Copyright 2016-2019 Lifeword
Administración Responsable
La Medicina Para El Materialismo
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 22, 2021
Sep 20, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
6

Escritura

Salmos 24:1 y 2; Éxodo 19:5; Levítico 25:23; Salmos 50:10; Salmos 89:11; Hageo 2:8; Salmos 100:3; Deuteronomio 8:17 y 18; 1 Crónicas 29:11-14; 1 Corintios 16:2; 2 Corintios 9:7; Proverbios 3:9 y 10; 2 Corintios 9:6-8,10 y 11

De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. 2 Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos. Salmos 24:1 y 2 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Éxodo 19:5 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. Levítico 25:23

Hemos estado examinando las enseñanzas bíblicas sobre cómo el cristiano maneja sus finanzas. El tema de esta serie de estudios es la mayordomía responsable. Mi opinión es que todos los creyentes somos responsables de lo que hacemos con lo que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado. Alguien ha dicho que el nervio más sensible es aquél que va a nuestra billetera; es así como debe ser. El dinero es el fruto del trabajo mental y físico del hombre. El hombre debiera ser muy sensible en cuanto a lo que hace con su dinero porque algún día tendrá que rendir cuentas a Dios en cuanto a la forma en que ganó su dinero y en cuanto a la forma en que usó su dinero. Jesús tenía un interés fuerte en cuanto a la manera en que los hombres usan su dinero o finanzas. Él dio varios discursos sobre este tema. En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, 1 versículo de 6 trata con el manejo correcto o equivocado de finanzas. Existen 3 principios básicos que forman la base de toda enseñanza bíblica en cuanto al tema del dinero. Dios nos ha dado todo lo que tenemos; lo que es nuestro hoy le pertenecía a Dios mucho antes que a nosotros y ya le explicaré por qué. El hecho de que Dios es dueño de todo descansa sobre el hecho de la creación. El Salmos 24:1 y 2 nos da 3 hechos pertinentes. En primer lugar, el hecho de apoderado divino: “De Jehová es la tierra y su plenitud”. En segundo lugar, tenemos la extensión del apoderado divino: “La tierra y su plenitud, El mundo, y los que en él habitan”. En tercer lugar, tenemos la razón del apoderado divino: “Porque él la fundó (…) y la afirmó”. Si tuviéramos algo que no fuera creado por Dios entonces podríamos llamarlo nuestro; si no es así, entonces todo lo que tenemos, incluyéndonos a nosotros mismos, le pertenecemos primero a Dios y después, tal vez, a nosotros. Es así porque Él ha creado todo lo que existe; Dios es dueño de toda la creación. En Éxodo 19:5, Dios declara que toda la tierra es suya. En Levítico 25:23, Él declara que la tierra es suya. En el Salmos 50:10, Dios dice que toda bestia, todo animal, toda ave y todo lo que se mueve le pertenece. El Salmos 89:11 dice: “Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; El mundo y su plenitud, tú lo fundaste”. Hageo 2:8 dice: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”. Toda materia de la creación le pertenece a Dios. Pero eso no es todo. Escucha lo que nos dice el Salmos 100:3: “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”. Ni siquiera el hombre es dueño de sí mismo. El hecho de que Dios es dueño de todo involucra la mayordomía humana. El término mayordomía significa la supervisión y administración de lo que pertenece a otro. Si todo le pertenece a Dios, entonces el hombre es únicamente un administrador de lo que le pertenece a Dios. Mis terrenos, mis siembras, mis ganados, mi dinero; todo es propiedad de Dios entregado a mi cargo para ser administrado, y esto es una tremenda responsabilidad. La riqueza económica es entregada al hombre de parte de Dios. El hecho de que algunos cuantos hombres tengan dinero en su posesión no significa que no le pertenece a Dios. Dios es dueño de todo, ningún hombre debiera jactarse diciendo: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”, sino que debiera acordarse, según Deuteronomio 8:17 y 18 que Dios nos da el poder para hacer las riquezas. 1 Crónicas 29:11-14: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. (…) Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos (…) Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”. Nosotros únicamente podemos regresar a Dios lo que Él nos ha dado. Todo lo que tenemos le pertenece a Dios; aunque esté en nuestra posesión, todavía le pertenece a Dios. Somos responsables a Él por lo que hacemos con lo que tenemos. De qué manera debiéramos dar a Dios; pues ya les voy a decir. En primer lugar, debemos dar con humildad. En vista de que todo le pertenece a Él, no deberíamos alabarnos a nosotros mismos por lo que hemos dado. En segundo lugar, debemos dar en adoración. Nuestras ofrendas son un acto de adoración en vista de que el hombre está reconociendo la soberanía de Dios en rendirle homenaje; debiéramos dar en adoración. En tercer lugar, debemos dar en obediencia. Nuestra ofrenda a Dios debe ser entregada conforme a su mandato. No es asunto que escogemos hacer ni es una preferencia. El mandato es de dar a Él primero y después atender a nuestras necesidades; ése es su mandato. En cuarto lugar, debemos dar regularmente. En tiempos pasados, cuando las entradas económicas dependían de la cosecha, los creyentes ofrendaban anualmente. Las instrucciones de Dios a los creyentes conforme a 1 Corintios 16:2, de hoy, es que cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo según haya prosperado. El domingo es el primer día de la semana; los creyentes deben dar cuando se reúnen para adoración en el día del Señor. En quinto lugar, debemos dar proporcionadamente. Dios nos da todo lo que tenemos, pero Él no espera que le devolvamos todo; Él sólo pide una porción y nos permite usar el resto para nuestras necesidades. El 10% era la porción que entregaron los cristianos primitivos; para mí no hay mejor plan. En sexto lugar, debemos dar con gozo. El amor que le tenemos al señor Jesús no nos permite dar con tristeza. Debemos regocijarnos cuando ofrendamos de voluntad propia. 2 Corintios 9:7 nos dice que cada uno debe dar conforme a “como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Dios nos regresará lo que le damos. Esto nos da tres verdades: Número 1, que Dios nos da todo lo que tenemos; número 2, que nosotros regresamos un porcentaje de nuestras ganancias a Él; y número 3, que Dios bendice nuestra mayordomía por medio de regresar a nosotros más de lo que le damos a Él. Eso lo digo de acuerdo a declaraciones bíblicas que enseñan que Dios bendice al fiel administrador. Proverbios 3:9 y 10 dice: “Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto”. 2 Corintios 9:6-8 y versículos 10 y 11 dice: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra (…) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. Dios nos da primero a nosotros, nosotros le regresamos una porción, Él vuelve a darnos, nosotros le damos más y Él nos da aún más. Qué bendito intercambio. No podemos dar más a Dios que Él a nosotros. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por el estudio de hoy. Permítenos poner esta enseñanza en práctica hoy, sin demoras. Ayúdanos a confiar en tus promesas porque te lo suplicamos en el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie