(Centro De Vida)
Escritura
Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. 1 Corintios 4:1 y 2 Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia. 2 Corintios 8:7 La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. Éxodo 23:15
La mayordomía o administración es un principio básico de la Biblia; está al fondo de todo lo que Dios manda y aconseja en su palabra. Enseña al hombre de que no se pertenece a sí mismo y que lo que piensa que posesiona, tampoco le pertenece. La mayordomía insiste en el hecho de que todo le pertenece a Dios y que el hombre es responsable por todo lo que Dios ha dejado bajo su cuido. El hecho de que el cristiano viva bajo la gracia no le da licencia de dejar a un lado sus responsabilidades de administración. El apóstol Pablo nos escribe en 1 Corintios 4:1 y 2 “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. Todos los cristianos somos administradores y debemos ser responsables en nuestra forma de administrar. Somos administradores del Evangelio. El texto nos dice que somos administradores de los misterios de Dios. la verdad de Dios que antes era desconocida ahora ha sido claramente revelada para que todos puedan oírla. Es de suma importancia seamos buenos administradores de nuestro tiempo, influencia, personalidad, talentos, oportunidades y finanzas; porque todas estas cosas pueden ser usadas en propagar el Evangelio al mundo. La buena mayordomía es la clave para un evangelismo efectivo en nuestro mundo de hoy. Una mayordomía responsable incluye que todo lo que es adquirido en cuanto a riquezas. La mayordomía no comienza con nuestro dar sino con nuestro obtener. ¿Cómo nos ganamos la vida? ¿De qué manera recibimos nuestro sostén? Somos responsables a Dios por la manera en que alcanzamos el dinero al igual que en cómo gastamos nuestro dinero. La mayordomía involucra la administración apropiada de todo lo que recibimos. Somos responsables por la forma en que usamos nuestras ganancias. Ningún cristiano puede dar el 10% de lo que gana y sentirse libre para gastar el 90% en la manera que le guste. Somos responsables de ver que todo lo que hacemos con nuestro dinero sea de acuerdo a la voluntad de Dios. No debemos malgastar nuestro dinero en cosas no necesarias. La equivocación más grande en la administración de dinero no está en el dar sino en la forma que usamos nuestro dinero. Mayordomía responsable involucra consagración en nuestro dar. Nuestro dinero puede y debe tener parte en la propagación del evangelio. Alegría, liberalidad y regularidad deben ser la seña del creyente en la administración de sus finanzas. Dios enseñó a los hebreos que debían dar el 10% de sus ganancias para el sostén de su religión; eso es un buen ejemplo que el cristiano debería seguir. Pero la buena administración de finanzas llega a la cumbre de servicio cuando damos sacrificialmente para la obra del señor. Una de las relaciones más importantes de la vida es la relación que hay entre el hombre y su dinero. La vida es sagrada; cuando una porción de la vida es dada a cambio de dinero, ese dinero debe ser considerado como algo muy importante. Algunos piensan que el dinero es la raíz de todo mal; eso no es cierto, el amor al dinero es la raíz de todo mal. Se ha dicho que el dinero es el ácido que prueba el carácter del hombre. Si sabemos cómo un hombre trata su dinero, cómo lo obtiene, cómo lo gasta, cómo lo guarda y cómo lo comparte, sabremos muchas cosas concernientes a él. Una corona de gracia en la vida del cristiano es la liberalidad. En 2 Corintios 8:7, la liberalidad es clasificada con fe, sabiduría, sinceridad y amor. El señor David McConaughy dijo: “El dar con liberalidad es el derramamiento sin egoísmo de la sustancia de uno mismo. Dios no tiene necesidad de los regalos del hombre; el dar con liberalidad es para nuestro beneficio, no para el beneficio de Dios”. Dios sabe que la única forma en que puede hacer desarrollar a la gente para que sean como Él, es ayudarles