma en que obtenemos nuestro dinero y también de cómo lo gastamos. Es nuestra obligación ver que nuestro dinero sea usado en proyectos que contribuyan en propagar el Evangelio, edificar a creyentes y ayudar a seres humanos quienes tienen necesidades. Los ministerios de iglesias quienes creen y practican la Biblia merecen nuestro respaldo monetario. Debemos dar con liberalidad y buen deseo, no con tristeza o por necesidad porque Dios ama al dador alegre. Debemos seguir el ejemplo de nuestros líderes. El líder debe dar buen ejemplo para que otros le puedan seguir. David declaró en 1 Crónicas 29:2 “Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios”. Y después retó a los ciudadanos diciendo: “¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?” (1 Crónicas 29:5). Debemos tomar en cuenta que el rey dio su ofrenda de la manera correcta, el rey dio por amor a Jehová y no por compulsión. Nosotros necesitamos dar por amor no por necesidad y no por obligación; debemos dar correctamente. ¿Has oído alguna vez decir, “no es el regalo que vale sino la buena intención”? Pues este principio es válido también en el reino de mayordomía cristiana. Dios no desea recibir las ofrendas que son ofrecidas con reservas y de mal modo; la falta de amor arruinará el regalo, no importa que tan costoso sea. Ambos, espíritu y ofrenda, deben estar dentro de los requisitos de Dios. En cuanto a la mayordomía, ¿Cuál sería el espíritu correcto para dar? En primer lugar, uno debe dar de un corazón preparado. David dijo: “Yo he preparado con todas mis fuerzas”. Piensa en las bendiciones que Dios te ha dado; mide tu estado de finanzas, considera cuánto le debes a Dios, y ahora, da como un acto de adoración a Él. En segundo lugar, uno debe dar de un corazón lleno de amor. David dijo: “Tengo mi afecto en la casa de mi Dios” (1 Crónicas 29:3). El dar de mal espíritu puede arruinar la ofrenda. 1 Corintios 13:1-3 nos enseña que uno puede tener profecía, entender todos los misterios de la ciencia y tener toda fe; pero si no tiene amor, sus obras no tienen significado y uno es nada. Uno debe dar con amor. En tercer lugar, uno debe dar sin ser obligado. David dijo: “¿Quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?”. No debemos dar por obligación, debemos dar libremente y con gozo porque estamos dando al Señor. En cuarto lugar, uno debe dar con gozo. Observemos con qué alegría ofrendaron los súbditos de Israel; 1 Crónicas 29:9 y 10 nos dice: “Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente. Asimismo se alegró mucho el Rey David”. Este es el sentir que experimentamos si llegamos a hacer los administradores que Dios quiere que seamos. Como el Israel del ayer, nos regocijaremos cuando honramos a Dios por medio de dar. Magnificamos a Dios cuando damos liberalmente. La mayordomía cristiana es para dar honra a Dios, no al hombre. Nuestro dar es un acto de reverencia y adoración. Uno no se honra a sí mismo en adorar; la adoración es digna únicamente cuando es dirigida a Dios. El hombre depende totalmente de Dios todo lo que tiene viene del gran dador que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. El dar es un acto por medio del cual reconocemos que Dios es la fuente de todos nuestros recursos. En fiel mayordomía nos recordamos que Dios “nos da el poder para hacer las riquezas”, según Deuteronomio 8:18. Observemos nuevamente lo que sucedió cuando el pueblo trajo su ofrenda para la construcción del templo de Dios. David empezó con una doxología de alabanza; su alabanza fue dirigida a Dios y no al pueblo quien presentaba la ofrenda. En los versículos 10 y 13 de nuestro texto encontramos las palabras de alabanza de David; él dijo: “Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo (…) Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre”. Ellos contaron la ofrenda del pueblo y alabaron a Dios. ¿Por qué es alabado Dios cuando su pueblo da? Porque todos los recursos de los cuales ofrendamos han sido provistos por Él. El versículo 12 dice: “Las riquezas y la gloria proceden de ti, (…) en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”. Lo que quiero que entendamos es esto: Nosotros sólo podemos dar a Dios lo que Él ya ha hecho posible para nosotros dar. Israel tenía muy en mente que sus recursos eran provistos de Dios. Ella había salido de Egipto como un grupo de esclavos recién liberados. Todo lo que ella tenía era lo que sus vecinos egipcios le habían dado. Dios había traído a Israel a una tierra que fluía con leche y con miel y ella no se había olvidado de ello. Cuando David y sus compañeros presentaron sus ofrendas a Dios hicieron esta proclamación: “Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos (…) Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.” (1 Crónicas 29:14 y 16). Ellos ofrendaron reconociendo que Dios era dueño de todo lo que poseían y que ellos únicamente eran mayordomos o administradores de lo que Dios poseía. Ellos ofrendaron y le alabaron por el privilegio de dar. Observemos estos 5 pasos que podemos dar para asegurarnos de ser buenos administradores de lo que a Dios le pertenece. En primer lugar, debemos ofrendar a proyectos dignos de aportar porque contribuyen al reino de Dios. En segundo lugar, debemos seguir el ejemplo de cristianos maduros en nuestro dar. En tercer lugar, debemos dar con el espíritu correcto, un espíritu de gozo y amor. Y en cuarto lugar debemos magnificar a Dios y no a nosotros mismos en nuestro dar. En quinto lugar, debemos dar reconociendo que lo que damos es de Dios y no nuestro. Esta serie de estudios sobre la mayordomía son para animarnos en ser buenos administradores de todo lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Nosotros podemos ser cristianos gozosos si llegamos a aplicar estos principios a nuestras vidas. Vamos a orar: Padre, gracias te damos por todo lo que tú has puesto en nuestras manos para administrar en esta vida. Padre, siento que yo con una gran mayoría de mis hermanos en la fe, no hemos hecho un buen trabajo con una gran parte de las cosas que tú nos has dado, no hemos sido administradores inteligentes; más bien, hemos usado muchos de los recursos suyos para nuestra propia satisfacción. Padre, perdónanos; has que esta enseñanza sobre la mayordomía penetre profundamente en nuestro corazón para que podamos ser buenos administradores de lo que tú has puesto a nuestro cuido. Esto te lo suplicamos, pidiendo perdón, en el nombre de Cristo. Amén.

Otros archivos en esta serie