a dar sin egoísmo, así como Él da sin egoísmo. El dar con liberalidad es un acto de adoración. Dios ordenó en Éxodo 23:15 y en Éxodo 34:20: “Ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías”. Mofa traduce a Deuteronomio 16:16: “Tampoco aparecerán delante del Eterno con las manos vacías; cada hombre debe ofrecer lo que puede de acuerdo a la prosperidad que el Dios eterno ha permitido”. Nosotros damos a Dios sabiendo que Él nos ha permitido obtener lo que posesionamos; es un acto de adoración y agradecimiento. El dar con liberalidad es la expresión práctica de una religión. Fe, amor y celo son importantes para una religión; pero Dios desea que mostremos nuestra fe por medio de obras. El fiel mayordomo o administrador expresará una fe que obra por amor. El dar es sólo asunto de impulso para algunos; ¿Creen ustedes que Dios se satisface con un dar sin amor cuando tenemos ganas de hacerlo? Claro que no. Entre más estudiamos los problemas financieros de la religión, encontramos que la única solución es adoptar un sistema de apartar proporcionalmente algo para la obra del Señor, algo definido y exacto. Yo pienso que los cristianos bajo la gracia no debieran hacer algo menos que los judíos bajo la ley. Por lo consiguiente, el método de dar nuestro diezmo, además de ofrendas voluntarias, es un método apropiado que el cristiano debe usar como ejemplo a seguir. Es un buen principio que nos ayudará a llegar a una buena administración. Dios no quiere a nosotros y no lo que tenemos. Los creyentes en Macedonia nos dieron buen ejemplo en cuanto a la mayordomía financiera. Cuando fueron retados con una necesidad monetaria, primero se entregaban al Señor y después ofrecieron ofrendas por la voluntad de Dios; y esta es la forma en que nosotros debemos acercarnos a toda administración cristiana. Dios desea nuestro corazón, nuestra devoción; todo este hablar de diezmar y ofrendar no le agrada a Él si es que no le hemos dado nuestro corazón. El dar con liberalidad debería ser el deseo de nuestro corazón, debiera salir de nuestra devoción a Dios; eso es lo que Él quiere. Sólo regalos del corazón es lo que Dios desea. Aquellos regalos que no salen de amor son una abominación de Él, según Isaías 1:11-15. Un amor en obediencia es más importante para Él que la mejor ofrenda que podamos darle. Su llamado a nosotros no es, “dame tu dinero”, sino, “hijo, dame tu corazón”. ¿Por qué el énfasis sobre el dinero? Alguien dirá: “Sólo piden dinero y más dinero en la iglesia”. En realidad, esto no es cierto. Las finanzas en la mayoría de las congregaciones reciben muy poca atención. Hay algo más importante que el dinero. Dios nos ha dado una comisión de llevar el Evangelio a toda criatura; este mandato es obedecido por medio de enviar misioneros a diferentes partes del mundo, por propagar por radio y televisión, por materiales impresos, por edificar iglesias donde la gente puede estudiar la palabra de Dios y adorar al Señor. Cada uno de estos medios cuesta dinero. El cristiano tiene la responsabilidad de ver que el Evangelio se lance a todo el mundo. Nuestra meta es llevar el Evangelio de Cristo Jesús a cada persona para que puedan tener la oportunidad de recibirle. Nosotros creemos que todo aquél que invocare el nombre del Señor será salvo. Este mensaje es enviado por cristianos sinceros que quieren que tú escuches y creas, recibiendo a Cristo en tu corazón como tu único y suficiente Salvador; y ese es el motivo básico de la mayordomía cristiana. Vamos a orar: Padre, muchas de nosotros necesitábamos esta lección hoy. Digo que necesitábamos porque pienso que nuestro corazón ha comprendido el mensaje y creo que vamos a tener un cambio en nuestra vida como administradores de lo que es tuyo. Muchos de nosotros malgastamos nuestras finanzas, Padre; danos entendimiento para saber cómo administrar lo que de ti hemos recibido. Te lo suplicamos en el nombre de Jesús. Amén.
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